Juan Montalvo

Juan Montalvo fue un escritor ecuatoriano que nació en 1832 y murió exiliado en Francia en 1889. En su juventud recorrió varios países de Europa (vivió en Roma, en Bruselas, en París) y regresó a su patria justo cuando se asentaba el brutal régimen de un déspota ultraconservador, Gabriel García Moreno, quien, sin eludir el recurso de la sangre, siempre prefirió la amenaza, el chantaje y el miedo antes que las balas. García Moreno consideraba su presidencia como un fenómeno geológico, indiscutible, mesiánicamente obvio, evidente por sí mismo. Los que no lo apoyaban o eran locos furiosos o estaban guiados por una  criminal voluntad de lesa patria. Nada más llegar a Quito, Montalvo, prácticamente desconocido y sin un duro en el bolsillo, escribió una carta al todopoderoso presidente de la República. La metió en el único sobre de papel estraza que pudo comprar y la entregó personalmente en el Palacio de Carondelet, sede del Gobierno. El secretario del secretario del secretario principal de García Moreno la comentó entre carcajadas esa mañana, a la hora del café, a varios de sus compañeros. La carta comenzaba así: “Si alguna vez me resigno a tomar parte en nuestras pobres cosas, usted, y cualquier otro cuya conducta política fuera hostil a las libertades y derechos de los pueblos, tendrán en mí a un enemigo, y no vulgar”. Fue una mañana divertida en la Secretaría del Señor Presidente.
Pocos años después Montalvo comenzó a publicar una revista, El Cosmopolita, en la que uno de los prosistas más precisos y elegantes de Latinoamérica creó una trinchera formidable desde la que ejercer una crítica despiadada a las atrocidades de García Moreno y a su afán de perpetuidad. El presidente reaccionó inicialmente con desprecio. Después comenzó la persecución enmascarada con martingalas jurídicas. Finalmente Montalvo, para salvar el pescuezo, debió exiliarse, aunque nunca abandonó la brega y asestó golpe tras golpe en artículos y ensayos espléndidos al régimen de terror de García Moreno y sus secuaces. Un día, ya instalado en París, llegó la noticia a la humilde buhardilla de Montalvo: el presidente, el hombre destinado a la eternidad, el único líder capaz  de gobernar Ecuador,  había sido asesinado.
He recordado esta mañana al gran Juan Montalvo al constatar el mefítico repertorio de maniobras, enjuagues, canalladas, cabildeos y hediondadas que circula en los últimos meses por el sistema político canario regurgitado por gente que no quieren perder un poder que consideran suyo y solo suyo. Nada de todo eso va a quedar piadosamente enterrado en el olvido. Palabra de Montalvo.

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito ¿Qué opinas?

Deja un comentario