Carlos Andrés Pérez

Lo peor de CAP

Lo peor de Carlos Andrés Pérez no fue que robara a mansalva y dejase robar cada vez más desordenadamente: bajo su primera presidencia, entre 1973 y 1978, la corrupción en Venezuela se institucionalizó y se transmutó en un mecanismo de gobierno, en un acuerdo tácito de latrocinio entre socialdemócratas de AD y democratacristianos de COPEI, en una perversa cultura cívica que se extendió a todo el tejido empresarial y social del país. La Venezuela saudita podía permitirse (o eso creyeron sus responsables) el saqueo más desvergonzado y al mismo tiempo la articulación de un colosal conjunto de subsidios y subvenciones –corrompido de pies a cabeza –que incluían desde la leche hasta la harina para las arepas, desde la maquinaria agrícola hasta las becas universitarias. CAP nacionalizó el petróleo, pero los fabulosos beneficios de la venta del crudo no revirtieron en una economía venezolana más potente y diversificada ni en el desarrollo de un Estado de Bienestar que sustituyera al agusanado Estado providencia y atendiera a los cientos de miles de venezolanos que se hacinaban en los cerros de Caracas o malvivían de una agricultura agónica en el interior. La democracia constitucional se trasmutó en una plutocracia de nuevos millonarios en la que se enriquecían dirigentes políticos adecos y copeyanos, medio centenar de empresarios y una turbamulta facinerosa de importadores. Mientras tanto CAP se llevaba a piñón con el Gobierno cubano, financiaba a los sandinistas o acogía generosamente a muchos exiliados chilenos y argentinos.
Lo peor de CAP no fue su reelección en 1988, cuando la mayoría de los electores, que recordaban los años de la plata fácil, lo votaron como penúltimo recurso de un sistema político que se hundía en un marasmo social creciente. No tardaron en despertar, porque CAP venía ahora con las recetas del FMI en las patillas: privatizaciones, machetazo a los presupuestos públicos, pago de la monstruosa deuda externa como prioridad indiscutible. Un día de 1991 suprimió las subvenciones a los productos de primera necesidad y al transporte urbano y se produjo el caracazo: una represión indiscriminada dejó en las calles cientos de asesinados a balazos.
No, lo peor de Carlos Andrés Pérez no fue su procesamiento por perculado, su huída cantinflesca a Miami, su vesania populista, manirrota y ladrona. Lo peor de CAP, de Luis Herrera, de Jaime Luisinchi y de toda esa cleptocracia que redujo la democracia republicana a un infecto muladar es que propiciaron, llamaron, casi invocaron a un mesías uniformado, cerril y didascálico, Hugo Chávez, para seguir y perfeccionar su trabajo: la destrucción de Venezuela.

Publicado el por Alfonso González Jerez en General 3 comentarios