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A última hora de la tarde de ayer viernes fueron descubiertos, bajo unos polvorientos calzoncillos negros de la talla XXL curiosamente abandonados en el penúltimo escalón de la grada que lleva a las profundidades infernales de la Gerencia de Urbanismo de Santa Cruz de Tenerife, un conjunto de legajos asombrosos relacionados con el caso de Las Teresitas. Se trata de cuatro testimonios documentales que, al margen de un análisis técnico más concienzudo, vienen a proyectar una luz extraordinaria sobre los hechos conocidos, desconocidos o deshechos hasta ahora.
a) Miguel Zerolo  jamás existió. Bajo la expresión nominal “Miguel Zerolo” se esconde en realidad la invocación a un personaje alegórico que podría representar la ontología heideggeriana –  un zer-en-sí  contrapuesto a un zer-para-sí o quizás al revés – los ciclos de la luna en las noches sin luna o bien el astro solar triunfante según una antigua tradición mesopotámica. Por lo tanto, Miguel Zerolo jamás fue alcalde ni mucho menos nadie le votó reiteradamente para que lo fuera durante doce años. El impacto de esta revelación será decisivo en el proceso judicial en curso.
b) La playa de Las Teresitas no está en San Andrés. El segundo documento deja claro, aunque no sea demasiado explícito en ninguno de sus términos, que la playa de Las Teresitas no se encuentra en la ubicación geográfica hasta ahora considerada correcta por decenas de miles de ciudadanos durante varias generaciones. Las Teresitas, en realidad, se encuentran en Uganda, y no se descarta el envío de una comisión rogatoria para examinar el estado de la playa, incluyendo sus prodigiosos acantilados, e investigar toda la documentación que pueda aportar la Junta de Compensación Bantú-Acholi, si no ha llegado antes Mauricio Hayek, por supuesto.
c) Las sedes de los juzgados de primera instancia y del Tribunal Supremo son meras representaciones mentales y no-fenoménicas de Umi-Bozu, oscuro monstruo de la mitología japonesa que descansa en el fondo de los océanos y se alimenta básica, aunque no exclusivamente, de gambas fritas y papel timbrado.
d) Por último, se ha hallado un convenio de colaboración entre la realidad y el periodismo, en pésimo estado de conservación, y prácticamente ilegible, aunque un somero análisis químico ha confirmado restos de sangre, alcohol, opiáceos, tinta de papel moneda, saliva, miedo, resentimiento, estupidez, narcisismo y salsa huacamole.

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito 1 comentario