Los inmortales

En las direcciones de las fuerzas que integran CC los liderazgos no se miden por años, ni siquiera por lustros, sino por eras geológicas. Obsérvese lo ocurrido en Tenerife, donde la elección como candidato presidencial de Fernando Clavijo revistió los ropajes de un cataclismo insólito mientras el presidente del Gobierno autonómico se dedicaba a dos cosas durante meses: a evitar pronunciarse si se postulaba o no y a convencer con toda la capacidad de seducción que atesora el BOC que si no era él, era el diluvio (como es obvio, el que ha empezado a diluviar ha sido él mismo y no dejará de hacerlo hasta su último día de mandato). En La Palma Antonio Castro actúa como un iguanodonte en su mundo perdido y basta con que mueva suavemente la cola para que Juan Ramón Hernández (muy a gusto) y Guadalupe González Taño (no tanto) se apresuren a cumplir sus deseos. No es imprescindible un doctorado en politología para adivinar lo que ocurre con las organizaciones políticas que soportan liderazgos prolongados durante generaciones: oligarquización, cooptación, pérdida de conexión con la realidad social, incapacidad de adaptación, fosilización de las estrategias, los mensajes y los programas.  Ocurre en La Palma, desde luego, pero también en Fuerteventura, donde la tectónica de placas entre los dirigentes históricos – y actuales – de AM amenaza con originar un terremoto autodestructivo.
Bajo la ficción reglamentaria de un partido asambleario, AM es controlada directa o indirectamente por una élite reducida de cargos públicos que ha podido mantener en equilibrio las distintas ambiciones personales, parroquias clientelares y estrategias de poder. El máximo cargo orgánico – el de coordinador general – se ha reservado para militantes sin responsabilidades públicas relevantes porque, en realidad, ha operado casi siempre como un canal de comunicación y mediación entre las personalidades y facciones del tablero del poder. Actualmente Juan José Herrera Velásquez es el coordinador general de Asamblea Majorera. Hace un cuarto de siglo era ya presidente del Cabildo de Fuerteventura. Yo sospecho que Herrera Velázquez llegó a la isla en el equipaje de Gadifer de La Salle, aunque sea difícil averiguar si en el baúl de los trofeos de caza  o en el de la ropa interior. El hecho es que ha cometido una torpeza inaudita: abrir las puertas del partido a Sergio Lloret, cabecilla de un organización microbiana, Asambleas Municipales de Fuerteventura, que en los últimos años se ha dedicado a la descalificación feroz del presidente del Cabildo, Mario Cabrera, y de todo lo que oliese vagamente a AM. Cabrera se ha enfurecido pero en la cólera encuentra la satisfacción de un envite a vida y muerte contra Herrera Velázquez. Utilizará ese fichaje estúpido para intentar destruirle como Herrera intenta, a través de ese estúpido fichaje, desinflar sus ambiciones. Y esto ocurre a ocho meses de las elecciones. Y ocurre, sobre todo, cuando una clase política dirigente se cree inmortal, y entre los inmortales saben, como cualquier Christopher Lambert, que solo puede quedar uno.

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito ¿Qué opinas?

Deja un comentario