Güimar

Vellocino

Ya explicó Susan Sontag en un ensayo memorable que el conocimiento obtenido a través de la fotografía es básicamente de naturaleza sentimental e. incluso, sentimentalista. Cualquier fotografía sirve para comprobarlo, pero vale la pena detenerse en una publicada recientemente, en el que la alcaldesa de Güimar, acompañada por sus socios de gobierno municipal, sujeta un papel que supuestamente muestra el proyecto de un gran parque temático que incluye tiendas, galerías comerciales, auditorios y un hotel de lujo asiático. Todo en la foto es puro sentimiento, porque el mapa extendido y sostenido como el vellocino de oro simboliza la feliz promesa de inversiones y puestos de trabajo,  aunque la expresión de los presentes –incluido el representante de los inversores – es inusualmente seria, rígida, tensa. Parece que están soportando justo el tiempo necesario para que saquen la foto y poder marcharse a la madriguera de sus despachos. Parece como si, en ese mismo momento, empezaran a reparar en lo disparatado, casposo y gallináceo que era lo que estaban presentado.
Francamente no conozco al grupo de inversores Hemi, pero una visita a su web no lleva precisamente a la tranquilidad. Conozco hamburgueserías chicharreras con una página web más presentable y cargada de información más contrastable. Tampoco sé si alguien ha tenido la caridad de explicarles que con 30 millones de euros no se pueden financiar 25 atracciones – aunque se traten de casetas de tiro al blanco — galerías comerciales, un hotel de cinco estrellas y una torre mirador de ochenta metros de altura que dispondrá en su último piso de un restaurante donde degustar la mejor carne de cabra con vértigo del país. Volviendo a la fotografía, cabe suponer que un grupo de inversores dispuestos a gastarse 30 milloncejos de euros se preocuparían, a la hora de defender públicamente su proyecto, de preparar y proyectar unas míseras infografías, pero no: el representante de los inversores y el gobierno municipal güimarero muestran unos dibujitos a colores que, al parecer, raptan las entendederas de la alcaldesa hasta el punto de hacerla proclamar urbi et orbe que el futuro parque temático convertirá su ciudad “en el motor económico del Sur de Tenerife”.
Como cabía esperar, el proyecto del fondo de inversores Hermi exige una modificación en la ordenación territorial que debería asumir el Cabildo y autorizar finalmente la Cotmac. Unos trámites enojosos que ya están tardando, porque los técnicos tendrán que rendirse a la evidencia. Un parque temático que se llama Mimiland, la tierra de Mimi, solo puede generar confianza.

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito ¿Qué opinas?