Íñigo Errejón

Camarada vuélvete loco

Muchos pueden recordar (y todavía puede verse en youtube) una intervención de  Íñigo Errejón – por entonces número dos de Podemos – en el que advertía que había que aprovechar la estancia en el poder –se refería concretamente al ayuntamiento de Madrid – para crear redes de entidades y organizaciones, potenciar así tejido asociativo a fin de extender el proyecto y disponer de un lugar donde guarecerse cuando las urnas vengan mal dadas. No se trataba –según el doctor Errejón – de llegar a acuerdos con organizaciones ajenas y autónomas, sino, mucho mejor, de crearlas, o en el caso de que existieran, colonizarlas con militantes o simpatizantes de Podemos. Sus palabras no eran un exceso retórico, sino una propuesta muy formal, y de hecho tuvieron una materialización – si bien fragmentaria y torpe – en los meses siguientes. Después se derrumbó el gobierno de izquierdas en Madrid y la derecha chulapona recuperó el poder municipal. No dio tiempo para crear La Cámpora. Una pena.

Rebeldía Canaria es una entidad que se define como “una comunidad política (sic) que pretende ser una herramienta de cambio en todo aquello que afecta a la población joven en el archipiélago canario”. El pasado febrero organizó (on line) unas jornadas sobre municipalismo y juventud, “unas charlas de formación que consistieron en la concentración de diferentes personalidades públicas en el ámbito de la educación y de la sociedad”. Curiosamente todos los cargos públicos invitados eran de Podemos, con la participación estelar de Laura Fuentes, directora general de Juventud del Gobierno autonómico y coordinadora de Podemos en Canarias, porque no hay rebeldía juvenaloide que valga la pena si no incluye el vibrante discurso de un director general.

Fuentes aprovechó para difundir entre los desinformados – juraría que no demasiados –algunos programas desarrollados por su dirección general, uno de los cuales se me antoja fascinante: el Proyecto Camarada.  El Proyecto Camarada cuenta con “jóvenes profesionales de la psicología que ayudan al reto de las personas que acudían”, es decir, no se ayudaban a sí mismos, “generando un vínculo de cercanía por la similitud entre edades”. Vaya usted a saber qué significa eso en español. Evidentemente su rebeldía es también morfosintáctica. El lema del Proyecto Camarada es una cariñosa paradoja: “Está bien no estar bien”.  La puede encontrar en los muchos tomos de autoayuda que infectan las librerías o en las letrinas de la antipsiquiatría de los años setenta (R.D. Laing, David Cooper y demás pirados).  Los trastornos mentales – la locura misma — eran nobles síntomas de la lucha de individuos sensibles contra el sistema de dominación del capitalismo avanzado. Así que si no estás bien, camarada, es que eres lúcido, es que eres sensible, es que estás en el buen camino. Sin duda un discurso eficaz para tratar a un esquizofrénico paranoico que pase por ahí.

¿Y lo de camarada? Bueno, son las libertades que se toman en Podemos: introducir su cultura política interna en los programas que se dirigen a los ciudadanos, sobre los que ni recuerdan ni quieren recordar que, en su mayoría, no comparten ni la ideología ni la retórica política podemita. Son tan críos (y crías) que ignora que camarada era un apelativo que utilizaban igualmente fascistas y nazis, sus abominables primos hermanos. Recuerdo esa copla anónima que circuló entre los falangistas tinerfeños cuando destituyeron al brutal y desorejado Orbaneja, años cuarenta, como gobernador civil, sustituido por un tal Saldaña. “Si el camarada Saldaña/viene a repetir la hazaña/del camarada Orbaneja/que la virgen nos proteja./¡Viva Franco! ¡Arriba España!”. El proyecto camarada, dicen. Qué insuperable combinación de puerilidad, ignorancia y mamoneo al frente de la gestión de millones de euros.

 

 

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito ¿Qué opinas?

Errejón ya es de todos

En efecto, hace algunas horas varios centenares de ciudadanos corearon con Iñigo Errejón en Santa Cruz de Tenerife: “¡Sí-se- puede, sí-se-puede!”. Lo relevante estaba en el grito eucarístico, naturalmente, no en lo que pudiera o no pudiera hacerse. Para entender esto último, sin embargo, el discurso de Errejón estuvo lo suficientemente claro. Más de uno (y de una docena) de militantes de Podemos y de cuadros de Sí se Puede se quedaron ligeramente transpuestos cuando Errejón – un magnífico orador, por cierto, y no solo un brillante estratega electoral y un solvente politólogo – explicó que el Régimen Económico y Fiscal de Canarias estaba francamente bien pensando, aunque fue necesario, en su desarrollo, vincularlo más a la creación de puestos de trabajo y menos a la extracción de rentas. Pero, ¿cómo?  ¿La sabiduría tradicional de la izquierda canaria – la izquierda de verdad, no los jodidos socialdemócratas del PSOE — no había identificado siempre el REF con un maligno instrumento construido a imagen y semejanza de las muy chupópteras oligarquías locales? Más incomprensible para los corazones sisepuedinos resultó todavía que Errejón afirmara que Podemos está dispuesta a dialogar y pactar con cualquiera, incluso con Coalición Canaria, aunque desde el escepticismo más profundo sobre la fructificación de cualquier acuerdo. Me gustaría haber visto el rostro de Rubens Ascanio y otros mártires de la santa cruzada anticoalicionera.  Errejón ya no es de la revolución. Errejón –como cualquier rotonda para girar a derecha, a izquierda o en círculo– ya es de todos.
El secretario de Política y Estrategia de Podemos ofreció en Canarias, en definitiva, el nuevo rostro moderado, flexible y pactista del partido, esa transformación estratégica y programática que él mismo ha impulsado en el seno de la dirección con la anuencia de Pablo Iglesias y que, entre otros efectos, propició el abandono de José Carlos Monedero de cualquier cargo orgánico. Un Podemos más o menos socialdemocratizado que ha apartado definitivamente (¿definitivamente?) objetivos y pautas como la apertura de un proceso constituyente, la estatalización de bancos y medios de producción o la renta básica universal bajo la obsesión por el voto céntrico, centrista y centrado de las clases medias urbanas. Rodeado de banderas y pancartas reivindicativas de gentes que renunciaban a entender la nueva letra y se refugiaban en la fanfarria de la vieja música no sé si era Errejón o eran los militantes de Podemos y Sí se puede los que salían más desenfocados en la foto. Los abrazos, las palmaditas y las poses estaban perfumadas por ese incienso de las grandes ocasiones históricas que las izquierdas usan como si fuera Varón Dandy.  Los mítines de Errejón fueron un breve pero intenso festival de disonancia cognitiva, esperanza zahorí y buenas intenciones.

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