Oigo, Ucrania, tu aflicción

El secretario general del PSOE canario, Ángel Víctor Torres, citó extensamente en el Congreso del PSOE de Tenerife la guerra en Ucrania, pero, como era de esperar, no dijo absolutamente nada sobre lo ocurrido con el Sáhara, a poco más de cien kilómetros de nuestras ínsulas baratarias. Ni una palabra a propósito del cambio de política sobre el territorio de la excolonia española que Pedro Sánchez ha decidido a espaldas de las Cortes y de – al menos en parte – de su propio Gobierno. Es bastante loco, sinceramente. El pasado sábado, en Presidencia, los panzudos nigromantes del aparato de comunicación decidieron que lo mejor era que Torres hiciera una declaración sobre el asunto y así aliviar la presión mediática. El presidente se descolgó con unas declaraciones surrealistas en las que aseveraba una cosa y la contraria. Algún medio amigo decidía enloquecer más las cosas y elegir una de las naderías presidenciales, a saber, que cualquier acuerdo entre Marruecos y el Sáhara (sic) debería ser admitido por Naciones Unidas.  El discurso político ha llegado a tal grado de insignificancia que ya es indiferente a una mínima coherencia interna, al respeto más elemental del principio de realidad. Farfullar cualquier pegajosa tontería en un tono campanudo no es ofrecer explicaciones a los ciudadanos ni posicionarse políticamente desde la responsabilidad.  Pórtense como personas adultas. Esto ya da un fisco de vergüenza. 

Todo el supuesto mensaje presidencial es un soberano disparate. No se trata de ningún acuerdo, porque no existen contrapartidas, sino de la adhesión españolas a las tesis sostenidas por Rabat desde hace un cuarto de siglo. Para Marruecos el Frente Polisario es una organización terrorista. No se ha producido ninguna negociación con nadie. Simplemente el presidente Sánchez ha reconocido al rey de Marruecos que España reconoce y apoya que el Sáhara pase a ser una región de Marruecos bajo una limitada autonomía administrativa que, muy probablemente, quedará reducida a una carcasa simbólica. Y quien ha publicado dicha carta es el gobierno marroquí. El ministro de Asuntos Exteriores español se vió obligado a improvisar una rueda de prensa para enmascarar la pequeña tropelía de Rabat y empezar a difundir el nuevo argumentario. Que Torres, precisamente, haya indicado que el ministro de Exteriores le llamó telefónicamente, muy pocas horas antes de su comparecencia, para transmitirle la  buena nueva,  es casi cómico. ¿Qué le transmitió a usted el ministro, señor presidente? ¿Lo que pensaba comentar en la rueda de prensa? ¿Los términos de la nota informativa del Ministerio de Asuntos Exteriores? ¿Las razones profundas para ese fenomenal, arriesgado y sumamente criticable cambio en la política española en el Magreb y sus posibles consecuencias diplomáticas y económicas en los próximos meses y años? ¿Le pasó un informe técnico algún subsecretario? Pero, de verdad, en un asunto crucial para Canarias – por no hablar de las miles y miles de familias saharauis — ¿cree que basta con esa nimiedad, que ya acabaron las preguntas, que ya está todo atado y bien atado? Es asombroso. Asombroso. No sé lo que nos ocurre. No sé lo que está ocurriendo en mi país. No sé cómo podemos permitirnos el lujo de la inanidad, la superficialidad, el remoloneo, la supina hipocresía, que si quiere bolsa, estúpido periodista preguntón, mándate a mudar, y que triste es lo de Ucrania, vamos a ayudar a Ucrania, estamos con Ucrania, estaremos con Ucrania, digamos lo que sea  sobre Ucrania, todos somos ucranianos y ucranianas. Ah, y para quien no lo sepa, los socialistas nunca tomamos decisiones por motivos electorales. ¿Portentoso, no? Pues es así. Somos el único partido del mundo (y de Ucrania) que jamás tomamos decisiones por asquerosos motivos electorales. ¿Nos oyen los ucranianos ahora mismo? Oigo, Ucrania, tu aflicción. Y así venceremos, compañeros. Venceremos porque estamos con los oprimidos, con los necesitados, con los que sufren en la cola del desempleo y en la  consulta del odontólogo. Lo llevamos en nuestro genoma. Qué le vamos a hacer.

Por lo demás, y en lo que se refiere al PSOE tinerfeño, todo bien. Pedro Martín ha salido reelegido secretario fantasmal, es decir, secretaria general,  e incluso le han aceptado a Manuel Martínez como secretario de Organización, señal inequívoca de la generosidad de los compromisarios, incluidos los compañeros de La Laguna. De la generosidad o de la indiferencia, que todo puede ser.

  

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito ¿Qué opinas?

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