derby

Gracias por venir

Tendría gracia que el CD Tenerife terminara dirigido empresarialmente por un millonario peninsular y presidido sentimentalmente por un expolítico nacionalista. Aunque Paulino Rivero no es estrictamente un expolítico. Ningún político –como le ocurre a los curas – deja de serlo nunca. Rivero menos que nadie. Es un caso fascinante el suyo. Hubo un instante, un instante loco y asirocado, en el que Paulino Rivero, uno de los políticos más inteligentes, astutos e intuitivos de la política canaria del último medio siglo, imitó sin saberlo a Frank Underwood, el archicanalla presidencial interpretado por Kevin Spacey: “Paulino Rivero 2015, Paulino Rivero 2019, Paulino Rivero 2023, Paulino Rivero 2027…” Tuvo una doble mala suerte: la crisis financiera y económica de 2008 y el soberbio desbordamiento de una desconfianza obsesiva en la que basaba su mecanismo de control y cooptación en Coalición Canaria y, muy especialmente, de la organización de Tenerife. Fueron las propias pulsiones cesaristas de Rivero –decidido a cualquier cosa para continuar gobernando en Canarias y mandando en CC — las que propiciaron su caída. Nunca lo entendió del todo, porque se consideraba un sujeto correoso y despiadado –y le gustaba – pero férreamente leal con los suyos, y es más o menos cierto. Todavía en la tribuna del Parlamento te encuentras con algún exalto cargo de Rivero dejando pasar las horas muertas mientras cobra una pasta. No de Coalición, desde luego. Hace años CC no quiere saber nada de Rivero ni Rivero quiere saber nada de CC. Hay quien dice, incluso, que hace mucho que no paga las cuotas como militante., quizás como acto de provocación, a ver si le abren expediente. Ah, la gente es a veces tan chismosa.

Por supuesto Miguel Concepción es una de las lealtades de Paulino Rivero. Durante algún tiempo, después de la llegada al liderazgo de  Fernando Clavijo, varias plumillas (y propietarios de productoras) gastaron horas y adjetivos abocetando un Rivero progresista, algo así como un ecosocialista cabal que había sido eliminado por los hediondos sectores ultraderechistas de CC. Es muy cómico. A Rivero la socialdemocracia se la traer al pairo. La gente abonada a la queja y a la denuncia le desagrada profundamente, pero tiene la máxima simpatía por aquellos que, desde una posición muy humilde, supieron triunfar en la vida, como es su propio caso. Eso lo hermana con Miguel Concepción. Eso y la tendencia del líder político ambicioso a disponer de su propio empresario de cámara. Desde sus tiempos de consejero de Obras Públicas en el Cabildo de Tenerife, entre finales de los ochenta y mediados de los noventa, fue su empresario, y después fue su empresario en el CD Tenerife, y luego su empresario para romper el cuasimonopolio de Binter en el tráfico aéreo interinsular, lo que salió muy mal porque, tal y como ha reconocido Concepción en los tribunales, estafó millones con las subvenciones a la residencia. Por eso, porque está a punto de ser inhabilitado, se marcha Concepción del CD Tenerife, no por el agotamiento de un proyecto ni por chafarmejadas por el estilo. Y antes de irse quiere asegurar una mayoría accionarial estable –si es posible evitando que el señor Garrido controle nada — y poner a su colega Rivero en la presidencia. Ya lo intentó hace unos años, pero no pudo ser.

Paulino Rivero, de nuevo presidente. Se equivocan los que sostienen que todavía tendría la tentación de utilizar al equipo blanquiazul como plataforma para su relanzamiento político. Es un terreno más bien frágil y ya no tiene edad para semejante aventura. Más bien deberá incluso cerrar su blog y  no hablar de política jamás,. Pero está mandar, la interlocución con el poder político y empresarial, las luces y las cámaras, las declaraciones y el calor del público y cantar en cada derby mientras avanza hacia el palco presidencial del Heliodoro: “Agradecido, emocionado…Gracias por venir”

 

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito ¿Qué opinas?

