Cristóbal Montoro

Chapuceros, pero irresponsables

La anunciada reforma del sistema fiscal español ha sido mínima y en realidad lo que se producirá entre 2015 y 2016 es un conjunto de rebajas impositivas que afectan principalmente al IRPF y al impuesto de sociedades. Llamar esto reforma es como calificar de nueva repostería a una pastelería que venda más baratas las tartas de toda la vida. En este caso las tartas serán más baratas para la clase media y media baja y para los ricos, a los que también les gusta lo dulce, malditos populistas. Apenas se han rozado los aspectos que convierten estructuralmente al sistema fiscal español en uno de los más deficientes de Europa y gracias al cual se recauda menos y peor, por ejemplo, que en Italia. Sobre el papel el sistema fiscal en España es muy progresivo, pero una pródiga selva de deducciones, reducciones y créditos fiscales, inteligentemente aprovechado, puede conseguir y consigue que las grandes sociedades empresariales – las que pertenecen al IBEX 35 – consigan pagar poco más de un tercio del 30% del tipo nominal que les correspondería.
El Gobierno evalúa en unos 5.000 millones de euros los que dejará de recaudar en 2015 y 2016 con las nuevas medidas fiscales de Cristóbal Montoro y compañía. Lo que persigue, obviamente, es el favor de los electores – y particularmente de sus votantes y simpatizantes – en los próximos comicios autonómicos, locales y generales. Un ciudadano que gane 20.000 euros anuales pasará de tributar el 30% a tributar el 25%. Quizás disponga de unos 120 euros más mensuales y se acuerde agradecidamente de Mariano Rajoy. Las rebajas fiscales – junto a la firma de decenas de miles de contratos basura – sería el aldabonazo del fin de la crisis y los sacrificios en el relato mítico de un Gobierno que ha salvado a España – donde de nuevo comienza a amanecer – de la catástrofe. Una perfecta falsedad que, al mismo tiempo, abre una intrincada incógnita. Han aumentado las sospechas sobre cierta contabilidad creativa – a través del aplazamiento de ciertos pagos – que permitió al Ejecutivo cerrar con un 6,6% el déficit sobre el PIB el pasado año. Pero es que los compromisos con Bruselas establecen que a finales de 2015 dicho déficit debe reducirse al 4,2% y en 2016 al 4,8%. Casi tres puntos porcentuales. Unos 30.000 millones de euros hasta 2017 que serán 60.000 cuando se consiga ese objetivo final del 2,8%. Y solo puede conseguirse aumentando la recaudación o procediendo a nuevos (y feroces) recortes de gasto público.
El Gobierno es un artesano de la chapucería electoralista pero, sobre todo, hace gala de un cinismo gozosamente irresponsable.

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El lémur faltón

Cuando acabaron sus días como ministro en el último Gobierno de José María Aznar, Cristóbal Montoro, catedrático de Hacienda en la Universidad de Cantabria  — aunque en sus aulas jamás se le ha visto el poco pelo — montó una empresa de asesoría fiscal que primero se llamó Montoro y Asociados y después, más sobriamente, Equipo Económico. En la dirección de esta consultoría fulgieron a principios de siglo el exsecretario de Estado de Presupuestos y el exdirector de la Agencia Tributaria durante su etapa ministerial. Montoro y Asociados se dedicaba a asesorar a grandes fortunas para pagar menos al fisco y, en eficaz coordinación con algunos importantes bufetes, emitía informes para diseñar expedientes de regulación de empleo buenos, bonitos y baratos. Después de ser designado ministro de Hacienda y Administraciones Públicas por Mariano Rajoy, Montoro ha rescatado a varios técnicos de su consultoría y los ha colocado en su departamento. Entre sus nombramientos brilla uno muy hermoso, el de Pilar Valiente, que debió dimitir como presidenta de la Comisión Nacional del Mercado de Valores por sus relaciones con malolientes protagonistas del caso Gescartera. Es hermoso porque permite recordar, igualmente, que la presidenta de la sociedad de valores Gescartera era la hermana del por entonces secretario de Estado de Hacienda, Enrique Jiménez Reyna, monterista de primera hora. La hermana fue procesada y condenada y Jiménez Reyna abandonó la poltrona para evitar que el escándalo se propagase todavía más. Ah, la señora Pilar Valiente fue ascendida en 2012 y ejerce actualmente como subdirectora de la Oficina Nacional de Investigación del Fraude de la Agencia Tributaria.
Este sujeto, Montoro, es quien ahora se ocupa de salvar a la patria bancarroteada con la prioridad puesta, por supuesto, en los intereses generales. Los intereses generales, que son muy suyos, exigían una purga feroz en la Agencia Tributaria, y a ello se aplicó Montoro desde sus primeras semanas en el cargo. Las destituciones y dimisiones inducidas en loss últimos días en la Agencia Tributaria son el último capítulo de este saneamiento, porque ya en el primer semestre de 2012 el ministro removió a los técnicos que se ocupaban del caso Gürtel o el caso Urdangarín; en estas jornadas prenavideñas se ha dedicado a ultimar la tarea o a castigar a los que ascendió hace año y medio y no habían entendido que ya no eran funcionarios técnicos de una agencia, sino escribas del señor ministro. En cualquier lugar del mundo democráticamente civilizado Montoro debería dimitir, pero el ministro sonríe como un lemur desafiante y faltón mientras la Agencia Tributaria tintinea en su bolsillo.

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