Paulino Rivero

Paulino Rivero y la desafección a CC

La dirección de Coalición Canaria no abrirá formalmente su debate sobre la candidatura presidencial para las elecciones autonómicas de 2015 hasta el próximo junio, pero el jefe del Gobierno regional, Paulino Rivero, ya ha comunicado a sus compañeros – empezando por el secretario general, José Miguel Barragán – su voluntad para optar a un tercer mandato. Cuando los periodistas le han preguntado a Rivero al respecto el presidente ha señalado lacónicamente dos argumentos sorprendentes. Primero, que nada lo impide en los reglamentos de CC; segundo, que se siente con fuerzas. Son razones, como se ve, absolutamente ajenas a los electores, a los que en su inmensa mayoría, los reglamentos coalicioneros les importan un higo pico, pues maldita influencia tienen en su vida cotidiana. Acerca de las fuerzas de Paulino Rivero para ejercer como presidente, corredor de medio fondo o vendimiador ocasional – a veces ha sido difícil distinguir entre estas actividades – su inquebrantable salud es, sin duda, un asunto venturoso, pero que se circunscribe a su ámbito biológico. Cabe intuir que la mayoría de los militantes y cuadros de Coalición están, más o menos, tan sanos como él. Su ritmo cardiorrespiratorio y su nivel de colesterol no parecen ventajas competitivas incontestables.
Frente a sus compañeros, por supuesto, Rivero emplea otros argumentos, sin olvidar los reglamentarios e higiénico-sanitarios. El principal es, por supuesto, su carácter de hombre regional sobre el que no es lícito arrojar ninguna sombra de insularismo, parcialidad localista, intereses terruñeros. Es la herencia que más y mejor gestiona: la que cultivó incansablemente durante sus largos años como presidente de Coalición Canaria (1998- 2006) en los que contribuyó decididamente a consolidar la unificación de las fuerzas nacionalinsularistas y que facilitó su primera candidatura a la Presidencia en 2007. La portavocía del grupo parlamentario en el Congreso de los Diputados le proporcionó conocimiento y proyección pública en todo el Archipiélago, pero fue la presidencia de CC el factor clave de su ascensión a los cielos del poder autonómico, porque le proporcionó un caudal de información interna casi ilimitado y una riqueza de relaciones y contactos muy rentable con los jerifaltes de todas las islas. Rivero sería así –según su imparcial autorretrato – el primer homo regionalis  producto de la evolución en el ecosistema coalionero. Pero esta condición es ligeramente tramposa, porque es el propio Rivero el que se reserva el papel de Darwin. El entorno presidencial se dedica, con cierto esmero, a comentar aquí y allá el escaso pedigrí regionalista de esta o aquel candidato, sin duda excelente, pero demasiado tinerfeño, demasiado palmero o demasiado majorero. De admitirse esta tesis la continuidad de Rivero en la Presidencia del Gobierno, por su canarismo a toda prueba,  supone, de facto,  bloquear el acceso, por su insuficiencia experiencia o fervor regionalista, a cualquier otro postulante porque ¿quién puede estar más obligado a tener a toda Canarias en la cabeza que el presidente del Gobierno de Canarias?
Rivero significa, por tanto, la pacífica prolongación de una vieja confianza, relativamente compartida por todos los mandamases isleños durante más de quince años. Por supuesto, está también en venta su capacidad para perder dos elecciones autonómicas y, sin embargo, conservar la Presidencia del Gobierno y el control de la mayor parte del Ejecutivo;  o la resistencia coriácea al afrontar la peor crisis económica sufrida por Canarias en el último medio siglo; o la brillantez táctica (si bien fugaz) de algunos movimientos políticos. Ocurre, sin embargo, que Coalición Canaria se enfrenta a su peor situación política desde su bizarra fundación en 1993, y una parte no desdeñable de esta crisis larvada corresponde, precisamente, a la respuesta a la crisis estructural que vive el Archipiélago, con una tasa de desempleo del 35%, un tejido empresarial desvastado, los servicios públicos osificados y el motor económico gripado por el hundimiento de la construcción y un consumo interno miserable.
Muchos votantes tradicionales de CC ya no saben lo que es Coalición Canaria, y nadie vota por lo que no sabe lo que es. El proyecto político coalicionero ha quedado desdibujado, si no desintegrado, y sus éxitos económicos y presupuestarios, que derivaban de su más potente instrumento político, los grupos parlamentarios en las Cortes, ha sido desactivado por su progresiva debilidad electoral y la abrumadora mayoría absoluta del PP. El estupefacto simpatizante de CC ha tenido que escuchar casi simultáneamente a José Miguel Barragán afirmar que “el maltrato del Gobierno del PP a Canarias puede llevar a plantearnos que sería mejor estar fuera que dentro de España” y a Paulino Rivero alertando al Rey Juan Carlos sobre “el peligro del aumento de la desafección al Estado español”. Afortunadamente Juan Carlos I no le preguntó a Rivero por Barragán. La dispersión de esfuerzos, la metodología de la ocurrencia incesante, el afán profético en vaticinar año tras año el fin de las penurias, la obsolescencia casi instantánea de campanudos planes estratégicos, la incapacidad palmaria para una auténtica reforma de la administración, la distancia jerárquica que se impone obstinadamente entre el poder político y la sociedad civil ahuyentando los valores deliberativos democráticos, la obsesión permanente por los titulares y el acaparamiento del espacio público por la figura del presidente del Gobierno han desfigurado cualquier orientación programática coherente, cualquier perfil político-ideológico verosímil, cualquier clarificación sobre los objetivos centrales de un proyecto supuestamente nacionalista. Y esto no se arregla con una post en el blog del presidente. Aunque se lo escriban  Fernando Ríos Rull y Pepe Benavente, o viceversa.

