Paulino Rivero

Calderonianamente changas

Viene hasta las ínsulas baratarias Antonio Brufau, el presidente de Repsol, como un butanero cargando con su corbata de gucci para repartir bellas esperanzas en cada casa, y la respuesta del presidente del Gobierno regional, Paulino Rivero, consiste en proclamar que los canarios no se venden por un plato de lentejas. Bueno, el problema más acuciante para la mayoría de los isleños no consiste en vender lentejas, sino en comprarlas. En todo caso la calderoniana declaración de Rivero no parece muy apropiada para un presidente del Gobierno. Los presidentes del Gobierno suelen disponer de voceros para largar metáforas populistas, bíblicas o simplemente zoquetas. Los presidentes del Gobierno no van por ahí como personajes de Echegaray (nota para los asesores y meatintas presidenciales: no se trata de un ex ministro socialista, sino de un autor dramático tan ilegible como cualquier blog de medianías) con el rostro crispado, el ceño torvo, la espada enhiesta y el verbo encendido. Es una pesadez insistir en las actitudes que debe o no debe mostrar un presidente del Gobierno – según las normas más elementales de la inteligencia política y el buen juicio institucional — pero llevamos seis años y pico así, y ya ven: no hay manera. Brufau no se mostró particularmente brillante en la defensa del proyecto de su empresa en aguas canarias, pero la reacción política del Gobierno y destacados dirigentes de CC ha resultado lamentable. Los gobiernos están obligados a desarrollar argumentos y no a lanzar admoniciones ni a comportarse como el inmortal Chanquete, refugiándose en su barcaza y cantando no nos moverán.
–¡El petróleo no lo quie-ro/pues lo rechaza Ri-ve-ro!
–¡Nada de petróleo y fuel/pedalea con Berriel!
–¡El petróleo no es azul/nos lo dijo Ríos Rull!
–¡El petróleo es lo pior/ ya lo sabe el gran Melchior!
Uno sospecha que así no se doblega a una multinacional petrolera ni se consigue provocar un fatal ataque neurológico a José Manuel Soria. Vistos los reiterados fracasos administrativos y judiciales del Gobierno autonómico quizás sea la hora del repulsivo realismo: de sentarse a negociar abierta y exigentemente contrapartidas económicas, garantías de seguridad y compromisos laborales con Repsol. No porque sea una estupenda noticia la explotación petrolera en las proximidades de Fuerteventura y Lanzarote, sino porque es inevitable.

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Las cuentas de la lechera prestamista

El presidente Paulino Rivero ha insistido de nuevo, en su visita litúrgica a la World Travel Market, que las empresas hoteleras de Canarias recibirá de manera inminente unos 1.000 millones de euros (mil millones de euros nada menos) en créditos de las principales entidades bancarias españolas. Hace ya cerca de dos meses que Rivero se hizo una postinuda foto en un carísimo hotel madrileño con grandes directivos de la banca española y representantes de los empresarios turísticos de (en) las islas y todavía los unicornios dorados no se pasean por hoteles y apartamentos. Ciertamente se han firmado acuerdos – el principal, con el Banco de Santander – para la concesión de créditos. Pero el Banco de Santander –como cualquier otro banco – no suelta la pasta, sobre todo en estos tiempos, sin tener bien atado un retorno sustancioso. ¿Qué ha ocurrido? Simplemente se ha firmado un contrato subsidiario.
El pasado mes de julio el Banco Europeo de Inversiones concedió al Gobierno regional un crédito de 100 millones de euros: ese es, realmente, la plataforma financiera que sustenta las ilusiones de Rivero. La Consejería de Economía y Hacienda canaliza e instrumentaliza este préstamo a través de convenios con los bancos. El Gobierno se convierte, así, al menos parcialmente, en el garante de toda esta ingeniería financiera. Cada banco se comprometerá a aportar el doble de lo asignado por el BEI a cada proyecto – que no son necesariamente proyectos de rehabilitación o reforma de planta alojativa: un detalle menor del que no ha informado nadie desde el Ejecutivo –y de ahí, en un cálculo aproximado, don Paulino discurre que los 100 millones del Banco Europeo de Inversiones pueden transformarse en 1.000 millones de euros en su totalidad. Obviamente el Gobierno deberá pagar el crédito en tiempo y forma de la entidad europea y los endeudados grandes hoteles de cuatro y cinco estrellas deberán apechugar con el suyo (el máximo permitido, en el caso del acuerdo suscrito con el Santander, era de 12,5 millones de euros por proyecto).  Al menos el Gobierno debería aclarar estas tres cosas: a) Se trata de créditos que pagará parcialmente el contribuyente canario: desde un punto de vista financiero nuestro bolsillo garantiza estos préstamos; b) Los créditos no están ni estarán definitivamente dirigidos al sector turístico; c) Esto no es, ni de lejos, una normalización del crédito a familias y pymes, sino una operación excepcional y no repetible que además, muy probablemente, no convenza a muchos empresarios y autónomos en dificultades.

