Gracias maestro Alemán

El Premio Canarias de Comunicación no formaba parte del núcleo inaugural de los galardones que creó la comunidad autónoma para ensalzar a ciudadanos y ciudadanas de nuestro país cuyas obras merecen reconocimiento colectivo. La tradición oral señala a Salvador García Llanos, tal vez el mejor director general de Comunicación que hemos sufrido, como el responsable de crear esta modalidad, convenciendo a Jerónimo Saavedra. Los primeros periodistas distinguidos solo generaron unanimidad. Eran viejos maestros en lo suyo y nadie podría discutirlo sin caer en el ridículo: José Padrón Machín, Gilberto Alemán. Antonio Lemus del Moral, Trino Garriga. Luego los políticos se olvidaron de la mesura y comenzaron a premiar a periodistas que podrían ser excelentes profesionales – muchos de ellos lo eran y lo siguen siendo – pero que estaban en la plenitud de sus carreras. Hace ya mucho tiempo que debió incluirse en las bases del galardón que nadie menor de 60 o 70 años debería recibirlo. Algunas vez he pensado incluso que el mejor candidato al Premio Canarias de Comunicación sería el periodista muerto y que deberíamos empezar por riguroso orden cronológico y galardonar a Viera y Clavijo. Nadie se quedaría sin recibirlo.

Ayer, sin embargo, el jurado del Premio Canarias de Comunicación, presidido por Cristina Alcaine,  rompió la racha juvenalista y propuso al presidente del Gobierno a José A. Alemán como ganador, y acertaron magníficamente por todos nosotros. Alemán es una de las grandes figuras de la historia del periodismo contemporáneo en Canarias y solo los años y los achaques – nunca los poderosos con o sin uniforme – han conseguido enmudecerlo. Es, también, el penúltimo ejemplar vivo de un periodismo que no se entendía a sí mismo sin una crepitante y combativa curiosidad intelectual, sin establecer contactos con otras disciplinas – la historiografía, la economía, la sociología – para entender el presente y sus raíces, el pasado y sus supervivencias, el futuro con sus luces y sus tinieblas. Es la suya una obra admirable porque mientras atendía día a día a la noticia – la loca que sale y entra de la casa del periodista sin pedirle permiso – intentaba entender esta hermosa y balbuceante condena que es Canarias leyendo desorbitadamente y buceando en archivos públicos – como el del Museo Canario – y privados. En los años setenta y principios de los ochenta, inmediatamente antes de la llegada a la madurez de la historiografía canaria, Alemán fue un historiador de urgencia que sabía contextualizar la información en su placenta histórica y sabía contar la historia como si fuera una noticia: los cómo, cuándo y por qué de la excepcionalidad canaria como territorio atlántico de frontera.

La consecuencia inmediata y natural de este andar y desandar cotidianamente el camino entre la actualidad y la historia fue una conciencia identitaria que cuajó en un estilo inconfundible, es una capacidad narrativa sorprendente, en una prosa cuajada de ritmos sintácticos y canarismos nunca impostados que formalizan el discurso de uno de los pocos escritor de periódicos que han sobrevivido en Canarias. Las limitaciones de nuestra industria cultural le han jugado una mala pasada a Pepe Alemán, que ha hecho lo que ha podido en la prensa, en la radio, en la creación de revistas y colecciones editoriales, incluso en la escritura de guiones para televisión. Ojalá este premio, con todo lo fugaz que puede ser, ayude a rescatar textos inéditos suyos – cuentos, ensayos, novelas – que se aburren en las gavetas de su casa desde hace demasiado tiempo. Mientras tanto creo que algunos periodistas, entre los que me cuento, disfrutarán más de este premio que el propio maestro, que sabe que no hay pompa, ni trompeta, ni distinción comparable a contar bien una historia, a retratar a un político sin prisa pero sin pausa, a elegir una palabra aprendida de los padres para coronar una noticia, analizar un desafuero, contar las historias de nuestra Historia.  

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito ¿Qué opinas?

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