Ese señor

Recuerdo a Rodríguez Zapatero (ustedes disculpen) pronunciándose sobre Rajoy en una entrevista cualquiera: “Es que parece un señor muy mayor, ¿no? Un señor de los que te encuentras leyendo el periódico del día anterior en el casino del pueblo”. Pues sí. Rajoy era una reliquia, pero lo ha sido siempre. Rajoy sintetiza el espíritu vintage de la política española. El señor Rajoy, nos dicen, es un superviviente, pero eso es una tontería escasamente interesante. Todo político que cubra más de dos ciclos electorales es un superviviente. Lo interesante es el contexto que le ha permitido sobrevivir tan estupendamente que ha llegado a ser presidente del Gobierno. Un Rajoy triunfal es inconcebible entre los republicanos estadounidenses, los conservadores británicos postatcheristas o la derecha francesa. Un Rajoy triunfal exige casinos de cafeconleche, intrincadas maquinarias burocráticas que articulan partidos fieramente verticales, largos pasillos iluminados y despachos en la sombra, un cursus honorum que premia la lealtad perruna,  la mediocridad quintaesenciada y su interminable sordidez, la carencia de ideas propias, consideradas siempre como una actitud antihigiénica. No se fabrica un Rajoy así como así, pero un Rajoy así solo puede pasar por la Presidencia del Gobierno y salir incólume, ya que no enmedallado, en épocas de gestión pancista y prosperidad en los parterres. Ahora mismo don Mariano Rajoy es el hombre equivocado en el lugar incorrecto y en el peor momento.
Todo esto le viene grande, muy grande, a este individuo afásico, condotiero oficinesco, remedo ministerial de los tiempos de don Antonio Cánovas del Castillo. Y la crisis de su partido, agusanado por una corrupción enlaberintada, ya lo aplasta. Este festival diario de detenciones, imputaciones, declaraciones en los juzgados, autos y procesamientos no puede ser obviado con cuatro frases tartamudeantes, ni siquiera en el altar intocable de una televisión de plasma. Desde el primer minuto de su gobierno renunció a cualquier programa de reformas políticas y jurídicas que necesitaba el país hace más de una década. Creyó que estrangulando el gasto y la inversión – a las comunidades autónomas y los ayuntamientos –  podría continuar este machihembrado de capitalismo de amiguetes y administraciones públicas colonizadas por los partidos políticos, y sobre todo por el suyo, hasta la exasperación, hasta la infamia, hasta Suiza y Luxemburgo. Y ya no le queda tiempo en el muy improbable caso de que se decidiera a hacerla. Ocurre con el PP que es irreformable. El mismo Rajoy es uno de los responsables de su arquitectura organizativa, sus criterios de selección de personal político, su cultural funcional. El PP no puede ser purificado sin destrucción.  El suicidio no suele ser un nuen incentivo. La  tempestad va a arreciar, pero lo negarán todo numantinamente, y un día no lejano Rajoy terminará refiriéndose a sí mismo como a ese señor por el que le están preguntando.

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito ¿Qué opinas?

Deja un comentario