pleno parlamentario

Crónica parlamentaria. Rorró se ríe en el rincón gomero.

El principio del pleno se retrasó lo suyo –más de media hora –por el retraso de las conexiones aéreas entre Tenerife y varias islas. Porque los diputados son como las hadas, que llegan y se van volado, aunque el polvo de las alas se los pague usted. Como si temiera una revuelta Gustavo Matos había dejado su mochila ocre ocupando su butaca presidencial. Sus señorías, en pequeños grupos, masticaban su propio aburrimiento, con Vidina cada vez encoalicionada; Julio Pérez recordando tal vez la ominosa dictadura franquista con Manuel Marrero, que un par de horas más tarde había de advertir a los que querían una España “una, grande y libre” que no pasarán; los del PP siempre distantes entre sí, como una familia de erizos, y Juan Manuel García Ramos en su escaño, buscando en el móvil un verso de algún poeta neozelandés para asombrar al respetable. Por fin a las 11.03 sonaron los timbres convocando a los diputados y al par de minutos Matos, ya con la mochila en el suelo, declaró abierta la sesión plenaria.

En el banco azul se nota la ausencia del presidente Ángel Víctor Torres, que estaba en La Palma,  acompañado por Casimiro Curbelo como consejero supernumerario del Gobierno autonómico. Torres estaba de nuevo junto al volcán para vender que ya su Ejecutivo había soltado los 1.140 millones para pymes y autónomos y los tres millones y medio para agricultores, y es cierto, lo que no significa exactamente que ya esté disponible para la totalidad de los afectados, lo que no ocurrirá hasta dentro de diez o quince días.  Pero tenía prisa, mucha prisa para que no se le pueda reprochar que antes de fin de año sigue sin llegar un céntimo a La Palma. Torres se ha convertido en una pesadilla para sus subordinados, porque exige ininterrumpidamente que se agilicen los malditos expedientes y se pague ya. Con el presidente ausente varios corifeos pudieron descansar; Nira Fierro, por ejemplo, tuvo una mañana muy relajada.

Las primeras preguntas fueron para Román Rodríguez que, como siempre, estaba encantado. Si en un remoto futuro algún historiador despistado quiere conseguir una imagen de Rodríguez deberá leer un cuento maravilloso de Max Beerbohm titulado Enoch Soames; ahí aparece el diablo, un diablo mentiroso, jactancioso y sin escrúpulos, que muestra el mismo humor vitalista y el mismo código gestual polichinesco que Rodríguez. El vicepresidente y consejero de  Hacienda respondió a preguntas de García Ramos sobre la UE o a Nieves Lady sobre la planificación de la recuperación económica y social de La Palma; en ambos casos lo hizo con su facundia acostumbrada para no decir absolutamente nada. Cuando contestaba a la diputada palmera, por ejemplo, Rodríguez dijo que “había que repensar la economía de La Palma con criterios de  sostenibilidad”  lo que no pareció entusiasmar a su señoría. Más tarde, en otra comparecencia, el consejero de Obras Públicas, Sebastián Franquis, insistiría en que “todavía” se estaba en la fase de emergencias. Lo que no acaba de entender el Gobierno es que en una erupción volcánica de larga duración no puede aplicarse un cronograma lineal, es decir, la atención a las emergencias no puede ni debe posponer el diseño de una estrategia de análisis y recuperación económica.  El vicepresidente también fue interrogado por esos preocupantes informes previos sobre la reforma del sistema de financiación autonómica y del asombroso propósito que respiran: volver a anclar el REF en el sistema, lo que supondría para Canarias no solo vulnerar el Estatuto, sino perder cientos de millones de euros anualmente. Por supuesto todas las fuerzas políticas insistieron en que no tolerarían semejante agresión, menos el PSOE que, como suele ser habitual, piensa que todo es un malentendido entre caballeros (y damas) y no pasará nada grave. Curiosamente los más ardientes detractores estuvieron entre los diputados de Nueva Canaria. “Esta actitud previa del Ministerio de Hacienda nos tiene muy preocupados” dijo María Esther González, “y no vamos a tolerar ninguna rebaja de nuestros derechos”. Incluso Rodríguez musitó, fue un poco difícil escucharlo, que sumar de nuevo los recursos del REF a la cuota canaria en el sistema de financiación autonómico “sería jugarse el autogobierno”. Sería, en efecto, exactamente eso. Sería un mensaje explícito a la comunidad canaria: resígnense ustedes a una autonomía de segunda.

Rodríguez demostró, poco después, que en materia de grosería está bien servido, y que entiende que en la Cámara regional existen grupos parlamentarios de primera y de segunda. La diputada Socorro Beato (CC) había solicitado la comparecencia del vicepresidente para que explicara los avances (o empantanamientos) del proceso de transferencia de las nuevas competencias registradas en el Estatuto de Autonomía de 2018. Rodríguez se zafó de las explicaciones y se las endilgó a Julio Pérez, tal vez la criatura más omnívora del gabinete, porque siempre se come lo que le manden. De los tres ámbitos competenciales por cuya transferencia se ha interesado el Ejecutivo canario – ordenación de costas, tutela financiera y promoción y defensa de la competencia – no se han producido avances sustanciales en ninguno, lo que quedó perfectamente claro pese a los juegos malabares de Julio Pérez, que sembró varias genialidades tornasoladas siempre con una pizca de paciencia patriarcal: “vamos hacia un modelo de cogobernanza”, “obtener nuevas competencias no es más importante que ejercer correctamente las que ya tenemos”, “la verdad que no son tantas las nuevas competencias del Estatuto, no se crea”. Es como si le hubieran preguntado su opinión como caballero bien informado, no como si tuviera que responder a una demanda de información de la oposición. Beato fue dura y precisa con Rodríguez, leyó el articulado del Reglamento Orgánico del Gobierno, que atribuye al vicepresidente la coordinación en la gestión de las transferencias competenciales, y le acusó de escurrir el bulto, porque no tenía que ofrecer, después de dos años y medio, ningún avance a la Cámara. Para entonces ya había ocurrido lo más sorprendente: Román Rodríguez había abandonado el banco azul y se había largado a un escaño del grupo de la Agrupación Socialista Gomera, abriendo una animada tertulia con Jesús Ramos Chinea. Al ratito se acercó Luis Campos y subió el volumen de la conversación y se escucharon algunas risas. Mientras tanto Socorro Beato seguía preguntado, refiriéndose directamente a Rodríguez, y Julio Pérez seguía respondiendo.

Esta jocosa ordinariez del señor Rodríguez, montando numeritos en el salón de plenos con un comportamiento indigno que no tiene otro objetivo de burlarse de una diputada, sobrepasa ya cualquier límite, y debería tener una respuesta. No es ya una descortesía parlamentaria: es una palmaria grosería.  Imagínense ustedes que en medio de una comparecencia de un ministro que la sustituyera por medio de una artimaña, la vicepresidenta Nadia Calviño abandonase el banco azul y se marchara a contar chistes y hacer chirigotas a los escaños del PNV. Es exactamente lo que ocurrió ayer en la Cámara regional. Eso sí: quedó meridianamente claro que las transferencias a las que obliga el nuevo Estatuto de Autonomía están encalladas y que cuando ocurre eso al vicepresidente lo que se le ocurre es reírse del Parlamento. Como si fuera un merendero. El suyo.

Publicado el por Alfonso González Jerez en Crónica parlamentaria ¿Qué opinas?