Regalo fin de carrera

A menos de una semana de las elecciones autonómicas Paulino Rivero ha marchado a California, no se sabe si acompañando o siendo acompañado por el embajador de Estados Unidos en España, para ofrecer a grandes empresas de producción audiovisual norteamericana los magníficos paisajes, el luminoso clima y las ventajas fiscales que brinda Canarias para hacer películas. Cabe suponer que el embajador le servirá de intérprete. Rivero asume el papel de Rivero hasta el final: grandes golpes de efecto — ¿recuerdan su reunión en el Hotel Palace, en torno a una mesa de caoba maciza, con representantes de la banca española, ese acuerdo que lograría portentoso maná crediticio sobre la rehabilitación turística? – y una epidemia de titulares que dura, como máximo, algunas semanas, y de los cuales el propio presidente se desprende con un ligero ademán.
Don Paulino en la fábrica de los sueños, donde con toda seguridad se ha alojado en una modesta pensión y comisquea la ensalada del día en un chiringuito de playa entre nínfulas doradas y gigantes esculpidos por la halterofilia, por qué no un biopic sobre el genio de El Sauzal que corrija la historia de la traición o la traición de la Historia y brille una presidencia vitalicia ejercida como un sacrificio por el único hombre capaz de gobernar esta ilusión óptica, a ratos meramente olfativa, como es Canarias. Si supiera cantar y asesinar (dos actividades relativamente sencillas de aprender) Rivero podría sustituir sin muchas dificultades a  Frank Underwood porque con los naipes igual se hace un envido que un castillo.  Un breve descanso de las ingratitudes habituales: es improbable que Arnold Schwarzenegger le pregunte por qué no hace campaña a favor de Fernando Clavijo el Usurpador. También es cierto que nadie se lo pregunta ya en Canarias: se guarda un respetuoso silencio. Somos muy piadosos con el que firma decretos y subvenciones en el boletín oficial hasta el mismo día de la última rúbrica. Después practicamos el olvido porque, como dijo Borges, el olvido es la única venganza y el único perdón.
Por supuesto, un país no se promociona así, ni aplica una metodología tan chusca como las intervenciones (en español) de un presidente regional en cuatro reuniones y alguna fiestuqui con piscina adosada, zumo de piña y barbacoas bajo las estrellas. Para atraer inversiones extranjeras se opera, por ejemplo, con consorcios público-privados que desarrollan una actividad de años en organizaciones empresariales, cámaras de comercio, centros universitarios, entornos bolsísticos y fondos de inversiones. Pero quién con un fisco de corazón le iba a negar Hollywood a Paulino Rivero como regalo de fin de carrera. Una fábrica de sueños engastada en la carne viva de una pesadilla. Algo tan parecido, al fin y al cabo,  a su propia presidencia.

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito ¿Qué opinas?

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