Cabildo de Tenerife

No la moverán

María José Belda, portavoz (todavía) de Podemos Canarias en el Cabildo de Tenerife, lo ha bordado. Ha conseguido sintetizar todas las opciones y alternativas que en medio de la crisis – más o menos bien silenciada – que vive Podemos puede tomar un cargo público moradísimo. La señora Belda ha decidido, a saber:

a) Abandonar la militancia en Podemos.

b) No abandonar la militancia en Podemos hasta que termine el actual mandato en mayo de 2023.

c) Asegurar que jamás le interesó ocupar cargo público alguno.

d) Ofrecerse para ocupar un cargo público (por ejemplo, consejera del Cabildo de Tenerife) participando en las listas electorales de 2023.

e) Valorar el gran trabajo realizado por Podemos en los últimos años con responsabilidades en numerosos ámbitos políticos.

f) Abandonar Podemos y referirse a la “burocratización” como clave de algo aparentemente innombrable, cuando no incognoscible (bis).

g) Propiciar una gran confluencia de fuerzas de la izquierda transformadora en las próximas elecciones autonómicas y locales que unifiquen y clarifiquen una oferta progresista para las mayorías.

h) No clarificar cuáles serán esas fuerzas que coincidirán en esa confluencia clarificadora.

Afortunadamente la consejera no entró a analizar la gestión de estos casi tres años y medio del Cabildo de Tenerife. Tal vez no lo hizo porque es corresponsable de la misma: sin los tres votos de  Podemos  Pedro Martín no hubiera podido ser presidente de la corporación ni Enrique Arriaga – ese Leonardo da Vinci de la política local – vicepresidente e impresionante como un oficial austrohúngaro.  Se comprende que para Belda escrutar la gestión de Martín y Arriaga, seguros y reaseguros mutuos, sea muy decepcionante. Calificar como “progresista” el cúmulo de desaguisados, torpezas, retrasos, chismorreos, dilaciones, venganzas, cefaleas, gritos y tonterías que han caracterizado a esta pareja de baile – y al gobierno insular peor valorado por los propios funcionarios del Cabildo en los últimos cuarenta años – es francamente difícil. No se diga explicar las razones de Podemos para no exigir jamás el cumplimiento de alguna de sus demandas después de renunciar a ocupar ninguna responsabilidad de gestión. Belda y sus compañeros eligieron la puerilidad de jugar a ser simultáneamente – un hobby muy extendido en su organización – gobierno y oposición. En 2019 Podemos sacó 18.000 votos menos que en 2015.  Todas las encuestas disponibles avanzan que Podemos se quedará en el Cabildo por debajo de los 20.000 votos y, con mucha suerte, puede aspirar a conseguir un solitario consejero.

Por supuesto ese y no otro es el motivo de la anhelada confluencia a la que se refiere Belda y que en Podemos y Sí se Puede se considera inexcusable para no quedar reducidos a una fuerza testimonial o incluso a quedarse fuera de algunas instituciones. Para los promotores del intento – que van intensificando contactos en los últimos meses  — Podemos, Si se Puede, Izquierda Unida, Equo, Más País y el grupo que pretende acaudillar Alberto Rodríguez Mi Niño deben sacrificarse de una vez para presentar en todos sitios listas electorales unitarias. Si es con la chulísima bendición de la compañera Yolanda Díaz mejor. Por eso la gentil Belda tiene un pie dentro y otro fuera. Y paradójicamente de ahí, de estar en dos sitios como mínimo a la vez, no, no la moverán.

 

 

 

 

 

 

 

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Cuando el niño se mea en la Cuna del Alma

Veremos maravillas y trampantojos indescriptibles alrededor de  del proyecto urbanístico y hotelero Cuna del Alma, en las inmediaciones del puertito de Adeje. Ayer martes, sorpresiva y sorprendentemente, la Dirección del Territorio y Patrimonio Histórico del Cabildo de Tenerife ha dictado una resolución por la que mantiene la suspensión cautelar de una parte de las obras, porque “en ese espacio se ha producido la destrucción parcial de restos arqueológicos”, lo que constituye una infracción administrativa calificada como “muy grave”. Caramba. ¿Cuándo se produjo la destrucción de los restos y en qué ha consistido exactamente? Este nuevo informe, ¿es fruto de una denuncia o se ha producido de oficio? ¿No había afirmado el presidente del Cabildo, Pedro Martín, que todos los informes sobre el proyecto eran favorables?

