Rodeada de nazis

Doce años después el Parlamento de Canarias se me sigue antojando un lugar básicamente inverosímil, pero ahora es que, además, me pierdo. Es como extraviarse en una pesadilla de yesos y alfombras horteras. La Cámara canaria está diseñada por un decorador de interiores nutrido con películas de Sissi Emperatriz antes de ser lobotomizado. Debe ser cosa de la edad. Un compañero me guía amablemente por el dédalo de pasillos estucados pero a cambio me pide, calvo y truhán, que le presente un libro. Por último la silla de la tribuna de prensa me provoca dolor de espalda y hablo tan alto que la presidenta del Parlamento me lanza varias veces miradas reprendedoras. Cuando uno se pierde, le encasquetan la presentación de un libro, le duele la espalda y habla a voces es que debería abstenerse de salir de su casa. Yo lo intenté, créanme, pero fue inútil. La máxima novedad que puedo distinguir son unas enormes pantallas de televisión en las paredes del recinto que registran las imágenes de los oradores y ocasionalmente de sus señorías en sus escaños. Como el salón de plenos es más bien chiquitín y nada queda a más de diez o doce metros de distancia no se acaba de entender bien la funcionalidad –y la justificación — de este circuito cerrado de televisión. Los diputados viéndose a sí mismos en pantallas de televisión durante el pleno reflejan un ejercicio insuperable de narcisismo colectivo. De vez en cuando una cámara recoge la imagen de alguna de sus señorías y se produce lo que podría llamarse efecto Loro Parque: el diputado descubre que está en pantalla, deja de rascarse la nariz, adopta una pose interesante, se pone a leer súbitamente un documento o sonríe encantadoramente buscando la cámara quizás para enviarle un saludo a su señora madre…
Sinceramente la intervención que más me impresionó fue la de Noemí Santana, portavoz de Podemos, hasta el punto de atreverme a preguntar a Podemos si no puede hacer nada al respecto. Una fuerza de izquierda que quiere convertirse en mayoritaria no puede permitirse el disparatado lujo de sufrir como portavoz a alguien que evidencia la brutal falta de formación y el desprecio delirante por la información de la que hace gala Santana, por no hablar de su inacabable y cenagosa cursilería. La portavoz podemita habla exactamente como una madre que le cuenta un cuento a un hijo con graves dificultades cognitivas. Es una atrocidad estomagante que hasta a los cínicos más encallecidos les provoca vergüenza ajena. Un orador puede ofender por su grosería, su ligereza o su marrullerismo, pero Noemí Santana ofende por su frívola ignorancia, su insignificancia intelectual y sus pruritos de superioridad moral a toda prueba. Ignora lo que es el REF, tiene un concepto de la Reserva de Inversiones extraído de ese fiscalista, Curro Jiménez, sostiene que un desempleo del 27% de la población activa se elimina incrementando las plantillas de las administraciones públicas o subvencionando empresas de energías renovables, llama al anteproyecto de la ley del Suelo “el certificado de defunción de Canarias” sin aportar ni la más tenue sombra de un análisis crítico. Ninguno. Cero. Alguien (creo que fue el propio Fernando Clavijo) le recordó que una mentira, por ser repetida cien veces, no se convierte en verdad. Noemí Santana replicó: “Ah, por supuesto, tenía que utilizar la frase de un dirigente nazi”. No, mire, Santana, el dirigente nazi, Goebbels se llamaba, decía lo contrario. Lo relevante, sin embargo, es esa poco sutil comparación entre el presidente del Gobierno y un nazi, por supuesto.  Del discurso de Podemos se extrae siempre el mismo corolario:  los votos que expresan la voluntad democrática son los que obtienen ellos, los que consiguen conservadores, liberales, nacionalistas o socialdemócratas son el resultado de la manipulación de los poderosos o la estupidez de los gobernados. Ahí está Noemí Santana, rodeada de nazis en el Parlamento, pero dispuesta a dar hasta la última gota de su saliva para impedir que interrumpan nuestros sueños.

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito ¿Qué opinas?

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