El fútbol no es inocente

Leo con estupor varios artículos y comentarios sobre el reciente derby entre el Club Deportivo Tenerife y la Unión Deportiva Las Palmas en los que, para excusar groserías, ordinarieces y tonterías de ambos bandos se invoca el espíritu deportivo, se exalta la canariedad compartida o se concluye en que, superados algunos comportamientos minoritarios con una buena pedagogía defendida en una y otra isla se disfrutará placenteramente de un partido entre ambos equipos. El fútbol (el espectáculo comercializado del fútbol profesional) sería inocente y bastaría con dejarlo en paz, con domesticar ciertos apetitos, con respetar algunas reglas básicas para que nos ofreciera (casi) lo mejor de nosotros mismos.

Pero eso, por supuesto, no son más que majaderías. El fútbol, como cualquier deporte agonista, como los llamaba Rafael Sánchez Ferlosio, es exactamente lo que vemos, ya se trate del cacareado derby canario o de los partidos entre adolescentes en el que los padres terminan armando grescas que a menudo acaban en agresiones y reyertas y la madre que los parió. Los deportes agonistas y comercializados tienen unos rasgos que sus seguidores se suelen negar a reconocer.

1.En el fútbol lo más importante, lo único importante en realidad, es ganar. La victoria es un fin en sí mismo y todo está a su servicio. Ganar no es únicamente sumar puntos. Ganar convalida una identidad, un colectivo, una visión de uno mismo; perder, por el contrario, es una suerte de deslegitimación, de empobrecimiento, de fracaso (a menudo infamante) que dice algo oscuro de nosotros mismos. No es la bondad la que te lleva a triunfar, es el triunfo el que te hace bueno. Incluso los que encuentran atractivos estéticos en el fútbol tendrán que convenir que su función no es otra que hermosear la victoria o convertir la derrota en algo aún más patético. El equipo que juega bellamente – por decirlo así – pero que no gana partidos no interesa a nadie. En realidad jugar bellamente es –de nuevo – ganar y solo ganar.

2. El fútbol (y todo el deporte espectacularizado) es básicamente un negocio que mueve miles y miles de millones de euros en el mundo y que se basa sórdidamente en el amor terruñero, localista o nacionalista a un símbolo con patas: una manipulación emocional indigna. Es como si se enfrentaran equipos y seguidores de Cocacola contra seguidores y equipos de Pepsicola, y ambos bandos creyeran firmemente en que Coca y Pepsi formaran parte de su identidad, de su acervo simbólico, de un código colectivo que los expresa y vivifica. Las pretensiones del CD Tenerife y de la UD Las Palmas – sociedades mercantiles cuyas acciones están concentradas en muy pocas manos — de representar a Tenerife o Gran Canaria representan una engañifa ridícula que es asumida como una obviedad.

3.El fútbol es igualmente una ideología de Estado (o de comunidad autonómica) que es utilizado por los poderes públicos como engrudo para cohesionar no un territorio, sino su propia propaganda, su propia legitimación. Por eso lo financia generosamente – nuestros macaronésicos equipos lo saben y disfrutan muy bien – y remojan sus patas con entusiasmo en el barreño sentimental de las competiciones. El fútbol agonista es imprescindible para el Estado, que colabora y negocia con los grandes equipos, plataformas y productoras de televisión y mantiene el negocio vivo y bollante. El deporte es un bien simbólico y un artefacto de manipulación política a la que ningún gobierno o gobernito quiere renunciar. Y el fútbol es también el plácido y deslumbrador escondite para blanquear figuras empresariales de pesadilla y enlaberintadas en procesos judiciales de las que nadie dice una palabra. Ni en Gran Canaria ni en Tenerife. Ni en la derrota ni en la victoria. Benditos sean.  

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito ¿Qué opinas?