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Reinvención

Es curioso que los más sabios del lugar se entretengan con lo menos importante de la encuesta encargada por Coalición Canaria –los hipotéticos resultados de unas elecciones autonómicas que se celebraran ahora mismo – y no en lo que es propiamente la lectura política de las preferencias y juicios recogidos y ordenados, al menos, tal y como han sido publicados en los medios de comunicación. En efecto, en la encuesta CC ganaría ampliamente las elecciones autonómicas, pero no a causa de aumentar sus votos sino, principalmente, por el terrorífico hundimiento del Partido Popular en Gran Canaria y Tenerife y el estancamiento agónico del PSC-PSOE. Este sondeo simplemente refleja la intención de voto en una coyuntura determinada. Bastaría con que el PP recuperase poco más de la mitad de los sufragios perdidos desde los comicios autonómicos de 2011 para que el resultado fuera sustancialmente distinto; los partidos de la izquierda minoritaria también deberían tener cuidado al festejar  — un fisco patéticamente — lo que solo es la fotografía demoscópica de un instante.
No, lo realmente interesante de la encuesta es la crisis de valoración que atraviesa CC como marca electoral y, sobre todo, como proyecto político entre la ciudadanía canaria en general y sus propios votantes tradicionales en particular. La respuesta más obvia e inmediata es que los coalicioneros están purgando sus veinte años al frente del Gobierno autonómico desde aquella moción de censura que desplazó a Jerónimo Saavedra y convirtió a Manuel Hermoso en presidente. Pero es una explicación insuficiente. En ningún caso CC se derrumba: conserva un buen depósito de votos. Tampoco resulta del todo satisfactorio el argumento de la gestión de la crisis considerado aisladamente. Quizás lo que ocurre es que los ciudadanos – y en especial sus votantes en pasadas elecciones – ya no saben qué diablos es CC. Durante lustros, y gracias a su grupo o semigrupo parlamentario en el Congreso de los Diputados, los coalicioneros pudieron ofrecer una labor de intermediación entre el Gobierno central y los intereses isleños y obtener mejoras de financiación presupuestaria, pero eso acabó hace tiempo. Lo que rechazan los antaño votantes y simpatizantes de CC es un caricaturesco nacionalismo basado en una mezcla flatulenta entre el enfrentamiento vocinglero con Madrid y las melífluas voces de alerta a los pies de la Corona que Paulino Rivero ha impuesto por encima de cualquier debate político en el seno de la organización. Necesitan urgentemente debate interno, reinvención programática, renovación de liderazgos y admitir que su base socioelectoral no ha compartido nunca otra cosa que un regionalismo bien temperado.   Y lo necesitan ya no para no ganar las elecciones, sino para no perderse a sí mismos, es decir, para ser un proyecto político vivo y coherente, dentro o fuera del poder.

