Oportunidad y oportunismo

Se desaprovechará esta oportunidad. No es la primera vez. Contra lo que se suele promulgar en lamentos y discursos autocomplacientes, los canarios fueron durante siglos unos magníficos oportunistas. Muchos de los hábitos políticos y las culturas empresariales todavía en activo en este país tienen sus raíces en la condición de territorio fronterizo que disfrutó y padeció este archipiélago: el oportunismo quizás sea el rasgo más destacado. Se engañaba tributariamente a la Corona, se permitía la libre inversión de ciudadanos extranjeros, se negociaba con corsarios, se obtenían, a cambio de una laxa lealtad política a Sus Católicas Majestades, un conjunto de libertades monetarias y comerciales inimaginables en cualquier territorio peninsular. Fuimos la primera economía monetaria en el Atlántico porque las élites económicas (y al cabo políticas) supieron aprovechar las ocasiones y se pusieron astutamente al servicio del comercio internacional en la auroral división internacional del trabajo de los siglos XVI y XVII.  Pero el oportunismo no basta para construir un proyecto de país y, menos aun, para hacerlo desde los supuestos de un régimen democrático, una administración pública eficiente, una cohesión social aceptable, una capacidad competitiva abierta al mundo, una razonable aspiración de modernidad cultural y justicia social.
La catástrofe económica debiera ser una oportunidad para consensuar diagnósticos, reconocer excesos y poquedades, combatir prejuicios y miedos, generar un debate político y cívico realmente participativo, plural, eficaz. Para emprender, por ejemplo, una auténtica reforma de las administraciones públicas que cierre, además, el edificio institucional y normativo de la Comunidad autonómica y sus relaciones con cabildos y ayuntamientos. No lo será. Una miríada de intereses corporativos y particularistas, un furibundo e indecente fulanismo partidista, empresarial y sindical boicotea cualquier posibilidad de cambio transformador. Nuestro horizonte es el de un balnerario floreciente gracias a sangrientas guerras civiles en el Norte de África cercado por decenas de miles de desempleados a los que se mantendrá justo por encima del nivel de supervivencia gracias a la caridad de un Estado que se pauperiza en beneficio de una minoría privilegiada que seguirá jugando su voraz papel de élite extractiva. Pero ya no por astuto oportunismo, sino porque no sabe hacer otra cosa. Porque cualquier oportunidad para modificar — siquiera para ser viable al país en las próximas décadas — el actual status quo es sentenciada como inoportuna. Un capitalismo de amiguetes bajo el sol de una eterna primavera.


Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito ¿Qué opinas?

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