Encarna

Tenga la vergüenza de escribir esas cosas en su casa

Habría que exigirle al Gobierno autonómico…Me detuve en la frase. No porque no supiera qué exigirle al Gobierno autonómico, sino porque había demasiado entre lo que elegir inútilmente… Entonces levanté los ojos de la pantalla y encontré frente a mi mesa a una mujer morena que me observaba con burlona curiosidad. Me sostuvo la mirada sin mayores dificultades durante varios segundos y después afirmo mientras simulaba preguntarme:
–Usted es González Jerez.
Generalmente respondo a esto que no, que es un primo segundo mío afectado desde chico por un problema neurológico, pero estaba cansado y dije que sí. La mujer se sentó y antes de encender un cigarrillo preguntó de nuevo:
–¿Me permite que me siente? Bien. Veo que está escribiendo un artículo. Aquí. En esta terraza. En esa ridícula tableta supermoderna y tal. ¿Pretende ser una versión tecnológicamente vanguardista de César González Ruano? ¿No sabe que para compararse con González Ruano no está usted lo suficientemente gordo y calvorota? ¿No puede escribir en su casa?
— Si no le importa…
— A ver que pone… “Hay que exigirle al Gobierno autonómico”… Pero qué bajo ha caído usted… Como si exigirle al Gobierno nada en una columna tuviera alguna utilidad…
— Las columnas son tan inútiles como las églogas o los sonetos…
–Usted transpira culturalismo ortopédico…Un letraherido como decía mi madre…
–¿Le decía eso su madre? A veces, sobre todo como lector, es difícil sobrevivir a una madre… Mire, señorita…
— ¿Señorita? Eso es una forma condescendiente de machismo…
— Bueno. ¿Cómo prefiere que la llame?
— Me llamo Encarna.
— Como su madre.
–Pues sí. ¿Algún inconveniente?
–Me imagino que plantearle inconvenientes sería tan inútil como exigirle nada al Gobierno.
— El Gobierno no es más que una abstracción. Toda este gaita de la crisis económica, de los mercados internacionales y los rescates bancarios lo que viene a demostrar es lo de siempre: los gobiernos, en lo sistemas capitalistas, operan como los consejos de administración de la burguesía…
–Admirable. Sobre todo admirable memoria lectora…
–Usted ha perdido la memoria de lo que son o no son las cosas y, sobre todo, de lo que pueden ser. Ha perdido cualquier rabia. En realidad nunca la tuvo…
— Eso se lo concedo.
–Por eso ha elegido la ironía. La ironía es paralizante. La ironía es la opción retráctil del que no toma ninguna opción.
— ¿Y cuál es su opción?
–Cualquiera que no me conduzca a escribir columnas como si fueran églogas…
–¿Pero usted escribe? ¿Es periodista?
–Son preguntas contradictorias. Aquí los periodistas no escriben. Juntan letras y se vengan diariamente de algo terrible que les debió hacer la sintaxis cuando pequeños.
–Usted, por supuesto, no sabrá definirme aquí y ahora la burguesía como categoría social…
–Voy a pedirme un café, no a hacerle un tratado de sociología… Un café con hielo, por favor… La verdad es que no sé porque pierde usted el tiempo con sus columnistas…
— No pierdo el tiempo, paso el rato…
— ¿No iría usted a escribir sobre las elecciones, no?
— Pues más o menos.
— ¿Ve usted? Al escribir sobre cosas que, en el fondo, carecen de importancia, de verdadera importancia política y económica, usted pone un granito de arena en la legitimación de este sistema podrido. En realidad usted forma parte, con todas sus irritaciones y sus murrias, de este podrido sistema…
— No será usted de Socialistas por Tenerife…
Encarna se puso realmente encarnada.
–¿Usted por quien me toma? Los de SXT son un grupito de gente que pierde una batalla interna en un partido y se van corriendo a fundar otro para que se note que son los buenos. Ahora descubren que el PSOE es socioliberalismo en el mejor de los casos. Que Dios les conserve la vista…
— ¿Izquierda Unida?
–No fastidies. No han firmado un acuerdo electoral con ese embaucador, Román Rodríguez, porque no les han dejado en el resto de Canarias. Con Román y con el PIL. ¿Sabe por qué Ramón Trujillo firma el acuerdo con SXT y estaba dispuesto a firmar con Román? Pues ni siquiera para ganar. Lo hizo para saber que existe. Para palparse la ropa y poder murmurar: “Estoy aquí, estoy aquí, estoy aquí…”
–Se van a dar una hostia de consideración.
–Bah, están acostumbrados. Y el responsable del hostión será cualquiera, menos ellos: la normativa electoral, el resto de IUC, los medios de comunicación, los que no se sumaron a la alianza por pura miopía política, desde luego. Cualquiera, menos ellos. Un día solo quedará un militante de Izquierda Unida en Tenerife y donará su cuerpo al Museo Arqueológico y así, por fin, podrán socializar algo…
— Es usted brutal…
— Es que insiste en presentarme como de izquierdas partidos que no son de izquierda. Incluso haciendo abstracción de los pintorescos y habituales fulanismos, son partidos reformistas, muy tenuamente reformistas, no lo que necesita Canarias.
— ¿Y qué necesita Canarias?
— Es obvio, aunque le asuste: una revolución.
— Caramba.
— Sí, una revolución, aunque se le antoje una barbaridad. ¿Ha visto lo que ha hecho la gente en Islandia? Pues eso.
— ¿Qué ha hecho la gente en Islandia?
— Borrón y cuenta nueva. Nueva Constitución. Nuevos partidos. Anulación de los abusos bancarios. Los bancos, nacionalizados, y un banco malo para meter todos los activos bichados. Procesos judiciales abiertos a los verdaderos responsables de la crisis y el empobrecimiento. Ya está.
— Es un resumen un poco apresurado. Habría que verlo…
— Parece usted Paulino Rivero…
— Mujer…
— Usted siempre lo llama “el presidente Rivero”…
— Es que resulta que es el presidente…
–“Vamos a ver si lo vemos”. Muy canario. Casi diría muy nacionalista burgués. En realidad es un lenguaje donde los trillizos se encuentran muy bien instalados…
— Ah, los trillizos. La Trilateral de CC, PP y PSOE.
— Ríase, ríase usted, pero no se olvide de los seis o siete nombres de los que siempre están en todo e intercambian sillas en la Cámara de Comercio y la CEOE…
— No vendrá usted de la Plataforma contra el PGO…
— Pues no. Otro nido de reformistas vocingleros… Aunque le reconozco que Felipe Campos…
–¿Felipe Campos? ¿Qué?
–Es un tipo atractivo…
— ¿Cómo?
— Sí, me cuesta reconocerlo, pero sí… A usted, por supuesto, se le antojará risible…
— A mi no se me antoja nada…
— Es que así…Tan fiero siempre… Tan indignado y dolorido… Hum…¿No le recuerda a Paul Newman?
— Sea por Dios…
–Como a todos los ateos no se le cae Dios de la boca…Pues a mí me parece que sí…Un Paul Newman con tuberculosis al que no le funciona bien la ducha, pero sí…Me tengo que ir… No puedo estar de cháchara con usted todo el día…
Se levantó, en efecto, y dejó un reluciente euro sobre la mesa. Se detuvo un momento y me dirigió otra mirada burlona:
— Se lo digo, sobre todo, como vecina: tenga por lo menos la vergüenza de escribir esas cosas en su casa…

Publicado el por Alfonso González Jerez en General 8 comentarios