Una vez conocido el papel de la Dirección Insular del Territorio y Patrimonio Histórico – una demostración de que el cumplimiento de la joven ley de Patrimonio representa una auténtica garantía conservacionista – ha cundido la desconfianza entre las organizaciones ecologistas, medioambientalistas, políticas y vecinales que se han posicionado contra el proyecto Cuna del Alma. La idea más extendida es que el Cabildo de Tenerife – y en general todos los poderes públicos – intentará por todos los medios orquestar un paripé para evitar que el PSOE sea castigado electoralmente – a nivel local e insular – por autorizar un urbanización de lujo impulsada por inversores extranjeros y que ocupará una zona privilegiada y vinculada a los usos sociales y a la memoria colectiva de miles de tinerfeños. Para evitar tanto un fortalecimiento al desarrollo de la urbanización como un desgaste electoral más que probable el ayuntamiento de Adeje y el Cabildo tinerfeño retrasarán todo lo posible el comienzo efectivo de las obras o, en el peor de los casos, se emprenderán los trabajos menos agresivos espacial o paisajísticamente. Informitos negativos, apertura de algún procedimiento de infracción, supuestos nuevos compromisos de los inversores en materia ambiental, mayor número de contrataciones. Queda a la credulidad de cada cual presentes y futuras modificaciones, nuevas promesas o improvisaciones en el calendario. Solo una observación al respecto: los grandes proyectos de inversión en urbanizaciones de lujo que pretenden levantarse en las proximidades de parajes con protección ecológica, paisajística y/o arqueológica suelen contratar a biólogos, ecólogos y/o arqueólogos. No ha trascendido que los responsables de Cuna del Alma lo hayan hecho.

Más allá de las maniobras de distracción del Cabildo Insular, más allá incluso de la apología del proyecto explícitamente formulada por el presidente del Gobierno autónomo, Ángel Víctor Torres, tan escasamente coherente con la muy supuesta identidad de un Ejecutivo preocupado por la ecología y la sostenibilidad, está la incomprensión de inversores, políticos y  técnicos a sueldo para entender la oposición frontal entre miles de personas, sus argumentos, su determinación, su voluntad de convertir este espacio de Adeje en el testimonio practico de una lucha contra  una nueva colonización turística del territorio, que solo sería accesible para millonarios capaces de autoabastecerse en sus propios palacetes sin necesidad siquiera de salir a comer, a comprar o a desenvolverse por los alrededores. La protesta contra una urbanización en La Tejita, en El Médano, será una broma contra lo que puede ocurrir en el puertito de Adeje. Vendrán ciudadanos de toda la isla y de todas las islas para evitar que el alma isleña sea adormecida en cualquier cuna de mármol, oro y lapislázuli. No deberían olvidarlo. No va a ser un paseo militar con un par de multas de adorno. Quítense esa idea de la cabeza y de la cartera.  

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Maravillas y trampantojos

Veremos maravillas y trampantojos indescriptibles alrededor de  del proyecto urbanístico y hotelero Cuna del Alma, en las inmediaciones del puertito de Adeje. Ayer martes, sorpresiva y sorprendentemente, la Dirección del Territorio y Patrimonio Histórico del Cabildo de Tenerife ha dictado una resolución por la que mantiene la suspensión cautelar de una parte de las obras, porque “en ese espacio se ha producido la destrucción parcial de restos arqueológicos”, lo que constituye una infracción administrativa calificada como “muy grave”. Caramba. ¿Cuándo se produjo la destrucción de los restos y en qué ha consistido exactamente? Este nuevo informe, ¿es fruto de una denuncia o se ha producido de oficio? ¿No había afirmado el presidente del Cabildo, Pedro Martín, que todos los informes sobre el proyecto eran favorables?

Una vez conocido el papel de la Dirección Insular del Territorio y Patrimonio Histórico – una demostración de que el cumplimiento de la joven ley de Patrimonio representa una auténtica garantía conservacionista – ha cundido la desconfianza entre las organizaciones ecologistas, medioambientalistas, políticas y vecinales que se han posicionado contra el proyecto Cuna del Alma. La idea más extendida es que el Cabildo de Tenerife – y en general todos los poderes públicos – intentará por todos los medios orquestar un paripé para evitar que el PSOE sea castigado electoralmente – a nivel local e insular – por autorizar un urbanización de lujo impulsada por inversores extranjeros y que ocupará una zona privilegiada y vinculada a los usos sociales y a la memoria colectiva de miles de tinerfeños. Para evitar tanto un fortalecimiento al desarrollo de la urbanización como un desgaste electoral más que probable el ayuntamiento de Adeje y el Cabildo tinerfeño retrasarán todo lo posible el comienzo efectivo de las obras o, en el peor de los casos, se emprenderán los trabajos menos agresivos espacial o paisajísticamente. Informitos negativos, apertura de algún procedimiento de infracción, supuestos nuevos compromisos de los inversores en materia ambiental, mayor número de contrataciones. Queda a la credulidad de cada cual presentes y futuras modificaciones, nuevas promesas o improvisaciones en el calendario. Solo una observación al respecto: los grandes proyectos de inversión en urbanizaciones de lujo que pretenden levantarse en las proximidades de parajes con protección ecológica, paisajística y/o arqueológica suelen contratar a biólogos, ecólogos y/o arqueólogos. No ha trascendido que los responsables de Cuna del Alma lo hayan hecho.

