Las disculpas del PP

Uno pide disculpas por pisar un callo, olvidar un cumpleaños, borrar una receta de acelgas de la memoria del ordenador o leer a Javier Marías, pero no se piden disculpas cuando la autoridad judicial detiene a un relevante ex dirigente, un presidente de diputación y media docena de alcaldes de tu partido por participar en una trama de corrupción política que se extiende por tres comunidades autonómicas, y que en los últimos tres años, solo en los últimos tres años, movió unos 250 millones de euros. Pedir disculpas por eso en nombre del partido que lo ha propiciado, tolerado o ignorado no es presentar sentidas excusas: es tratar como idiotas a los que te escuchan. Es, implícitamente, negarles la condición de ciudadanos y asimilarlos a un rebaño eclesiástico al que debe bastarle algunos golpes de pecho desde el púlpito del poder. Más vale no detenerse en la otra maniobra retórica que han utilizado desde el PP (ministros, dirigentes, cachorritos de Nuevas Generaciones) y que consiste en declararse muy indignados con lo que está ocurriendo. Saltan así por encima de su propia responsabilidad y se colocan entre nosotros, atormentadamente inocentes, furiosos por semejante escándalo, hasta dónde vamos a llegar, fijatetú. La imagen de mater dolorosa la ha sintetizado Esperanza Aguirre. Durante lustros ha presidido una cloaca mefítica cuya pestilencia quizás atribuía a las hormonas de los machos alfa  que trabajaban incansablemente –cuando no estaban robando – para su gloria y esplendor. Ahora, lógicamente, está desolada. Resulta que era un río de mierda cenagosa el que circulaba bajo la mesa de su despacho. Es muy triste y sonrojante y ustedes disculpen y, por supuesto, sigan votándonos.
Un partido político no es un conjunto de agregados de individuos que operan alegremente bajo unas siglas. Un partido político es una organización que presupone una responsabilidad compartida como principio fundamental de su razón de ser. Cuando se pilla aisladamente a un corrupto cabe argumentar que se ha tratado de una excepción capaz de burlar los controles internos. Cuando se acumulan los procedimientos judiciales, las imputaciones y las condenas, como ocurre desde hace años con el Partido Popular, no se puede pretextar inmundicias excepcionales que quepa estabular en un rincón maldito. Todos los datos disponibles apuntan, como hipótesis cada vez más verosímil, que el PP ha incluido en su gestión cotidiana una corrupción sistémica. Y de la misma manera que un juez no celebra ruedas de prensa, sino que habla a través de sus autos, un dirigente político, en esta tesitura, solo tiene una forma democráticamente respetable de pedir excusas: presentar su dimisión. Y convocar elecciones.

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito ¿Qué opinas?

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