Hermano Rodríguez

Los grancanarios deben sentirse singularmente tranquilos porque el nuevo consejero del Cabildo de Gran Canaria, Miguel Ángel Rodríguez, que entra en sustitución de un Juan Manuel Brito forzado a dimitir por la sañuda persecución de la dirección de Podemos, se ocupará del área de Seguridad y Emergencias. Eso es, al menos, lo que afirman los dirigentes de Podemos, en especial su secretaria de Organización, Concepción Moreno, que se ha apresurado en explicar la redistribución de áreas y cometidos entre sus consejeros. Queda el pequeño detalle de informar al respecto al presidente del Cabildo Insular, Antonio Morales, el señor que firma los decretos de nombramiento, como firma los de destitución. Debe ser la poca costumbre de transitar por instituciones democráticas o el pleno convencimiento de que Morales tragará con absolutamente todo. Ya verán que no pone pegas. La supervivencia del tripartito está por encima de todo. Como si Miguel Montero –el portavoz justiciero — asume todas las áreas y los demás se dedican a recitar las cartas del subcomandante Marcos, debidamente expurgadas por Meri Pita de cualquier alusión crítica a su estilo de liderazgo, en los plenos y comisiones.
Pero conviene no abandonar a Miguel Ángel Rodríguez, que llega al gobierno insular con mucho amor entre pecho y espalda, no ese amor que se derritió como lava ardiendo sobre los sesos de Brito, sino un amor más puro, más reconfortante, más esperanzado. Rodríguez, inmediatamente antes de tomar posesión, asistió durante unos minutos al pleno del Cabildo, y según nos cuenta quedó un poco horrorizado por lo que descubrió. La tensión, a veces perfumada por cierta hostilidad, la tumultuosa disparidad de pareceres, la discusión sin los atributos de la cordialidad y la sonrisa. ¿Por qué las cosas tienen que ser así? ¿Por qué al hermano Antonio se le enciende el rostro, y el hermano Carmelo se enfurruña, se encoge y pierde otros diez centímetros de estatura, y el hermano El Jaber sigue empecinado en difundir la maldad y causar daño destruyendo la entropía de algo tan hermoso como el Universo?  Rodríguez cree en la paz, en el pueblo y, muy probablemente, en los productos ecológicos, las chancletas que venden en los chinos y la sal del Tibet como mejor aditamento en las comidas. Por eso expresó (literalmente) que preferiría dirigir una Consejería de la Felicidad, un ejemplo que debería multiplicarse bajo la tolerante mirada de don Antonio: una Consejería del Buen Rollo, una Consejería de la Sonrisa, una Consejería de los Abrazos, una Consejería del Eructo Contenido, una Consejería de Donde Comen Dos Comen Tres, una Consejería Chachi y Guachi, una Consejería de Todo Va Bien….
Sí, exactamente, esta alma volcada en el servicio público – es funcionario como cualquier persona decente — asumirá al área de Seguridad y Emergencias del Cabildo de Gran Canaria. Sinceramente, ¿qué podría salir mal, hermanos en el Tripartito?

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito ¿Qué opinas?

Deja un comentario