comunidad autonómica

El fantasma del pleitismo (y 2)

En ese universo simbólico periclitado que presupone el pleitismo – según leo en Alemán y en otros compañeros grancanarios – Tenerife ha conseguido un control punto menos que perfecto de la administración autonómica y mantiene sojuzgadas al resto de las islas, especialmente, por supuesto, a Gran Canaria. Cuando se señala a Tenerife se habla, en realidad, de la Agrupación Tinerfeña de Independientes, la malvada ATI, que con la máscara de CC sigue al frente de una incesante conspiración política, empresarial, mediática y electoral para mantener su mero y mixto imperio en Canarias, una ATI que continúa imaginándose como un montón de alcaldes y empresarios rentistas que se reúnen todavía en guachinches con paredes de oro y techos de lapislázuli y practican ritos macabros e intercambian licencias e inversiones bajo la dirección del Gran Maestre Manuel Hermoso. Esta tan divertida como manoseada leyenda,  perfectamente adaptable a cualquier pereza mental, llega al extremo de ignorar cómo funciona CC, cuyos liderazgos son básicamente insulares, siendo el del presidente del Gobierno el más mediatizado, participado y delicado y dependiente de todos, siempre a punto de acabar como víctima propiciatoria de una agobiante demanda de equilibrios entre lealtades e intereses partidistas y territoriales. Un presidente del Gobierno – y así ha sido el caso de los cinco jefes de Gobierno coalicioneros – que ni siquiera decide en puridad  el nombre de la gran mayoría de sus consejeros y directores generales. Los designan y envían al Ejecutivo los menceyes insulares y sus respectivas mesnadas.  Mucho más grave que un pleitismo que no existe es que Coalición Canaria haya trasladado a la dinámica de las instituciones públicas sus características o, mejor, sus delirios organizativos, porque siguen sin entender que Canarias quizás deba construirse desde cada isla, pero que la mera suma y conciliación de los intereses entre las islas jamás terminarán de construir una comunidad autónoma viable.
El pleitismo no fue un motor de progreso para Canarias, no estimuló sanas o insanas competencias entre las élites de poder grancanarias y tinerfeñas. El pleitismo constituyó una estrategia política y  una ideología para defender y/o legitimar sus propios intereses. “La ideología dominante es la ideología de la clase dominante”, apuntó el viejo Marx, y tinerfeños y grancanarios de clase media y trabajadora terminaron suscribiendo durante muchos años que el enemigo estaba en la isla de enfrente. Quizás los tinerfeños un poquito más, porque lo hicieron peor. Pero  nuestros problemas más acuciantes no son los vestigios arqueológicos del pleito insular. Los problemas son nuestro mal diseño institucional, las debilidades de nuestro modelo de crecimiento económico, un desempleo estructural destructivo, la pauperización creciente, el tamaño y la productividad de nuestras empresas, el encaje en una gobalización económica imparable e inestable, nuestra mediocridad formativa. Y, por supuesto, unas élites políticas y económicas que se resisten al cambio y siguen apostando por tisanas, parches y tiritas.

 

 

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito ¿Qué opinas?