crueldad

Crueldad y delirio

Muchos se asombran por la cantidad de gente que han descubierto en twitter deseando, anhelando, festejando, proponiendo que se asesine. Yo no. Estoy convencido de que en esta misma isla donde resido – en la que los asesinatos son muy infrecuentes – viven varios cientos de personas, calculando por lo bajo, a los que les gustaría ver tiroteados a políticos, empresarios, sindicalistas, jefes, albañiles, fontaneros, inmigrantes, cuñados. Muchos comparan los tuits de los apologistas del asesinato con los desahogos en la barra de un bar. Se equivocan. Ahí seguirían, el la barra del bareto cubierta de cagaditas de moscas, sentenciando a muerte al objeto de su ira, si solo se tratara de eso. El usuario de twitter es perfectamente consciente del uso de la tecnología. Afirma su barbaridad para que se difunda y disfruta de la percepción de singularidad – y de la intensificación fugaz de su identidad a través de la escritura y de un mensaje suyo y solo suyo. El usuario de twitter sabe (¿podría ser de otra manera?) que no está hablando (escribiendo) solo, sino para otros. La pulsión que comparten estos supuestos heraldos del odio es la pasión por la crueldad. La abismal voluptuosidad de la crueldad que necesariamente debe compartirse para alcanzar su más regocijante expresión.  Ser cruel presupone la ausencia de matices, dudas o ambigüedades. Ser cruel es sentirse vivo.
Esta obviedad – que puede detectarse en las óperas, en las tragedias clásicas, en las corridas de toros, en las telenovelas o en los partidos de fútbol – suele ser obviada con tanto éxito que ahora nos hiela el aliento encontrar el deseo del exterminio al prójimo en los tuits de miles de personas. Lo que debe hacerse es aplicar el código penal vigente y punto, no crear brigadas policiales a las que el amanecer encuentre fiscalizando el timeline de los tuiteros. Y aplicarlo en todos los casos denunciables, no a los que afectan a uno u otro partido político. Porque resulta incomprensible que se actué con una vertiginosa celeridad en el caso de un tuitero casi adolescente mientras en Tenerife, por ejemplo, un chulesco mamarracho se dedique a amenazar de muerte y a vejar a quien se le antoje desde una emisora ilegal llamada Mi Tierra Televisión. Hace poco explicó con todo lujo de detalles como le pegaría tres tiros en la boca al alcalde de Marinaleda, pero antes ha excretado sus basura sobre políticos y ciudadanos de Puerto de la Cruz. Lleva años ejerciendo el matonismo más nauseabundo impunemente. Y no usa twitter.

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito ¿Qué opinas?