pactos de gobierno

Relato o fistro duodenal

Ustedes deben entender a los columnistas. Sobre todo a los columnistas recipendiarios. Recuerdo un artículo de G.K.Chesterton – quien dirigió un semanario y fue un columnista excepcional – que se limitaba a narrar la breve caminata entre su sillón y el kiosco de prensa de la esquina – ida y vuelta – una mañana de nubes y claros, y transformaba el paseo en una vivísima odisea homérica, plagada de recompensas, peligros y amenazas. O aquel texto maravilloso de Ramón Gómez de la Serna que se limitaba a describir la Puerta del Sol en varias horas de una jornada cualquiera, construyendo un mosaico palpitante de universos urbanos siempre iguales y siempre distintos. Ocurre, sin embargo, que el columnista suele optar – nos urgen las prisas puñeteras – no por la sabiduría de las pequeñeces, sino por los gritos de las apariencias, no por resignarse a un caos diminuto, sino por encontrar un significado articulador que exige un testigo lúcido y sutil, es decir, él mismo. Siempre luce más fulgir como cronista de una versión local de Las Termópilas o de Waterloo que contar vulgares escaramuzas más o menos previsibles en pueblos y pedeanías Las negociaciones para formar un Gobierno – como ocurre ahora en Canarias –  deviene un terreno magnífico para explicarle al personal lo listo que eres y como no se te escapa nada. Por supuesto, lo principal es echar a andar un relato. Aunque empecinarse en sostener un relato en este asunto es como pretender introducir todas las tramas de Guerra y paz  en una actuación de Chiquito de la Calzada.

El relato cuenta ahora que lo que busca realmente Coalición Canaria es un pacto con el Partido Popular  — al que se sumarían los diputados de Casimiro Curbelo – y que si se entretiene negociando con el PSC-PSOE es porque…porque…bueno, porque les gusta perder el tiempo. Fernando Clavijo es un tipo frío y despiadado entre cuyos gustos estéticos está, por lo visto, condenar a Barragán y a Ruano a agotar las reservas de frutos secos de los hoteles. Es muy estúpido todo esto: los de CC optaron inicialmente a un pacto con el PSC-PSOE porque, echadas las cuentas, es el que mayor número de alcaldías y cogobiernos locales garantizaba en Tenerife y La Palma (sin descontar con que en Fuerteventura AM ya tenía cerrados acuerdos con los socialistas en la misma noche electoral). Lo que ha ocurrido es que en La Palma y, especialmente, en Tenerife, las resistencias socialistas llegaron al límite de lo permisible, a lo que se han sumado algunas rebeliones aisladas de coalicioneros inmunes a advertencias, ruegos o amenazas.  La traición de José Manuel Bermúdez, utilizada por los relatadores como prueba concluyente de las tendencias filoconservadoras de Clavijo y su equipo, es la única fórmula que encontró el alcalde chicharrero después de recabar inútilmente el apoyo de Ciudadanos y de Izquierda Unida – con llamadas a Barcelona y a Madrid — y de proponer a los tres partidos más votados un gobierno municipal tripartito, que rechazó el PSC. Porque un gobierno en minoría (una reedición del pacto entre Bermúdez y José Ángel Martín) estaría abocado a la presión sistemática de una oposición mayoritaria capaz de bloquear decisiones políticas y presupuestarias en cualquier momento. El relato, no digo que no, puede ser muy bonito, pero convendría tomarse en serio de vez en cuando a la realidad y menos al fistro duodenal.      

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Pestana y su tesis

Algunos dirigentes regionales de Coalición Canaria y el PSC-PSOE  insinúan, con una sonrisa de satisfacción, que han conseguido levantarle la alcaldía de Los Llanos de Aridane al PP, vengándose así, tan contundente como fulminantemente, de mociones de censura como las de Tacoronte. En realidad han tenido muy poco que ver –a veces nada — con lo ocurrido en la capital económica de La Palma, que responde básicamente a la (desquiciada) lógica interna de la política local e insular. El auténtico responsable de conseguir un acuerdo entre PSC y CC para desplazar a Noelia García no es otro que el secretario general de los socialistas palmeros, Anselmo Pestana, máximo valedor de un entendimiento entre ambas fuerzas políticas en donde ha podido conseguirlo. Pestana ha bloqueado con  la moción de censura en el Cabildo, después, incluso, de que Guadalupe González Taño, en un gesto realmente atorrante, expulsara del gobierno insular a los socialistas (no sería imposible que regresaran, como el turrón, por navidades). Pestana, igualmente, rechazó intramuros el pacto en Los Llanos, agrupación controlada por una enemiga íntima que le disputó hace un año la Secretaría General, Rita Gómez, mano derecha o izquierda de Manuel Marcos Pérez durante media vida.
Pestana ni obedece ni desobedece a José Miguel Pérez, ese señor que dice ser el secretario general del PSC, en este como en ningún otro asunto. API y luego CC crecieron política y electoralmente en La Palma a costa de los socialistas. Coalición Canaria ha sido el adversario histórico que elección tras elección les privó de ayuntamientos y del cabildo insular y que ha llegado a obtener cuatro de los siete diputados que le corresponde a la circunscripción de La Palma en el Parlamento canario. En el imaginario de los socialistas palmeros, por tanto, los coalicioneros son el mismo demonio, y quizás Pestana  comparta esa convicción teológica. Pero su tesis es que desbancar a CC para ofrecer el poder político al PP en La Palma es un mal negocio a medio plazo: un debilitamiento excesivo de Coalición solo supondría un fortalecimiento extraordinario de un PP que disfruta de una cohesión interna muy superior a la de los coalicioneros y encabezado el mismo secretario general de los conservadores canarios. Muy probablemente tiene razón, aunque su primera victoria haya significado la defenestración  de una alcaldesa, Noelia García, que se estaba consolidando rápidamente en Los Llanos. Aunque se trataba precisamente de eso…

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