ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife

La dimisión de Gorrín

Una actitud sectaria pero, sobre todo, un mezquino egoísmo impidieron que Unidas Podemos empatara con el PSOE en el ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife en las elecciones locales de 2019. El acuerdo entre Sí se puede – la única fuerza ecosocialista con una modesta pero sólida implantación socioelectoral – e Izquierda Unida. Ramón Trujillo, cuyo liderazgo ha conseguido que IU jamás levante cabeza en la capital tinerfeña, se empecinó en que le correspondía encabezar la lista electoral, perjudicando a Pedro Fernández Arcila. Porque Trujillo es pura modestia y bonhomía hasta que le toca defender fiera y testarudamente su posición personal. Eso sí que no. Por estos y otros motivos – Sí se puede sostenía que si las izquierdas sumaban mayoría absoluta deberían estar todas en el gobierno municipal, Trujillo no tanto – Sí se puede se negó a firmar a alianza electoral. SSP había conseguido cuatro concejales en 2015, el acuerdo entre Izquierda Unida y Podemos apenas llegó a los tres. Y uno intuye que si consiguió tres concejales, ap

Una actitud sectaria pero, sobre todo, un mezquino egoísmo impidieron que Unidas Podemos empatara con el PSOE en el ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife en las elecciones locales de 2019. El acuerdo entre Sí se puede – la única fuerza ecosocialista con una modesta pero sólida implantación socioelectoral – e Izquierda Unida. Ramón Trujillo, cuyo liderazgo ha conseguido que IU jamás levante cabeza en la capital tinerfeña, se empecinó en que le correspondía encabezar la lista electoral, perjudicando a Pedro Fernández Arcila. Porque Trujillo es pura modestia y bonhomía hasta que le toca defender fiera y testarudamente su posición personal. Eso sí que no. Por estos y otros motivos – Sí se puede sostenía que si las izquierdas sumaban mayoría absoluta deberían estar todas en el gobierno municipal, Trujillo no tanto – Sí se puede se negó a firmar a alianza electoral. SSP había conseguido cuatro concejales en 2015, el acuerdo entre Izquierda Unida y Podemos apenas llegó a los tres. Y uno intuye que si consiguió tres concejales, apenas el 10% de los votos emitidos, es porque muchos ciudadanos no se enteraron de la jugada. Trujillo apoyó la moción de censura para desalojar a CC del poder municipal y convertir a Patricia Hernández en alcaldesa. Por supuesto no entró a gestionar nada. Probablemente le da terror.

El PSOE ha mantenido una oposición irregular, pero combativa y más o menos coherente con su particular argumentario político en Santa Cruz de Tenerife. Unidas Podemos, en cambio, es prácticamente invisible. Pero también lo fue durante el breve mandato de Hernández. La auténtica vocación de Trujillo es la invisibilidad y su afán moralizador consiste en esbozar ese gesto cansado del que sabe que tiene toda la razón política en su combate contra el Mal pero que está destinado a perder siempre porque el verdadero nombre del Capital es legión y habita entre nosotros.  Bien pensado es extraordinario. ¿Qué hace un señor como Trujillo, perdiendo elección tras elección, encadenando ridículos porcentajes de voto como quien colecciona miniaturas, emitiendo pomposas naderías cada vez que tiene ocasión, jibarizando a su propia organización política hasta convertirla en una especie de souvenir del viaje de cuatro cansinos a una caricatura de utopía? ¿Izquierda Unida no tiene a nadie más, incluso para perder? ¿Alguien que al tomar la palabra no parezca que esté sufriendo un ataque de gastritis?

