Humorismo

Mucha gente sufrió cólicos por la risa que les provocó la maravillosa imitación que el humorista José Motos hizo del todopoderoso vicepresidente Alfredo Pérez Rubalcaba. Yo incluido. El arte del hurgamiento, se titulaba el sketch, y como en todas las buenas caricaturas era una síntesis perfecta e inestable entre la realidad objetiva y su representación cómica. Un guión impecable – Pérez Rubalcaba indicando que los españoles tenían dinero disponible en el fondo de sus sofás y solo tenían que hurgar para conseguirlo—era lo que dotaba a la parodia de la máxima eficacia. El mismo vicepresidente comentó un par de días después que se divirtió mucho. El señor vicepresidente – es lo único que cabe añadir al sketch — es muy inteligente.
El programa de Motos se emitió por la televisión pública española la pasada Nochevieja. Entre torpezas, negligencias, estupideces y claudicaciones programáticas, no puede negarse al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero un logro importante: convertir Televisión Española en un medio de comunicación riguroso, aceptablemente neutral y sólidamente profesional. Pero en varias televisiones autonómicas la sátira política de gobiernos y oposiciones tiene su espacio tranquilamente aceptado por las autoridades públicas, como ejemplifican Polonia en Cataluña o Vaya semanita en el País Vasco. Una crítica paródica como la de Mota es impensable, en cambio, en la televisión autonómica canaria.
La cadena pública canaria no ha servido hasta hoy para cumplir dos de sus principales objetivos fundacionales: estimular la creación audiovisual en el Archipiélago y divulgar lo que estamos haciendo actualmente, aquí y ahora, en las artes y en las ciencias. La televisión pública canaria no sabe de escritores, pintores, escultores, músicos, autores ni compañías teatrales canarias. No sabe nada de nuestra investigación universitaria. No sabe nada de nuestros barrios y nuestros pueblos, salvo cuando los ilumina tenebrosamente la crónica de sucesos o pasa por ahí una alegre romería. Estas realidades son invitados de excepción a los que se atiende con una sonrisa conmiserativa. Y desde luego la televisión pública canaria es incapaz de imaginar humorísticamente a Paulino Rivero ordeñado por una cabra, a José Manuel Soria devorado en un fiordo por salmones asesinos, a José Miguel Pérez haciéndose un transplante capilar para que no lo confundan con Manolo Vieira o a los de Sí se puede fundando la primera comuna autogestionaria en Los Baldíos. Porque se entiende como humorismo una ñora becerreando –lo bueno o una disidencia grotesca e intolerable – lo impensable.

Publicado el por Alfonso González Jerez en General 8 comentarios

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