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Agenda presidencial

6.46. El presidente del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero, demostrará sus inmejorables condiciones físicas y psicológicas con una carrera entre la Presidencia del Gobierno y el antiguo balneario de Santa Cruz, dictando a los guardaespaldas que le acompañen la conferencia El deporte canario en el REF: un hipótesis con todas las claves.
07.45. El presidente del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero, se duchará silbando una selección de temas de Valentina la de Sabinosa y recibirá al grupo Mestisay preparándole una pella de gofio y miel como desayuno.
08.45.  El presidente del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero, inaugurará, en el Recinto Ferial, el XXXVI Congreso de Fabricantes de Porrones con la charla  El futuro es un porrón de años.
09.30. El presidente del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero, se reunirá con los vecinos de Ojos de Garza para sumarse a la protesta contra Aena y el Ministerio de Fomento y proponer este enclave como sede del Simposium Internacional de Voladores de Cometas. «Me comprometo a que Ojos de Garza sea el centro neurálgico de las cometas y cometeros de todo el mundo», subrayó el presidente.
10.45. El presidente del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero, se reúne con el embajador de Mongolia en España y declara la hermandad entre ambos pueblos “secularmente olvidados y maltratados desde un punto de vista político y presupuestario”. “A los canarios y los mongoles hay más cosas que nos unen que las que nos separan”, aseguró achinando los ojos.
11.15.  El presidente del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero, se reúne con empresarios del Sur de Tenerife y les garantiza que el puerto de Los Cristianos “será modernizado y gestionado por la Comunidad autonómica pese a que, como todo el mundo puede ver, está lleno de agua”.
12.45. El presidente del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero, participa, en Morro Jable, en un debate jurídico y técnico  sobre las prospecciones de Repsol en las proximidades de las costas de Lanzarote y Fuerteventura. “Los canarios no nos vendemos por un plato de lentejas”, explica, “ni aunque el entullo nos rebose”.
15.00. El presidente del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero, inaugura en Salamanca una exposición de pintores canarios y señala agudamente la importancia de fomentar “entornos propicios” para la acción cultural. El presidente explicará en una segunda visita a Salamanca lo que ha querido decir.
18.30. El presidente del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero, participa en las Jornadas sobre Desarrollo y Crisis del Sector Primario en Canarias con la intervención Si se le llama el sector primario es porque va el primero.
21.15. El presidente del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero, será entrevistado en la televisión autonómica por un periodista, pero se dispondrá de un juego de espejos para que parezcan seis. Posteriormente intervendrá en un programa especial de Pepe Benavente e interpretará personalmente Pero sigo siendo el rey, con José Miguel Barragán dirigiendo a un excepcional grupo de mariachis.