Pues bien, cabe imaginarse a una personalidad como la de Trujillo tutelando el trabajo de su grupito municipal y las relaciones entre IU y Podemos. Como para Pablo d’ Ors, maestro de la meditación, para Trujillo quietud y plenitud son sinónimos. Ningún trabajo para intensificar las relaciones de los socios de UP. Ninguna reflexión conjunta sobre la estrategia a seguir una vez que José Bermúdez regresó a la Alcaldía. Nada. Absolutamente nada. Si a eso se añade que Podemos está perfectamente difunta en el municipio chicharrero (las tiendas de los chinos son más visitadas que la sede de la Rambla Pulido) las perspectivas no son muy halagüeñas. En un contexto como este a nadie le puede sorprender la dimisión de la concejal Yaiza Gorrín. Hace unos días Gorrín figuraba entre los cargos públicos que habían apoyado la decisión de Mery Pita de abandonar Podemos, aunque a diferencia de la hocicuda diputada, ella sí entregará el acta de concejal. Por supuesto ha caído una pequeña llovizna de descalificaciones sobre la dimisionaria. Pero es absurdo. Gorrín simplemente está hastiada por lo que pudo haber sido y no fue y por la desidentificación de su proyecto político. Por supuesto que nada de esto tendrá trascendencia. Salvo que Alberto Rodríguez tome una decisión y comience a moverse. Entonces podía pasar algo. Y no solo en el ayuntamiento de Santa Cruz.

 

 

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Su nombre es bien conocido más allá de nuestras fronteras

En 2013, bajo el alguacilazgo de José Bermúdez, el ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife decidió abrir expediente de honores y distinciones a Juan Padrón, vicepresidente de la Federación Española de Fútbol, gerifalte de la federación tinerfeña y aliado ergonómico de Ángel María Villar durante buena parte de su largo reinado al frente de la RFEF.  Hace cuatro años el señor Padrón no era ya un desconocido. Ni deportiva, ni federativa, ni judicialmente, porque sobre su figura diluviaban críticas muy duras por una caótica y mefítica gestión y varios procesos judiciales se le enroscaban en el cuello con acusaciones tan graves como malversación de fondos públicos. Los diarios deportivos publicaron entonces que una empresa vinculada con la Federación de Fútbol, Estudio 2000 SA, abonó a la sociedad Amanecer Latino SA, propiedad de Francisco Padrón, hijo del vicepresidente, un total de 910.000 euros entre 1998 y 2000. Ustedes dirán si un caballero con  tales credenciales merece o no una calle en la capital tinerfeña. La apertura del expediente fue aprobada y Juan Padrón – por supuesto — consiguió su calle.
Varios concejales (de la izquierda) conservaron entonces la cordura suficiente para advertir que se cometía una vergonzosa y lacayuna estupidez. Pedro Fernández Arcila y Asunción Frías fueron los únicos que explicitaron y explicaron su negativa a apoyar el expediente. “Este señor no ha tenido en su vida pública una conducta honorable y aún menos honesta que le haga merecedor de un reconocimiento municipal”, declaró entonces Fernández Arcila, agregando que “sería una vergüenza para Santa Cruz y una expresión del localismo más rancio que se le concediera cualquier distinción pública al señor Padrón”.
Ayer Juan Padrón fue detenido pocas horas después del apresamiento de Villar. Tanto la sede de la Federación Española de Fútbol como uno de los apartamentos de Padrón han sido registrado durante varias horas. Villar y Padrón – y sus compinches y acólitos – estaban íntimamente convencidos de que la Federación Española de Fútbol era suya. Y a ella se dedicaban en cuerpo y alma. Otra cosa no tenían. El señor Padrón declaró hace seis o siete años que sus únicos ingresos eran los 7.000 euros anuales de una pensión. Una vida tan espartana libera muchísimo tiempo para vaciarlo en una vocación. Y la suya era – así lo apuntan las demandas judiciales y las investigaciones periodísticas – vaciar la Federación, precisamente. Mientras tanto se le entregaba un pergamino y se le distinguía con una calle porque le puso césped a un montón de campos de fútbol infantiles. Siempre que encuentro estos relatos – basados en la generosidad incalculable de gente sin oficio ni beneficio – recuerdo emocionado las miles de comidas que servía gratuitamente Al Capone en los días más fríos del invierno de Chicago. Es maravilloso el arranque del texto del expediente de honores a don Juan Padrón, una prosa donde reverbera un estilo ágrfo y servicial : “Su nombre es bien conocido más allá de nuestras fronteras…”  Probablemente hasta los límites de la Audiencia Nacional como mínimo. Es tan famoso, en fin, el señor Padrón en todo el mundo y en parte del extranjero que también le fue concedida la Medalla de Oro de la Comunidad autonómica.
También se le abrió expediente de honores y distinciones a Domingo López Torres, poeta fundamental en la lírica canaria contemporánea a la que los fascistas detuvieron, encarcelaron y echaron dentro de un saco al mar en 1936. Pero para ponerle una calle a López Torres el ayuntamiento y su civilizada mayoría no tienen tanta prisa.

