Juegos Olímpicos

Guerra y parranda

Con Mariano Rajoy ya embarcado hacia Buenos Aires para participar en el esperpento cañí de la candidatura olímpica española, una nota informativa de la Casa Blanca informaba de que el Gobierno estadounidense había tenido el apoyo de su homólogo español para el ataque militar a Siria. Ni una puñetera palabra a pronunciado Rajoy públicamente al respecto y las declaraciones de sus ministros de Asuntos Exteriores habían sido limitadas, lacónicas, ligeramente abstractas. Mientras Obama y Cameron defendían la intervención ante sus respectivos países e intentaban, con disímil suerte, un apoyo de sus cámaras parlamentarias, Rajoy callaba y su silencio, como siempre, resumía un desprecio brutal y acobardado a la vez hacia los hábitos políticos mínimamente exigibles en una democracia parlamentaria. Quizás Rajoy considere esta decisión, como su entrevista con Artur Mas, como un asunto privado. Después de año y medio de gobierno creo que Rajoy ha demostrado ya suficientemente lo que es: un desolador mediocre obsesionado por su supervivencia y que asombrosamente ha conseguido dirigir un Gobierno como quien maneja un casino de pueblo. Incluso como mentiroso Rajoy supura mediocridad: no es un embustero creativo y diligente, sino un torpe charlatán que se mira los zapatos mientras desgrana solemnemente necedades a las que solo acude cuando se siente acorralado.
Por supuesto, antes de brindar una explicación a su país a la hora de entrar en una guerra, Rajoy tenía que volar hasta la capital argentina para no perderse la foto si, milagrosamente, Madrid resulta elegida como sede de los Juegos Olímpicos del año 2020. No conozco un solo economista sensato, a derecha o izquierda, que defienda una sede olímpica como garantía de beneficio económico a corto o largo plazo. Al contrario: el olimpismo económico está gravemente contraindicado en países desarrollados porque exige o promueve un conjunto de actividades cargadas de externalidades negativas. Pero allá van por tercera vez con una alcadesa enchufada que habla el español apenas algo mejor que el inglés y 300 palmeros soplapollas viajando gratis total y una retórica patriotera profundamente estúpida, casposa y falsaria. El mejor autorretrato que este Gobierno se ha hecho a sí mismo. Un Gobierno que nos mete en una guerra sin debate público, sin ofrecer un diagnóstico, sin musitar una palabra justificativa, y al mismo tiempo, organiza una parranda en busca de un icono propagandístico que salve a una alcaldesa lobotómica y alimente una ficción ruinosa de poderío, competitividad y futuro.

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito ¿Qué opinas?