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Fuego

El presidente Paulino Rivero ha insistido, de nuevo, en que el próximo año el Gobierno autonómico ni subirá los impuestos (algo verosímil) ni procederá a nuevos ajustes presupuestarios (algo ligeramente demencial). No se pondrán en riesgo los servicios esenciales – quizás un día, antes de que terminen de volatizarse los sistemas públicos de educación y sanidad tengan a bien explicarnos de qué esencialidad hablan – y el Ejecutivo regional cumplirá con el objetivo de déficit público. Lo más extraño de todo esto es que en ninguna de las imágenes disponibles de estas declaraciones (vídeos o fotografías) puede detectarse a Paulino Rivero levitando sobre su escaño.
Tal y como diversos voceros del propio Gobierno autonómico han explicado, la inversión  en Canarias descenderá otro 4,5% para situarse en unos apretados 225 millones de euros, el Fondo de Suficiencia disminuye un 32,3% y el Fondo de Compensación Interterritorial un 35,4% mientras desaparece literalmente cualquier aportación a políticas activas de empleo: el Plan Integral de Empleo de Canarias queda enterrado para siempre jamás. Las transferencias corrientes y de capital disminuyen más de un 15%. En cambio, el compromiso de déficit público para la Comunidad canaria –como para las restantes – se sigue manteniendo en el 1%, dos décimas inferior al del presente ejercicio. Se recordará que para 2016 el objetivo impuesto es nada menos del 0,2%, lo que, en una coyuntura económica que excluye la acelerada creación neta de empleo ni el aumento extraordinario de la recaudación fiscal, significará recortes presupuestarios de más de 200 millones de euros en los próximos dos años y medio.
Simplemente se tratan de unos presupuestos de demolición y gran liquidación por fin de temporada. Quizás sea comprensible que Rivero no quiera estimular el alarmismo o el miedo. Por lo general el dirigente que se embarca en esas prácticas termina carbonizado por su propia antorcha. Pero los muy tímidos indicadores de una germinal recuperación económica en el Archipiélago serán abrasados por la furiosa lluvia de miserias presupuestarias urdida por el Gobierno de Mariano Rajoy quien, al parecer, sigue confiado en que la calle no se incendiará y que Canarias no es un territorio fronterizo, sino una provincia maltratable. Se equivoca. Y es hora de hacer algo para que se entere que se equivoca.

