Anselmo Pestana

Hasta la derrota final

Una delegación de los consejeros socialistas que en el Cabildo de La Palma decidieron establecer un pacto de gobierno con el PP viajó ayer a Madrid para entrevistarse con Gaspar Zarrías, secretario de Política Municipal del PSOE. El compañero Zarrías – exdiputado, exsenador, exvicepresidente de la Junta de Andalucía, exsecretario de Estado — deviene una prueba en carne mortal de que para sobrevivir en los cielos orgánicos no es imprescindible otra cosa que considerar el partido como un orden inmutable cuya principal función es autorreproducir su estatus quo. Ya lo dijo Bertold Brecht: “El que está solo tiene dos ojos/el Partido tiene miles de ojos…”  Gaspar Zarrías les vino a explicar eso, poco más o menos: Anselmo Pestana sufre una intolerable hipermetropía política, compañeros, y ustedes solo tienen dos ojos cada uno, mientras que el partido tiene miles de ojos, con lo que lo más pertinente es arrancarle los suyos. Todo posible acuerdo o transacción ha quedado definitivamente roto. Pestana y sus compañeros no están ya en el PSOE y no se tolerará su regreso. La dirección federal (a la que el secretario general del PSC, José Miguel Pérez, debió recurrir por su patética incapacidad para enderezar este entuerto) ha practicado algo más parecido a una excomunión que a una expulsión disciplinaria.
Lamentablemente la gran mayoría de las agrupaciones locales socialistas de La Palma siguen apoyando al que fuera su secretario general y defendiendo la moción de censura que descabalgó a la coalicionera Guadalupe González Taño de la Presidencia del Cabildo Insular. Tanto José Miguel Pérez como la dirección federal confían en que los militantes palmeros se bajen de la parra y reparen en que fuera del PSOE hace mucho frío. Se equivocan.  Es el PSOE donde, después de años y a veces décadas de militancia, les han congelado el resuello. En los últimos meses se han sucedido numerosas reuniones de este a oste de la isla con un asunto central a debatir: la creación de un nuevo partido político (¿Socialistas por La Palma?) que ya cuenta con simpatías tanto en la capital política (Santa Cruz) como en la capital económica (Los Llanos de Aridane). Apenas un año antes de las elecciones autonómicas y locales el PSC-PSOE podría quedarse reducido a una anécdota casi insignificante en La Palma y perder los dos diputados que obtuvo en 2011. Si se considera la acentuada debilidad política y organizativa del PSC en todos los territorios insulares se comprueba de nuevo que, gracias a José Miguel Pérez los socialistas seguirán cogobernando, quizás más allá del 2015, al precio de renunciar a su propio partido y a su autonomía programática y operativa. Marchando a toda velocidad en el coche oficial hasta la derrota final.

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El sepulturero de la rosa

Las opiniones de Casimiro Curbelo sobre la democracia directa o el sector del ocio nocturno en las grandes capitales europeas son probablemente prescindibles; en cambio, su análisis sobre la situación del PSC-PSOE no suelen carecer de interés, y no solo del suyo. Curbelo ha bruñido una conclusión a partir de lo ocurrido en la organización socialista en los últimos años, una conclusión de un realismo obsceno: “El PSC está consiguiendo no poder gobernar en el futuro”. No se me ocurre mejor resumen aunque habría que contextualizarlo: conservar la cuota de poder en el actual Gobierno autonómico está llevando a los socialistas ha dinamitar su propio partido. Apenas unas horas después de que la dirección federal ordenara la suspensión de toda actividad orgánica (sobre la inorgánica, todavía no se ha pronunciado, lo que excluye a Manuel Marcos) del PSOE de La Palma, un juzgado encuentra que la expulsión de Anselmo Pestana y sus compañeros en el Cabildo no se ajusta a la legalidad ni a las propia normativa interna del PSC, por lo que considera que deben considerarse militantes socialistas de plena derecho, individualmente y como grupo en la corporación insular.
Disolver de facto el PSOE palmero resulta una medida suicida para la organización en toda Canarias a año y medio de las elecciones autonómicas y locales. En el peor de los casos Pestana y los demás estigmatizados están dispuestos a montar un nuevo partido y competir electoralmente. La situación en La Palma se suma a los ruinosos desgarros en Tenerife: entre el otoño de 2010 y la primavera de 2011 el PSC perdió casi un tercio de sus militantes tras el portazo definitivo de Santiago Pérez y a continuación han saltado varios pactos municipales – el de mayor relevancia política ha sido el de Tacoronte – con la apertura de más expedientes de expulsión como único modus operandi de la cada vez más encastillada dirección regional. No es cierto que esta espada flamígera demuestre la fortaleza y brío de la autoridad del secretario general, José Miguel Pérez, el vicepresidente del Gobierno autonómico más silencioso de los últimos treinta años. Más bien lo contrario: es un síntoma de la debilidad extrema de su liderazgo, de su patológica incapacidad para el diálogo y el consenso, de su renuncia pancista a encabezar e impulsar la imprescindible reforma de una organización moribunda, inane y oligarquizada hasta los huesos. Pérez es el sepulturero del PSC-PSOE. Pero solo de ocho a cinco. A las seis ya está en la cama, en camisón y con el orinal al lado, leyendo a Gibbon.

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