El muerto y el tabasco

Dicho con claridad: el Museo Canario, la institución fundada en 1879 por algunos egregios representantes de la muy modesta facción ilustrada y progresista de la burguesía de Las Palmas de Gran Canaria, arrastra una situación agónica desde hace cinco largos, asfixiantes, angustiosos años. Este arduo ejercicio de supervivencia, que ha llevado a reducir su pequeña plantilla, a restringir los horarios de acceso público a los servicios de hemeroteca, biblioteca y archivo, a renunciar a atender cualquier emergencia espacial, organizativa o tecnológica, es fruto directamente de la estúpida tacañería del Gobierno autonómico, cuya reducida aportación presupuestaria anual a las instituciones culturales del Archipiélago (en Tenerife podrían citarse el Ateneo de La Laguna o el Círculo de Bellas Artes de Santa Cruz) prácticamente ha desaparecido. Es un ahorro mezquino y cominero que atenta contra cualquier concepto de rentabilidad sociocultural: el Museo Canario supone un instrumento singularmente útil (más de 30.000 escolares y turistas lo visitan y más de 8.000 personas utilizan su biblioteca y salas de lectura cada año) a cambio de un coste llamativamente bajo. ¿Ahorro? El Ejecutivo regional cuenta entre su personal político con tres directores generales (Cultura, Cooperación y Patrimonio Cultural y Deportes) cuyas apocadas funciones y presupuestos podrían fundirse perfectamente en un único cargo, lo que supondría un ahorro superior a 100.000 euretes anuales.
Una diputada del PP afeó esta situación en el pleno parlamentario de ayer a la consejera de Políticas Sociales y Cultura, la señora Inés Rojas, quien respondió que mantenía conversaciones con don Gregorio Chil y Naranjo, eximio científico y fundador del Museo Canario fallecido en 1901, para solventar la situación. Una risera descomunal ha infectado en las últimas horas las redes sociales para burla y escarnio de la consejera. Desde luego, la señora Rojas representa una de las mayores catástrofes de gestión en el Gobierno de Paulino Rivero, una dolorosa impugnación de esa disparatada costumbre coalicionera de las cuotas insulares, una oportunidad que raramente falla para practicar la vergüenza ajena, pero he visto el video de su intervención en la Cámara y ningún diputado tuerce el gesto al escuchar su bochornoso despropósito. Se enteraron después. Si a la mayoría de los escandalizados les hubieras hablado de Chil y Naranjo hace un par de días lo hubieran tomado como una referencia a una marca de tabasco. Los del PP, concretamente, se han reído mucho. Que vuelva Rita Martín, ese prodigio político e intelectual que estuvo al frente de la Consejería de Turismo, para que nos explique el chiste y nos haga un resumen en tres folios de los Estudios históricos, climatológicos y patológicos de las Islas Canarias.

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito ¿Qué opinas?

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