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Veranos públicos e inviernos privados

El vicepresidente y consejero de Educación del Gobierno de Canarias, José Miguel Pérez, ha afirmado tajantemente que no se están privatizando los comedores escolares. Una plataforma integrada por el comité de empresa del departamento, familiares de alumnos de los cuatro (por el momento) centros docentes afectados y las federaciones de asociaciones de padres de Gran Canaria y Tenerife aseguran exactamente lo contrario. No dudo de que José Miguel Pérez sea un caballero cuya vida presiden honradez y la austeridad– sospecho que ninguno de sus ternos los compró después de la caída de Lehman Brothers – pero la demagogia que infecta estos desdichados tiempos me inclina a concederle mayor crédito a la plataforma. Sus miembros han argumentado sólidamente su posición; el señor Pérez y su equipo apenas se han presignado como una monja pillada en malos pensamientos.
Canarias – y esto seguro que no lo ignora el consejero de Educación – es la comunidad autónoma con índice más elevado de pobreza infantil de España y en España solo registra un índice de pobreza infantil mejor que Rumanía en el ámbito europeo. Muy cerca de un 40% de los niños isleños viven sumidos en la pobreza o asomados a su abismo. Quizás haya que retroceder medio siglo para encontrar una situación similar en el archipiélago y solo la existencia de los servicios sociales y asistenciales públicos desarrollados en las últimas décadas, que funcionan como estabilizadores sociales automáticos, impide una catástrofe. Aumentar ahora mismo en 25 o 30 euros mensuales las tasas por el uso de comedor cortaría el resuello de cientos de familias de desempleados y trabajadores precarios y hiela la sangre la expectativa de una eventual universalización de la medida en los centros escolares de Canarias. La respuesta básica de la Consejería de Educación es que se trata de algo inevitable, porque los recursos financieros están al límite y la Ley Presupuestaria de 2014 impide nuevas contrataciones. Es una respuesta tolerable si admitimos que la política ha desaparecido y solo cabe administrar mejor o peor los cuartos; si nos resignamos, como José Miguel Pérez y su equipo, a no buscar fórmulas imaginativas ni escuchar las propuestas de los centros y asociaciones de padres. Es paradójico que se pretenda abrir los comedores escolares durante el verano y se comiencen a exigir más perras y a sustituir los trabajadores públicos por catering privados durante el invierno. El agosto de la caridad institucionalizada y el invierno de los estómagos enguruñados y los bolsillos vacíos.

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito ¿Qué opinas?