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Jugar con fuego o prevenirlo

El señor Núñez Feijoo ha visitado la devastada corona forestal de Tenerife y ha declarado que Canarias necesita una base permanente de hidroaviones. O de helicópteros. O más bien de helicópteros. O de hidroaviones.  El galleguismo del líder del PP se basa en una infinita ambigüedad, Junts si pero no o no pero sí, y no iba a hablar inequívocamente aquí. ¿Y si fuéramos Estado Libre Asociado tendríamos una base de helicópteros? Tal vez. Lo que no tendríamos – si se sigue el modelo portorriqueño – es derecho a votar representantes en las Cortes. Quizás lo mejor es que de estas cosas  hablen solamente las personas mayores. Inmediatamente ha terciado Margarita Robles, ministra de Defensa, que dejó entrever que una base de hidroaviones no es la mejor idea, pero que su departamento está abierto, faltaría más, a mejorar los servicios de extinción de los incendios. La metodología de la ocurrencia pepitoria y el diálogo de besugos o de fulas cada vez me pone más nervioso. Me parece que estamos a punto de zombificar definitivamente el lenguaje y la política, babeando necedades y simulando diálogos carentes de sentido. Porque lo central y prioritario de cualquier política contra los incendios forestales, cada vez más frecuentes e intensos en las islas, la única manera de combatirlos con eficacia y eficiencia, se basa en la prevención. No en debatir estúpida y gratuitamente si es preferible una base de helicóptero, de hidroaviones o de ciudadanos con incontinencia urinaria.

Habrá que insistir en lo obvio, como llevan haciendo los técnicos desde hace lustros. La clave central para evitar que media isla se carbonice cada diez años no está principalmente en los medios de extinción. Una base de hidroaviones no resulta un instrumento superfluo, como tampoco lo es disponer de más helicópteros especializados y más drones, pero lo fundamental en cualquier estrategia de conservación forestal es articular sistemas y prácticas de prevención. Las autoridades públicas no terminan de asumir la transformación territorial que ha sufrido Canarias en los últimos treinta años, aunque los inicios del cambio se remontan a un pasado más remoto. Ocurrió cuando aceleradamente esta sociedad pasó de ser básicamente rural y agraria –como lo era todavía a principios de los años sesenta – a urbana y basada en la construcción, el turismo y los servicios. Como cualquiera puede descubrir en la literatura existente, “la aceleración de la urbanización de las tierras fronterizas con los espacios agrícolas primero, y forestales más alejados después, obliga a replanteárselas políticas de prevención de los incendios forestales”. La separación entre zonas urbanizadas y zonas rurales se ha borrado.  O por citar de nuevo un estudio de Anna Badía y Ana Vera de la Universidad de Barcelona, se solapan zonas urbanizadas, zonas de cultivo abandonadas o semiabandonadas y zonas forestales, empeorando las condiciones de protección y prevención contra los incendios, “y ello, unido a la densificación del bosque por el abandono de la explotación forestal” aumenta el peligro potencial de incendios muy rápidos y a menudo voraces. Es imprescindible integrar nuevos elementos en el diseño de la prevención y centrar los esfuerzos en esas zonas de interfaz entre lo urbano, lo rural y lo forestal. Las políticas de prevención deben integrar propuestas: los sistemas de información geográfica, la recuperación o reparación de fincas de cultivo, el regreso a la ganadería y su impacto inmediato en la regeneración del territorio, los cambios normativos, incluyendo sanciones más graves y más medios de vigilancia, el diseño de mapas de vulnerabilidad en las comarcas y vertientes más expuestas. Es una tarea que solo se puede hacer desde la colaboración interadministrativa entre Gobierno autonómico, cabildos y ayuntamientos con objetivos claros y trabajando los doce meses del año. Ni los hidroaviones ni los helicópteros evitarán nuevos incendios destructivos en Canarias. Los evitaremos nosotros si los que gestionan la comunidad, las islas y los municipios se deciden a aterrizar en el siglo XXI y en la compleja y delicada realidad territorial y social de nuestro país hoy en día. Espabilen.

 

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito ¿Qué opinas?