Yo no soy yo

La caridad bien entendida empieza por uno mismo, y el cinismo temeroso de la frase no oculta su evidente pragmatismo. Lo comprendió perfectamente el alcalde de Garachico, Ramón Miranda, cuando pagó la indemnización a la que le obligaba una condena judicial con fondos procedentes del Patronato Municipal de la Residencia de Ancianos. ¿Por qué el Patronato Municipal de la Residencia de Ancianos? El señor Miranda está en la flor de la edad, y aunque las nieves del tiempo no platean todavía sus sienes, quizás si hayan caído sobre un corazón avejentado por latir tan intensamente por Garachico. Hace unas semanas, en declaraciones a una emisora radiofónica local, Ramón Miranda aseveró que no llevaría a ningún imputado en la lista electoral coalicionera al ayuntamiento que considera más suyo que el tubo de fijador de pelo. Sin duda por pura humildad se olvidó de sí mismo, porque, en realidad, y como consecuencia de una denuncia sobre el mencionado ordeño del Patronato de la Residencia de Ancianos, Miranda se encuentra imputado por un delito de malversación de fondos públicos, y prestó declaración al respecto el pasado febrero en el juzgado de instrucción número 1 de Icod de Los Vinos.
El alcalde fue condenado en 2007 por intromisión ilegítima al honor de un ciudadano, Luis de Ayala, al que puso a caldo en unas declaraciones públicas: indemnización y costas. He leído la declaración judicial del señor Miranda, que puede resumirse como un ejercicio que combina la prosa dadaísta más inspirada con la desvergüenza más arrogante. Según el señor Miranda, el que había insultado al señor de Ayala no era él, sino el alcalde, es decir, el ayuntamiento, y por lo tanto, resultaba absolutamente lícito que la corporación corriera con los gastos de sus purulentas hemorragias verbales. Yo jamás he escuchado a un ayuntamiento insultando a alguien, pero debe ser algo particularmente impresionante.
–Eh, tú…¡Tú, escúchame!
–Esa voz… ¿Dé donde sale? ¿Quién es?
— Soy yo, el ayuntamiento. Eres un gilipollas.
Una vez que el ayuntamiento habló y se emitió el fallo condenatorio, Ramón Miranda, 47.000 euros anuales de sueldo, no tuvo más remedio que acudir a la lata del gofio municipal. Y quizás eligió las arcas del Patronato de la Residencia porque este establecimiento se levanta sobre un terreno expropiado, precisamente, al señor Luis de Ayala. Una laberíntica expresión de vengativo resentimiento.

Publicado el por Alfonso González Jerez en General ¿Qué opinas?

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