Irracionalidad

Escuchar a un señor como Luis de Guindos quejarse amargamente por la irracionalidad de los mercados es divertido. Si la prima de riesgo sigue escalando no sería imposible que Guindos y Montoro, disfrazados de Marx y Engels, subieran a la tribuna de oradores para denunciar el rostro consustancialmente inmoral del capitalismo. Son cosas que ocurre cuando uno busca a la desesperada exonerarse de cualquier responsabilidad: antes de admitir que el Gobierno lo ha hecho patéticamente mal, culpemos al sistema capitalista y a sus fiebres tifoideas. Ah, esos malditos especuladores. En realidad la partida está prácticamente perdida. Hay distintas formas de perder y lo que ha conseguido el Ejecutivo de Mariano Rajoy es perder miserablemente: tal y como analiza Felipe González – resulta angustioso comparar la lucidez, capacidad interpretativa y conocimiento de la UE que median entre el expresidente y este tartajoso registrador de la propiedad — la política económica y fiscal española ya se encuentra intervenida de facto a cambio, apenas, de 30.000 millones de euros.

La clave de las claves – según subraya González – reside en la pérdida de la autonomía de los centros de decisión políticos frente a las exigencias de un capitalismo financiero globalizado. Y la gente lo nota. Vaya que si lo nota. En el creciente desencuentro entre los poderes públicos y la llamada clase política con los ciudadanos, ciudadanos que ya apenas pueden llamarse así, está una emergente deslegitimación democrática de las instituciones y sus responsables. En el tránsito de esta recesión, y admitiendo los diversos escenarios nacionales de la misma, las élites políticas españolas y europeas, por cobardía, por ignorancia, por un cortoplacista instinto de supervivencia o por su corrupción moral,  se han lanzado a mantener los requisitos de funcionamiento del capital y sus intereses a costa del euro, del proyecto de unidad europea, acaso de los mismos principios democráticos. Finalmente tal proyecto les importa un higo pico y si sucumbe una España en bancarrota yo seguiré a las órdenes del capitalismo financiero. Nada de refundar (para conservar) el pacto entre poder político y desarrollo capitalista que se instituyó después de la Segunda Guerra Mundial. Al contrario: los recortes y rescates y préstamos, concedidos a un terrible precio (cierre de negocios, desempleo, desprotección social) confirman y fortalecen el estatuto privilegiado – política, legislativa, fiscal y normativamente – del capitalismo financiero. En último término, ese 0,5% del PIB como déficit fiscal con el que se soñaba en Maastricht bloquea sistemáticamente cualquier redistribución de los recursos a través del Estado de Bienestar.

Luís de Guindos ha reparado en la irracionalidad de los mercados de capital. Ya es un premarxista. Cuando comprenda la racionalidad interna de los mismos podrá leerse El Capital; seguro que antes de terminarlo encontrará curro en Goldman Sachs.

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito ¿Qué opinas?

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