Museo Municipal de Bellas Artes

Rodin o Rodri

El proyecto del Museo Rodin en Santa Cruz de Tenerife impulsado por el ayuntamiento capitalino podría parecer inconveniente, inactual, superfluo, abiertamente rechazable. Un servidor cree sinceramente que algunos de sus objetivos eran rigurosamente criticables y participaban al mismo tiempo del entusiasmo político y del amateurismo en la gestión. Pero en solo tres meses lo que parecían críticas razonables (aunque no siempre bien razonadas) han dado paso a una entusiasta cacería donde se han coordinado oposición, sectores académicos y medios en los que se han encontrado amiguitos dispuestos a difundir que Rodin era un pollaboba anacrónico, lo de las copias un negocio apestoso, toda la operación un trasunto olalá de Las Teresitas. Mantener que la idea de instalar un Museo Rodin en Santa Cruz era mala resultaba lícito, pero justificar el rechazo con esta vomitona de estupidez, malignidad e ignorancia es un fracaso en sí mismo.

Y dentro de lo peor se encuentra, sin duda, la actitud de la oposición municipal. Una oposición que en el inefable caso de Ramón Trujillo – el cero a la izquierda más contrastado de la política tinerfeña – se abre con una advertencia a los medios de comunicación: si no difundes automáticamente mi denuncia eres un medio vendido al poder. Como el medio vendido al poder no le hace puñetero caso Trujillo facilita el nombre del mismo y le lanza encima un cazo de mierda. Aunque parezca increíble el medio de comunicación se molesta y decide pasar de las sandeces del concejal. La conclusión de UP es clara: vivimos en un fascismo bermudista. En general ha sido la tónica en este asunto: denunciar el ominoso silencio de los medios de comunicación locales que no suscriben de inmediato el examen de la oposición y aplaudir entusiásticamente una nota de 30 segundos en Tele 5 o un reportaje en El Español indiferente al contexto social y cultural de Santa Cruz de Tenerife en la actualidad y en las últimas tres décadas. Si no salimos con antorchas encendidas hacia el despacho del alcalde somos sospechosos. Durante esos treinta años no ha existido de facto una auténtica política cultural en Santa Cruz de Tenerife; curiosamente ahora, cuando desde el gobierno municipal se aboceta un proyecto en el que el Museo Rodin solo era uno de los ejes, la oposición, por desgracia, no presenta propuestas correctivas, no ofrece alternativas, no muestra ningún interés en consensuar absolutamente nada. Prefiere cacarear un escándalo, intentar rentabilizar electoralmente una indignación impostada. Ni el PSOE ni Unidas Podemos – esa UP que, por cierto, expulsó a Sí se Puede del ayuntamiento santacrucero porque esta ciudad sin Trujillo no puede respirar—cuentan con un proyecto cultural para Santa Cruz de Tenerife.

La dirección del Museo Rodin ha decidido desistir. Si no habrá un Museo Rodin en Tenerife no será por el gobierno municipal, sino porque egregias figuras opositoras han insinuado que esto era un caso de mamandurria; sinceramente me extraña que alguna portavoz no haya publicado su sospecha de que el tal Rodri era amigo del alcalde, tiene un bareto en la calle La Noria y falsifica piezas en un taller de chapa y pintura de Salud Alto. Uno espera, tal vez ilusamente, que en un lustro estén rehabilitados el Parque Cultural Viera y Clavijo, el Templo Masónico, el antiguo edificio de la Escuela de Artes y Oficios y el Palacio de Carta — proyectos todos materializados por el equipo de gobierno actual — y sea posible articular en esta excepcional red de espacios los contenidos de una política cultural que incluya el excepcional patrimonio escultórico con el que cuenta esta ciudad y que no olvide más a nuestro maltratado Museo Municipal de Bellas Artes, un tesoro casi desconocido para los chicharreros del que tanto el gobierno como la oposición deberían ocuparse. Ya mismo.   

 

 

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito ¿Qué opinas?

Hallazgos

Gracias a un artículo de Carmelo Rivero me entero de que en los sótanos del Museo Municipal de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife han sido encontradas dos cajas que contenían a) ropas y zapatos con los que se ataviaron los participantes en los actos conmemorativos del primer centenario de la derrota de Nelson en 1897 y b) los estandartes de todos los municipios tinerfeños que participaron en esa lejana efemérides. Sin duda, tal y como señala Carmelo Rivero, material de gran interés etnográfico y vexilológico, si es que la vexilología, en fin, tiene algún interés fuera de círculos monomaníacos. Pero lo más sorprendente – y con un gran interés informativo también – no es lo que se ha encontrado, sino que se haya encontrado ahora.
Como el Museo Municipal de Bellas Artes no se levanta sobre una gruta de los reinos de Sauron, donde podrían cenar los comensales de todos los restaurantes chinos del planeta, cabe la razonable pregunta de cómo es posible que todavía se encuentre material desconocido en sus entrañas. Han disfrutado de más de un siglo para un inventario más o menos apañado, pero, por lo visto, todavía no han tenido tiempo de completarlo. Solo conozco un inventario del Museo Municipal de Bellas Artes, publicado incluso en un folletito a principios de los años noventa, pero que se refería exclusivamente a los cuadros que pueden disfrutarse (es un decir) en su pinacoteca. Al parecer nos esperan todavía sorpresas portentosas en los ilimitados sótanos del establecimiento. No descarto que aparezca parte del brazo de Nelson cuidadosamente envuelto en papel satinado o un pedazo del queso que le ofreció el general Antonio Gutiérrez en un tapergüer. O el sostén de la Tetuda del parque García Sanabria. O el primer bocadillo de pollo de El Imperial conservado en una urna de cristal, un cacho de la escultura mutilada de Chirino, el esqueleto de un concejal republicano y masón y en un rincón del ángulo oscuro, por su dueño tal vez olvidadas, las zapatillas que solía calzarse José Emilio García Gómez en su mandato municipal, cuyo valor etnográfico está igualmente fuera de toda duda. Cualquier cosa puede encontrarse en los sótanos del Museo Municipal de Santa Cruz. Un museo que no se encarga de catalogar y exhibir rigurosa y debidamente todos sus fondos, sino que muestra una porfiada originalidad que lo distingue entre todos: podría encontrar cada día, si así se lo propusiese, nuevo material en su interior para pasmo y maravilla de propios y extraños. Un museo donde no se entra para conocer y comprender la herencia del pasado, sino para comprobar las inepcias del presente.

Publicado el por Alfonso González Jerez en General 2 comentarios