No pervivirá este hermoso paraíso

El rito tradicional marca que uno debe sentirse decepcionado por las campañas electorales, monótonas cacofonías intercambiables y espectacularización de una política que ya es puro espectáculo en todos sus formatos, desde el mimo – María Australia Navarro, sonrisa de Joker y estilismo de adolescente sin causa, prometiendo 100.00 puestos de trabajo – hasta la ópera de cuatro perras – Noemí Santana explicando que gracias a Podemos en Canarias no ha estallado una revuelta popular, es decir, reivindicando lo que no ha ocurrido –. Pero estas elecciones autonómicas y locales no se merecen esto. Este pequeño país está en un brete de cuya salida dependerá su viabilidad como proyecto de convivencia con garantías de futuro. O no. Porque ningún país resulta viable con unas tasas de desempleo superiores al 20% durante lustros y con casi una generación completa resignada a los baretos y a la televisión. Podemos engañarnos – las élites políticas y empresariales pueden hacerlo, los deudos de la revolución pendiente pueden hacerlo– pero no lo es. Mientras aquí nos estancamos contando turistas y esperando una recuperación parcial de la construcción (con o sin Cotmac) allá afuera la economía mundial sigue su camino a través de procesos y ajustes de cambio y transformación cada vez más complejos y acelerados. Pasan los años, se cronifican los problemas, la crisis muta de coyuntura a vencer a estructura de comportamiento y Canarias parece haberse arrancado los ojos, como Edipo, y camina a trompicones por el escenario, carente de cualquier inteligencia prospectiva. Ninguna atención geoestratégica. Una calidad institucional (pública y privada) entre mediocre y pésima que se contenta con mantener en lo posible el status quo hasta el punto que a veces dibuja una voluntad suicida. No pervivirá este hermoso paraíso de turistas munificentes, constructores y operadores rapaces, salarios miserables, productividad en picado, rentas de la UE y un famélico ejército laboral de reserva.
Canarias necesita un agenda reformista que admita como obviedades la necesidad de una reforma de las administraciones públicas y el desarrollo de nuevos modelos e iniciativas de crecimiento económico porque, sencillamente, ni un turismo floreciente ni una construcción necesariamente limitada pueden absorber cerca de 350.000 desempleados. La única alternativa en un sistema económico globalizado es lo que Rodríguez Martín ha llamado territorialización activa: nuevos diseños funcionales, superación de economías de escala, proyectos de glocalización en el tejido empresarial isleño vinculados a energías alternativas, por ejemplo, y en todo caso, apuntalados por inversiones importantes en educación y en I+D+I.  Pero en esta algarabía previa a las urnas no se escuchan proyectos, sino discursos, no se perciben programas integrales, sino sugerencias, no se aportan herramientas, sino nuevas y ya ancianas promesas inverosímiles.

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito ¿Qué opinas?

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