Más allá de las maniobras de distracción del Cabildo Insular, más allá incluso de la apología del proyecto explícitamente formulada por el presidente del Gobierno autónomo, Ángel Víctor Torres, tan escasamente coherente con la muy supuesta identidad de un Ejecutivo preocupado por la ecología y la sostenibilidad, está la incomprensión de inversores, políticos y  técnicos a sueldo para entender la oposición frontal entre miles de personas, sus argumentos, su determinación, su voluntad de convertir este espacio de Adeje en el testimonio practico de una lucha contra  una nueva colonización turística del territorio, que solo sería accesible para millonarios capaces de autoabastecerse en sus propios palacetes sin necesidad siquiera de salir a comer, a comprar o a desenvolverse por los alrededores. La protesta contra una urbanización en La Tejita, en El Médano, será una broma contra lo que puede ocurrir en el puertito de Adeje. Vendrán ciudadanos de toda la isla y de todas las islas para evitar que el alma isleña sea adormecida en cualquier cuna de mármol, oro y lapislázuli. No deberían olvidarlo. No va a ser un paseo militar con un par de multas de adorno. Quítense esa idea de la cabeza y de la cartera.  

 

 

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El resignado

Pedro Martín no tendrá que esperar al congreso del PSOE de Tenerife – que se celebrará el próximo marzo – para revalidar su cargo de secretario general. Ya ha superado el máximo de avales y la probabilidad de un candidato alternativo es, más o menos, igual a cero. Pero su éxito no es precisamente épico. Martín será de nuevo secretario general por incomparecencia de alternativas, por resignación de los cargos públicos y los cuadros del partido, porque el PSOE tinerfeño – hace quince años la organización política más potente del archipiélago – es un logotipo enseñoreándose en un solar desértico. ¿Qué ha ocurrido en el PSOE de Tenerife para llegar a esta situación? ¿Cómo es que la recuperación de importantes cuotas de poder político e institucional –incluido nada menos que el Cabildo Insular — no ha servido para galvanizar y proyectar la organización?

La responsabilidad más inmediata recae, como es obvio, en el propio Pedro Martín. Fue un magnífico alcalde de Guía de Isora de donde –según algunas bocas socialistas – nunca debió haber salido. Pero ese era precisamente el problema. Después de veinte años de buena gestión y mayorías absolutas  Martín se aburría como una perla en la ostra. Primero intentó escapar solicitando (y obteniendo) un escaño en el Parlamento de Canarias. Renunció al cabo de dos años y pico y se empotró de nuevo en el Sur. Llegó en 2017 a la secretaria general  representando, supuestamente, al sector más crítico con Ángel Víctor Torres, el defensor de los intereses tinerfeños –que muchos entendían preteridos – frente a la dirección regional, y le ganó la partida a Gloria Gutiérrez. Pero asombrosamente Martín evidenció en muy poco tiempo una espeluznada alergia al liderazgo y sus compromisos. Incluso ante una crisis tan aguda y explosiva como la que se produjo en el ayuntamiento de Arona prefirió ausentarse y dejar que se encargarse la dirección regional, que por cierto hizo otro tanto a favor de la autoridad federal. Tampoco ha sabido construir un liderazgo a través de la presidencia del Cabildo. Como alcalde, Pedro Martín trabajaba un mínimo de doce horas; desde que preside el Cabildo  rara vez llega al despacho antes de las ocho y media de la mañana y a las seis de la tarde emprende el regreso –en coche oficial –a Guía de Isora. Ha desoído siempre la conveniencia de disponer de una vivienda, por muy provisional que sea, en la capital de la isla. No mantiene un contacto regular ni sistemático con las agrupaciones locales y con los alcaldes socialistas usa sobre todo el teléfono y el wasapp. Nadie conoce su proyecto político y social para Tenerife y su gobierno es un conjunto ineficiente de reinos de taifas y una sartenada de egos revueltos, con un vicepresidente, Enrique Arriaga, con aspecto de mayordomo sospechoso de todos los crímenes simbólicos imaginables en una película de serie B. 

