Correcciones

El pasado domingo publiqué aquí un artículo en el que citaba a un egregio anarcocapitalista carpetovetónico, Jorge Valín, socio del Instituto Juan de Mariana y colaborador de varios medios de comunicación de nuestro patrio seudoliberalismo ultraderechista, entre otros, Libertad Digital. Pues bien, el mismo domingo, a la hora de la merienda, el señor Valín ya había publicado una réplica en su blog: desenfundan rápido, estos anarcocapitalistas. Pero digo mal: no se trata de una réplica, sino, como el propio Valín puntualiza, de un conjunto de correcciones. Curiosos liberales estos, que no replican para argumentar sus diferencias, sino que te corrigen con menos misericordia informativa que desdén profiláctico.
Citaba al señor Valín por lo que se me antojaba una disparatada apología de las últimas decisiones de la directiva de Telefónica, insertada en un argumentarlo que, en realidad, prescindía de cualquier análisis económico realista para fundirse en estridentes obsesiones ideológicas, que es con lo que más disfruta. Valín insistía en justificar las prejubilaciones y despidos de Telefónica (al parecer no le preocupan los costes para el Estado, es decir, para el contribuyente) y defendía los nuevos privilegios económicos de los directivos, porque lo están haciendo bien y es solo asunto de los accionistas y nada más. Bueno, los accionistas de Telefónica son los únicos a los que no se informa del sueldo y prebendas del presidente de su Consejo de Administración entre las compañías españolas que cotizan en bolsa pero, lo que es más importante, desde un punto de vista estratégico los directivos no están haciendo bien su trabajo y se han limitado a clonar su vetusto modelo de negocio tradicional en Latinoamérica. Y precisamente porque lo están haciendo mal, y saben que la compañía lo pagará a medio plazo, especialmente en España, se llenan preventivamente las faltriqueras y, en un rato de creatividad empresarial, disminuyen costes, es decir, despiden empleados, con la red del Estado para soportar parte de la factura.
Nada de esto parece interesarle al señor Valín, que aprovecha la noticia para impartir su doctrina: hasta que no se arrase con los servicios públicos y se supriman todas las prestaciones y subvenciones este país no remontará el vuelo hacia la prosperidad y la libertad. Con un corolario final, definitivo y definitorio: “La democracia no funciona, es un mal innecesario y una falsedad”. Lo más asombroso de esta gente es que cuando alguien les llama fascistas, se indignan y todo.

Publicado el por Alfonso González Jerez en General 1 comentario

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