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Elegir una memoria

En una red social un concejal del ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife anuncia con una satisfacción perfectamente descriptible la inminente apertura de la Casa del Carnaval. Pregunto por qué no lo han denominado museo – durante años se refirieron así al proyecto – pero la respuesta es decepcionante. Al decidido denominarlo “casa” no por razones técnicas, sino para no espantar a los visitantes.  La idea básica consiste en que tanto los residentes como los turistas puedan disfrutar de “un trocito” de Carnaval sin esperar angustiadamente hasta el mes de febrero a cambio de una módica entrada: un euro para los primeros y tres euros para los segundos. Otro concejal afirmó que el futuro del establecimiento dependerá de lo que se recaude en los próximos meses o años. Servidor sostiene que el futuro de la Casa del Carnaval es más fácilmente predecible. Si en el interior el visitante se puede emborrachar, potar sin remilgos y pillar cacho mientras suena a todo trapo Pasito Tun Run, la iniciativa será un éxito, porque la fiesta carnavalera se resume básicamente en esas consideraciones estéticas. Si no es así, el futuro de la Casa del Carnaval futuro se me antoja más bien tétrico.
En breve comenzarán las protestas. No es razonable que el ayuntamiento de Santa Cruz les cobre un euro a los murgueros, por ejemplo. Como es sabido urbi et orbi, son la voz del pueblo y tal, por lo que deben estar exonerados. Cabe esperar excepciones similares demandadas por comparseros y rondallistas. Un euro a las rondallas, por el amor del maestro Torroba, se me antoja una provocación. Son capaces de concentrarse frente al ayuntamiento y cantar coralmente Soldado de Nápoles que vas a la guerra  hasta derribar la Casa de los Dragos antes que el mamotreto. ¿Y los familiares? ¿Y los grupos de disfraces? ¿Y los patrocinadores? No niego, nadie puede negar, que cualquiera que pueda ver con sus propios ojos la batuta del director de la Fufa, o el primer cartel del carnaval, o los fascinantes trajes de las reinas o un sombrero de Los Fregolinos se emocionará hasta las lágrimas, pero todos somos el carnaval. Pagar por una entrada es, por tanto, pagarnos a nosotros mismos. Los guiris, en cambio, que paguen lo que sea. En definitiva, no se van a enterar absolutamente de nada, y lo más probable es que, incluso, pretendan comprar los pantalones de los Diablos Locos de 1988 creyendo que están en una tienda de chinos.
Una promesa más que ya está cumplida. Santa Cruz no tiene un museo histórico sobre Santa Cruz, pero tiene una Casa del Carnaval, ese bien intangible  –como lo es el CD Tenerife – que necesita muchos más cuidados y desvelos que el desmochado patrimonio histórico de la ciudad. Dice mucho de un colectivo – y de las instituciones que lo representan y administran – los aspectos del pasado que elige, el imaginario histórico por el que opta, las memorias que selecciona y establece para definirse. La tradición es un sistema simbólico que se inventa para legitimar identidades e imaginarios colectivos. Se ha elegido la contradicción de un carnaval encapsulado como postulación fundamental de la identidad chicharrera. Por si no estaba ya lo suficientemente claro.

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