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Hoja de ruta

El presidente del Gobierno canario, Paulino Rivero, ha tenido la gentileza de informar, al cabo de un lustro y pico de catastrófica recesión económica, de que su gabinete tiene una “hoja de ruta” para salir de la crisis. Yo sospecho que la hoja se la fumaron el presidente y los consejeros hace tiempo, pero no quiero ser grosero ni destructivo, y solo deseo dejar constancia de la estupefacción que este descubrimiento ha producido en las organizaciones empresariales y en las fuerzas sindicales que no tenían la menor idea al respecto. Como ocurre con todos los políticos durante el último lustro, Rivero se refugia ya no en grandes palabras – todas las grandes palabras han encogido hasta alcanzar las dimensiones de un medio de choped, cena predilecta por gran parte de la población española y canaria en la actualidad – sino en una suerte de simetría verbal que ordena y redime mágicamente el mundo; no en vano Borges cantó al lenguaje “porque simula la sabiduría”.  Canarias, como comunidad autonómica, no tiene, por supuesto, ninguna puñetera hoja de ruta para salir de ninguna parte, porque esta metáfora sobada e inepta ni siquiera dibuja las dimensiones estructurales de nuestros problemas, que no son, obviamente, solo exógenos y adjetivos. Lo cierto es que lo que pudiera hacer competencialmente el Gobierno regional no lo está haciendo, mientras se toma mucho trabajo en insistir en aquello en que no puede hacer nada.
Lo que pudiera (y debiera) hacer la Comunidad autonómica se desarrolla en cuatro frentes: reforma administrativa y normativa, despliegue de condiciones para atraer inversión española y extranjera, renovación inteligente y hábilmente negociada del REF y planificación de programas y acciones para luchar contra la pobreza, la miseria y la exclusión social, maximizando, a través de la coordinación entre las administraciones públicas, los recursos disponibles. La reforma administrativa se extravío a lomos de una formidable comisión que ha desparecido sin ninguna explicación; la búsqueda de inversiones es un ejercicio ajeno a una cultura gubernamental basada en el clientelismo fosilizado y las intrigas palaciegas, mientras se espera que los banqueros, después de un café en el Hotel Palace, firmen créditos a través de convenios que ni siquiera han deletreado; el REF remitido a Madrid es un texto sancochado en tres tardes parlamentarias que corroe la misma naturaleza de un fuero histórico; y la planificación de programas contra la pobreza y la exclusión social depende todavía de una estrategia pomposa que los sesudos napoleones de la consejera Inés Rojas no terminan de pergeñar. Pero tranquilos, Hay una hoja por ahí. No servirá para llegar a un futuro vivible, pero sí para esconder, durante unos segundos, un presente intolerable.

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En el Palace

La reunión del presidente Paulino Rivero en Madrid con representantes de los grandes bancos españoles y del empresariado turístico del Archipiélago brindó una imagen un tanto bizarra. Lo más sorprendente de la misma estribó, precisamente, en el contraste entre la pompa escenografía organizada – un gran salón en el Hotel Palace  tapizado de rojo con una mesa capaz de acoger medio regimiento de lanceros bengalíes – y las relativas vaguedades en las declaraciones finales. Casi todos los banqueros o bancarios fueron parcos en palabras mientras que Rivero y otros altos cargos del Ejecutivo pusieron el entusiasmo, los parabienes y algunas cifras francamente estupendas. Los bancos habrían expresado su voluntad de abrir “líneas de crédito ventajosas” a proyectos de rehabilitación y reforma de la planta alojativa turística en Canarias. Rivero apuntó al final de la reunión que los créditos podrían alcanzar nada menos los 3.000 millones de euros hasta el año 2020 para convertir en una realidad el plan renove de los hoteles isleños que el presidente defiende – muy razonablemente — como “única alternativa” para el sector de la construcción en Canarias.
El curioso mecanismo para alcanzar el maná crediticio consiste en articular convenios entre el Gobierno autónomo y los empresarios turísticos que serán bendecidos por las entidades bancarias. Pero, al parecer, los directivos de la banca no han leído ni uno solo de dichos documentos y menos aun conocen el “convenio marco” que regula la naturaleza jurídica y el funcionamiento de los mismos. ¿Qué aporta el Gobierno regional en este asunto? ¿Ha recorrido simplemente los despachos financieros para ablandar el corazón de piedra de sus egregios ocupantes hablándoles del sol y las playas de Canarias? ¿Ignoran los departamentos de riesgo y los servicios de estudio de los bancos españoles las cifras y perspectivas de la afluencia turística en Canarias o la situación crediticia de las cadenas hoteleras y las autoridades autonómicas han acudido raudas a explicárselo con patriótico detalle? ¿O es que el mismo Gobierno se arriesga en los convenios todavía invisibles a jugar cierto papel de avalista? Sería extremadamente conveniente que el Ejecutivo y su presidente aclararan estos extremos. Porque la grandiosa y promisoria foto del Palace, con su revuelo de corbatas se seda y su delicado hedor a dinero fresco, no se desintegrará en los próximos años y podría ser testigo de un nuevo y extenuante triunfo de la nadería.

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