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Última imagen del antepenúltimo pleno de la legislatura. El presidente Paulino Rivero departe brevemente, en el salón de plenos, con Manuel Marcos y Francisco Hernández Spínola. Rivero muestra una actitud relajada y toca brevemente el brazo de Manuel Marcos, y los dos socialistas le sonríen al presidente. Ah, el síndrome de los maltratados. En cuanto les haces un cariñito se derriten. El PSC pudo aprobar un número no desdeñable de propuestas de resolución y otras bisuterías parlamentarias gracias a la abstención o el apoyo de Coalición Canaria, cuyo grupo parlamentario, asombrosamente, renunció a presentar ninguna, bajo el argumento de que quedan tres meses para la convocatoria de las elecciones autonómicas. De admitirse este razonamiento, deberían marcharse a su casa y no regresar más, pero quedan comisiones y un par de plenos y algunas dietas que pillar y algunas fotos en las que sonreír.
Me pregunto si a esto se le puede seguir llamando parlamentarismo. Tengo mis dudas, y si no me expreso más enérgicamente, no es por miedo a los adjetivos, sino al código penal. Si en este momento, en esta coyuntura crítica para el presente de Canarias y su desarrollo futuro, el sistema política canario y los tres grandes partidos del Archipiélago no dan la talla, ¿cuándo la darán? ¿Cuántos desempleados son necesarios, cuando empresas hundidas y autónomos hambreando, cuantos centros escolares bajo mínimos operativos, cuantos servicios médicos desbordados, cuantos juzgados amazacotados de peticionarios y legajos polvorientos, cuántos miles pibes tirados en la calle sin horizonte ni futuro, cuantos drogodependientes sin tratamiento, tutela médica ni metadona, cuantos ancianos inválidos, física o mentalmente, orinándose encima, preguntando por su nombre, encadenados a una cama? ¿Cuánta destrucción de futuro por no enfrentarse al presente? ¿Qué es necesario para renunciar al triunfalismo, para evitar los trucos de prestidigitación estadística, para no arrugar olímpicamente el entrecejo ante las quejas o denuncias ciudadanas, sean biólogos, sindicalistas, ecologistas, profesores universitarios o escritores, cuánto tiempo más para renunciar a la más vomitiva y estúpida politiquería, para plantear una alternativa política e intelectualmente solvente y no un discursete ratonil que cualquier adolescente desarma en quince líneas en el Facebook?
En Grecia, con un nivel de desempleo muy similar al de Canarias, ya no se estilan las manifestaciones. Ahora lo que están haciendo los ciudadanos es no pagar. Y esta negativa a apoquinar está cruzando las redes sociales y se ha convertido en un movimiento que empieza a aterrorizar al Gobierno de Atenas. Los griegos no están pagando los transportes públicos, no están pagando los impuestos urbanos, no están pagando las multas de tráfico. Es una forma de desobediencia civil que se extiende por todo el país bajo un lema elemental: “I Won’t Pay”. No causa disturbios, no destruye mobiliario público, no puede ser disuelto por la policía. No digo que sea un ejemplo. Pero tampoco digo lo contrario.

Publicado el por Alfonso González Jerez en General ¿Qué opinas?

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