Reglas para la pequeña izquierda

1. Cambie de partido sin problemas, melindres ni reservas. Los partidos pueden sobrevivir sin usted, pero usted –pese a su extraordinario carisma, su honestidad ilimitada y su agudo sentido del sacrificio — no puede sobrevivir sin partidos. Abandone el comunismo como fórmula política, ideológica, culturalmente caduca y únase a la socialdemocracia, deje la socialdemocracia entre náuseas de espléndida indignación para construir una alternativa contra el régimen capitalista y depredador que orpime cuerpos y espíritus,  vuele por los aires la alternativa cuando ya no le aguanten su partida egomaniaca y hayan adivinado sus entrañas morales, funde un nuevo partido con un nombre muy parecido al anterior y finalmente, si aun le quedan fuerzas, súbase cual heroico tití a sus propios hombros y haga una solemne convocatoria por la impostergable unidad de la izquierda. La unidad de la izquierda es lo más importante.

2. No olvide jamás que es usted, y solo usted, el autorizado para emitir críticas, porque solo por usted hablan la verdad, la coherencia, la decencia, la lucidez. En cambio tenga usted siempre presente que usted es intocable. Lo es, naturalmente, porque es de izquierdas, y es de izquierdas porque lo dice usted. Una vez dotado de este blindaje lógico y conceptual descubra usted la verdadera naturaleza de los que osan criticar vilmente su comportamiento político para descubrirle al mundo que no son más que vendidos, fulleros, corruptos, miserables, canallas, idiotas, frívolos, mentirosos, farsantes, serviles corifeos,  hipócritas redomados, ambiciosos vomitivos, alimañas a sueldo, cómplices del Régimen, hijos de sus pútridas contradicciones, nietos de un fracaso mil veces repetido, mayordomos de la oligarquía, émulos de Stalin, zampabollos, vividores, envidiosos, guardaespaldas del poder, polichinelas de oscuros y malolientes intereses. En caso necesario puede repetir la lista empezando al revés.

3. Como correlato de esta verdad debe practicar el auténtico izquierdismo, es decir, no dejar de denunciar una y mil veces que los ciudadanos, que son idiotas con derecho a voto, están en el centro de una vasta y compleja conspiración universal que no descansa ni de día ni de noche, entre otras razones, para que usted lo siga denunciado y deje claro que el único que lo denuncia es usted.

4. Sea funcionario. Un funcionario, por definición, jamás tiene ambiciones crematísticas, salvo los que trabajan en instituciones gobernadas por los adversarios políticos.

5. Cuando se encuentre definitivamente solo no considere usted que todo está perdido. Siempre puede comprarse un traje de Batman y comenzar de nuevo. Batman como nuevo icono de una consciencia progresista e insobornable, de la acción directa, de la democracia popular en blanco y negro. Anímece y empiece de cero. De cero a la izquierda, por supuesto.

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito 1 comentario

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