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Epístolas paulinas

Otro asunto candente que me aburre hasta el paroxismo son las cartas que el presidente del Gobierno autonómico, Paulino Rivero, ha dirigido a Mariano Rajoy y al Rey Juan Carlos I. Las admonitorias epístolas de Rivero son únicamente uno de sus penúltimos artefactos propagandísticos en la búsqueda perpetua y cada vez más descangallada de un titular. Por supuesto, se trata de cartas cuyo objetivo es ser publicadas, y los melífluos comentarios sobre su ambigüo carácter, entre público, privado y mediopensionista solo añaden más estupidez al asunto. He aquí al presidente de un Gobierno que se denomina nacionalista alertando al Rey y a Rajoy de una creciente desafección de los ciudadanos canarios hacia el Estado español. Curioso nacionalista: eeeh, pssst, señores, cuidado, mucho cuidado, porque cada vez hay más nacionalistas en Canarias, esto es una situación muy peligrosa, pero si ustedes me sueltan unas perritas como lubricante de amarguras, hoy por ti y mañana por mí, ya saben…
En Canarias, por supuesto, no existe ningún aumento perceptible en la desafección política hacia el Estado español, ninguna crisis evidente o potencial en el sentido de pertenencia. Lo que está en crisis larvada en Canarias – como en toda España y no únicamente en España – en la legitimación misma del sistema político-institucional y los mecanismos de la democracia representativa, como amargo fruto de la recesión económica, la corrupción rampante y los ajustes presupuestarios y fiscales que padecen especialmente las clases medias y trabajadoras del país y que significan una voladura controlada del Estado de Bienestar. Y Rivero lo sabe perfectamente. Pero las cartas. Las cartas fueron una ocurrencia político-electoral muy provechosa en los viejos tiempos de ATI. ¿Recuerdan ustedes aquella supuesta carta, a mediados de los noventa, que redactaba un joven canario desde Madrid y que tanto éxito obtuvo en una campaña electoral de la época? Esto es lo mismo. Rivero va saltando entre titulares como los protagonistas de aquel programa, Humor amarillo, saltaban entre obstáculos levantados sobre un pantano cenagoso. Se cae siempre, pero como siempre se levanta, cree que lo hace cojonudamente.
Un presidente del Gobierno no se dedica a la literatura epistolar o al voyeurismo bloguero. Gobierna. Estudia expedientes, dirige y dinamiza equipos de trabajo, desarrolla diagnósticos, toma decisiones. Escribir cartas a los reyes es algo que se hace hasta los ocho o diez años, cuando uno descubre que los reyes son los padres y no tienen una perra chica.  En la primera epístola a los Corintios, Pablo de Tarso escribió:  «Destruiré la sabiduría de los sabios y rechazaré la ciencia de los inteligentes».  Paulino de El Ravelo, en este punto, puede presumir de discípulo aventajado del más taimado y energuménico de los apóstoles.

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La marmota bonita

Lees la noticia y parece que está muy bien. Paulino Rivero asiste a la inauguración de un vivero de empresas en Santa Cruz de La Palma – una iniciativa impulsada por la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de la provincia – y anuncia por enésima vez que en 2014 se producirá un “crecimiento significativo” de la economía canaria. Como el crecimiento siempre es significativo – a veces es significativamente insignificante, otras insignificantemente significativo – el presidente puede estar tranquilo y seguir dedicándose a las inauguraciones, las visitas, los discursos y los desayunos, almuerzos y cenas con los sesenta miembros del consejo político nacional de Coalición Canaria. Pero no se trata de eso. En realidad se trata de un dibujo en la arena que desaparecerá en cuanto comience a soplar el viento.
El vivero de empresas en la capital palmera, dedicado a ofrecer espacios y servicios mínimos a emprendedores, es una excelente idea en sí misma. Hasta hace un par de años, La Palma, con un 4,1% de la población del Archipiélago, solo concentraba el 1,6% de las empresas de la región, es decir, por cada cien habitantes están abiertas tres empresas, mientras que la media de las islas son ocho empresas por cada cien habitantes. Lo problemático comienza cuando los emprendedores tengan que emprender algo. La misma entidad que patrocina la iniciativa – la Cámara de Comercio – se encuentra al borde de la ruina. El responsable no es su actual presidente, ni menos aun el anterior, Ignacio González Martín, sino la crisis económica, el hundimiento empresarial y la nueva normativa legal, que limitó la obligación de la cuota cameral a empresas que facturen más de diez millones de euros anualmente. Lo que al parecer no terminan de entender los poderes públicos es que no basta con bendecir las nuevas instalaciones y aportar cuatro euros para que en un vivero de emprendedores puedan germinar proyectos empresariales viables. Esta generosidad es similar a regar un desierto con un vaso de agua. No lo serán mientras no exista una inteligencia cooperativa que libere a La Palma de su condición de isla altamente subvencionada y desde el Cabildo Insular alguien se atreva a sustituir el mecánico reparto de subvenciones y ayudas por el estímulo y la coordinación de una sociedad civil inmovilista que sigue dormitando, en buena parte, a la sombra de una platanera. Porque La Palma continúa instalada, entre vivos y viveros, no en el día, sino en el siglo de la marmota.

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