Día de las Letras Canarias

Sus sucias manos

La institución del Día de las Letras Canarias llegó justo a tiempo para blanquear la desastrosa gestión de la política cultural que han desplegado los gobiernos de Coalición Canaria en los últimos años. Bajo la égida de Inés Rojas se ha llegado a la conclusión, finalmente, de que la mejor política cultural es la que no se realiza. En menos de un lustro se pasó de un intervencionismo de aspiración entre malreauxiana y catalana, cargado de septenios y de estrategias culturales, a un darwinismo feroz de presupuestos ridículos y sálvese quien pueda. En este tránsito el Gobierno autonómico no renunció al humor y ha puesto a disposición de los supervivientes una denominada oficina de apoyo al sector cultural, “una plataforma permanente (sic) de información, apoyo y asesoramiento especializado”, dependiente de la empresa pública Canarias Cultura en Red. En lo esencial esta plataforma se dedica a informar pachorrudamente de que no hay perras y que los interesados pueden dirigirse a otra parte a molestar con sus solicitudes, sus angustias y sus cuitas. Ignoro si la dotación presupuestaria de Canarias Cultura en Red permite repartir clínex entre los solicitantes. Lo que sí hay son tres direcciones generales, las de Cultura, Deportes y Cooperación Cultural y Patrimonio, dotadas de presupuestos ridículos y con una actividad mínima, pero indispensables para cubrir las cuotas internas de CC y recolocar a algún alcalde perniquebrado.
Este artículo, pibes y pibas, debes escribirse todos los años, como quien peregrina ritualmente a ninguna parte; servidor lo hace, cada vez más harto y cansado, desde que Francisco Ramos Camejo ocupaba laViceconsejería de Cultura y Deportes, media eternidad de improvisaciones, derroches, dirigismos y ocasiones perdidas. Así, de éxito en éxito, hemos alcanzado las más altas cumbres de la miseria. No solo se suprimen las aportaciones a las bibliotecas públicas; actualmente, como hace un cuarto de siglo, a los niños y adolescentes isleños apenas se les aproxima a conocer la historia, la literatura o el arte canario, y no existen excusas metropolitanas desde que las competencias en materia de educación y elaboración de currículos están traspasadas a las Comunidades autonómicas. Es repugnante escuchar a los que mandan citar a Agustín Millares y alabar su espíritu crítico y rebelde, pero enseguida recuerdo la fuerza de la auténtica poesía, la inasible belleza de la palabra poética, y me reconforto pensando que ningún rebenque podrá nunca poner sus sucias manos sobre un solo verso de Agustín Millares.

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito ¿Qué opinas?

Un Parlamento en ridículo

No deben pasarse por alto las ocasiones en las que toda una institución queda palmariamente en ridículo. Son muy ilustrativas: un súbito e involuntario strip-tease en la que, por un momento, se queda en bolas, y el espectáculo de su desvergüenza no resulta precisamente estimulante. El Parlamento de Canarias aprobó anteayer por unanimidad una proposición no de ley para que Blas Cabrera sea el protagonista del Día de las Letras Canarias, floripóndica efemérides institucional sin mayor interés público ni utilidad sociocultural pero que, al menos, hasta el presente siempre ha destacado la figura de un escritor isleño. Ocurre, sin embargo, que el doctor Blas Cabrera Felipe, un conejero que murió exiliado en México, es una de las grandes figuras de la física europea de la primera mitad del siglo XX, pero jamás escribió un cuento, una novela, un poema o una obra de teatro. El doctor Cabrera tuvo sus días, era canario y quizás en alguna ocasión le protestaron una letra, pero supone una estupidez indescriptible proponerlo solemnemente como escritor al que rendir homenaje, porque no lo era.
En el Parlamento de Canarias, como en cualquier asamblea legislativa, se suelen presentar proposiciones inútiles, contradictorias, tramposas, bucaneras, escenográficas o simplemente imbéciles. Lo grave es que, en esta ocasión, la imbecilidad ha obtenido el respaldo unánime de todas sus señorías. Lo grave es que tan ocurrente necedad ha conseguido la enternecida bendición de una ignorancia universal e indistinguible. Porque ha quedado perfectamente patente que ni uno solo de los diputados guardaba la más modesta información sobre la persona y la obra de Blas Cabrera ni coligió que la propuesta carecía de sentido histórico, de sentido literario e, incluso, de sentido común. Los parlamentarios han demostrado fehacientemente su ignorancia despepitada, su indiferencia bostezante hacia nuestro patrimonio literario, su militante incapacidad de discernimiento. Si Calígula nombró cónsul a un caballo, ¿por qué no puede el Parlamento de Canarias convertir a un físico, al mayor científico nacido en este país, en un novelista, un poeta o un comediógrafo, con una simple proposición no de ley? Para la posteridad de este momento tan iluminador sobre la catadura intelectual de nuestros representantes quedará que la PNL fue presentada por el diputado Sigfrid Soria quien antes, por supuesto, fusiló la wikipedia respetando escrupulosamente las reglas del analfabeto, es decir, sin entender una línea.

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