Danza de los Enanos

Una enana traición

La isla de La Palma vive desde la pasada semana sumergida en un doloroso estupor, en un ataque de indignación masivo, en una sagrada cólera de consecuencias impredecibles. La culpa la tiene un enano desvergonzado y felón. Un tipo que se disfrazó de enano de las fiestas lustrales y por las calles de Los Llanos de Aridane, junto a varios compinches desaprensivos, se pasó varias horas bailando y, lo que ya es absolutamente intolerable, mostrando a todos los que le rodeaban el procedimiento por el cual los cofrades, después de pasar por una pequeña caseta, se transforman en diminutos danzarines al ritmo de polka. El secreto (sic) ha sido burlonamente desvelado. La magia ha resultado profanada en la plaza pública. Esto no puede quedar así.
El director artístico – sí, hay un director artístico – de la Danza de los Enanos ha mostrado su furibunda indignación y ha calificado el incidente de Los Llanos como “un sacrilegio” y  “una falta de respeto a la Virgen de las Nieves y a todo el pueblo palmero”. Varios centenares de palmeros llevan tres o cuatro días intentando borrar todo rastro de las fotos de los enanos sacrílegos de las redes sociales con un mediano éxito. Se han cruzado innumerables llamadas telefónicas entre particulares y asociaciones de vecinos intentando identificar perfectamente a estos retacos encanallados, quienes probablemente se han atrincherado en sus casas, esperando que en cualquier momento aparezca una turbamulta con antorchas y dos metros de soga. Las protestas no paran de crecer y tomar fuerzas y se han dirigido mayoritariamente al ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma para que esta catástrofe, en una isla con más de 15.000 desempleados, no se vuelva a repetir. Que hagan cualquier cosa: prohibir los disfraces de enano, establecer que en los bailes populares participen sujetos que midan menos de un metro cincuenta, condenar a los infractores con escuchar la polka o bailar un minué ininterrumpidamente durante cinco años. Por el momento, el alcalde de la capital palmera,  Juan José Cabrera, ha asegurado que el gobierno municipal analizará la situación próximamente. Me imagino a Juan José Cabrera y a Sergio Matos, al PP y al PSOE, examinando las fotografías de los alevosos enanitos, reos de lesa patria, y llegando a una conclusión inequívoca:
–No hay ninguna duda. Fíjense en el rabo cubierto de facturas que asoma bajo la levita. Ese enano es de Coalición Canaria.

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La malandanza

Durante unos minutos pensé en una ordalía de llamadas telefónicas  para descubrir las palpitantes entrañas de la crisis política de La Palma, pero es que me pasa como a los palmeros. Me aburre mucho. Quizás la expresión crisis sea incompatible con (digamos) la palmeridad. Desde un punto de vista etimológico crisis es, en primer término, separación, distinción, discernimiento, y con sinceridad, es muy difícil distinguir por sus comportamientos a los cargos públicos coalicioneros, socialistas y conservadores. Entre otras acepciones, crisis significa, también, elección, y los dirigentes políticos de los tres partidos mayoritarios no se han caracterizado, precisamente, por establecer un diagnóstico y tomar las decisiones pertinentes. Políticamente, en la isla los diagnósticos sueles ser posteriores a los funerales. La última decisión que se tomó en La Palma fue la elección de la polca de don Domingo Santos Rodríguez para acompañar a la Danza de los Enanos en las fiestas lustrales. Y ocurrió en 1925.
Una demografía relativamente baja, la generosa subvención europea a la producción platanera y las inversiones en obra pública han permitido a La Palma, durante varias décadas, vivir pachorrudamente sin que el futuro, ese molesto moscardón, perturbe la dulce y provechosa modorra de su élite política y económica. Desde hace tiempo todo ha cambiado, y el cambio es, por supuesto, un factor sorprendente primero y después francamente irritante. La isla envejece, las subvenciones plataneras adelgazan y la trasferencias de recursos públicos se agotan en una crisis prolongada y estructural frente a la que no se practica otra estrategia que la resignación, otra táctica que el avestrucismo. Es disparatado y ahora, en lo más crudo de la recesión, las elecciones locales de 2011, y el pacto entre CC y PSOE en la Comunidad autonómica, han quebrado mayorías históricas y reducido a Coalición Canaria – que durante muchos años fue API – a contemplar cómo pierde las dos capitales de la isla y a resignarse a pactar con su detestado adversario histórico, el PSOE, en el Cabildo. Los coalicioneros palmeros han perdido toda iniciativa política y muchos de sus dirigentes creen estar encerrados en un cepo donde morirán de irrelevancia en un par de años. Son las debilidades, miedos y contradicciones de CC las que ceban la expulsión de los consejeros socialistas del gobierno insular. Pero todo esto no es política. La política casi está por estrenar en La Palma. Todo esto es politiquería y se derrama sobre la isla en la peor coyuntura,  en la más desabrida malandanza. Siempre la malandanza. Todo lo acaba la malandanza.

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