El partido ofrece un encefalograma plano en los últimos cuatro años. La actividad partidista, en efecto, es minúscula y errática. El PSOE tinerfeño sufre una fragmentación paralizante y se entiende por los cargos públicos como una vía muerta de promoción política. Los alcaldes se concentran en sus municipios; los más listos, oportunos u oportunistas han corrido hacia el amplio y cómodo y sedoso Gobierno autonómico. Nadie quiere practicar ya el viejo cursus honorum por el que empezabas de concejal y terminas como consejero del Ejecutivo o gerifalte de un Cabildo. Es todo bastante menesteroso y raído y con muy poco interés para los jóvenes y sobre todo, para profesionales dispuestos a invertir tiempo y sacrificios en la vida pública. Un liderazgo débil y agorafóbico, un aparato partidista raquítico, agotado y sin ideas, una fragmentación de voluntades e intereses: es eso, y no una trayectoria exitosa, lo que le ha asegurado un segundo mandato a Pedro Martín. Nadie quiere esa estropajosa púrpura. Quizás el presidente del Cabildo de Tenerife tampoco. El primer resignado es él.

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La fantasía del tren

El tren hacia el Sur es uno de los seres fantásticos preferidos por el gran público en la mitología tinerfeña. Un tren que nos llevará a todos a todos los sures y convertirá la autopista casi en un hermoso paraje desértico. Hay gente que dice que todo está en los Simpson; yo, que he sido pedante desde jovencito y no lo voy a dejar ahora, sospecho que todo está en Eliot, que en La tierra baldía nos cuenta: “I read, much of the night, and go south in the winter…” Llevamos tantos años leyendo toda la noche sobre el tren – moderno, rápido, carísimo, salvífico, destructor – y pensando que en el próximo invierno iremos al sur… Pero el tren jamás se ejecutará, y si lo hace, cuando en su viaje inaugural no encontrará nada al llegar o tal vez hallará un montón de residencias con alemanes e ingleses moribundos junto a sus piscinas de pisos en manos de fondos buitre.

Durante ocho años Coalición y el PSOE votaron conjuntamente en los plenos para disponer las cantidades necesarias a fin de encargar los primeros estudios y prospectivas del trazado. Luego, hace dos años y medio, el PSOE, inspirado en el mago Pop, decidió que jamás había tenido responsabilidades en el Cabildo tinerfeño y prefirió olvidarse del proyecto. No exhibirse en contra exactamente sino sufrir cierta amnesia temporal. Ningún presidente mejor para aparentar una amnesia oportunista que Pedro Martín, cuya expresión más habitual corresponde a alguien que ha perdido las llaves y no consigue recordar donde las dejó, si es que tenía llaves y las dejó en algún sitio. Su vicepresidente, el ciudadano Arriaga, inerte consejero de Movilidad, decidió llevar una moción que recuperaba el entusiasmo por el tren, pero la retiró. Arriaga es uno de esos caballeros que puede prescindir con cierta comodidad no solo de las convicciones ajenas, sino también de las propias, y se cargó su moción porque Podemos,  que apoya con sus tres votos al gobierno de Martín, amenazó con represalias. Para Podemos el tren al Sur está conducido por el Maligno. Total, que el tren ya es al mismo tiempo pasado y futuro, proyecto y asco, solución y condenación. Como siempre ha sido. Falta apenas años y medio para las próximas elecciones. No se moverá una piedra ni se diseñará un solo pliego ni se tocará siquiera el asunto en los plenos.

Lo peor de todo es que el tren del sur, previsiblemente, no acabaría con los problemas de movilidad en las autopistas y carreteras tinerfeñas, aunque lo aliviaría significativamente. Es imposible regresar a 1980 y llegar desde Santa Cruz a El Sauzal o a Güimar en apenas quince minutos. A las miles y miles de personas que, desde los municipios del Norte deben acudir a diario a Santa Cruz por motivos laborales el tren del Sur les trae bastante sin cuidado. ¿Van a hacer otro en el Norte?  En Tenerife están avecindadas más de un millón de personas y por sus carreteras circulan unos 950.000 vehículos cada día. Mientras el vehículo individual sea entendido y tratado como un símbolo de identidad, casi una continuación mecánica del cuerpo del individuo, la movilidad no estará garantizada. Sería imprescindible, por ejemplo, dejar el coche fuera de las principales ciudades del archipiélago y proyectar en las afueras periurbanas amplias zonas de parking. ¿Qué político corre el riesgo de dejar sin automóvil a un elector a las puertas de Las Palmas de Gran Canaria o de Santa Cruz de Tenerife o de La Laguna?  La carga de responsabilidad de CC sobre esta catástrofe inminente resulta obvia, pero era y es asombroso que un problema tan grave y necrosado no sea motivo suficiente para consensuar estrategias entre distintas administraciones públicas; es bochornoso que una isla al borde del colapso circulatorio dependa de la debilidad estrábica de Martín, la roncante cobardía de Arriaga o el mesianismo de Belda y sus compañeros. Me temo que no iremos al sur si no es en nuestro propio fotingo o en las insuficientes guaguas de TITSA. Ciertamente todo está en la poesía: “…più nessuno mi porterà nel sud”. Es de Quasimodo. Creo que no tenía coche.

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