Gustavo Santana

Realismo mágico

Gustavo Santana, actual viceconsejero de Empleo del Gobierno de Canarias y dirigente de la UGT durante bastantes años, sabe perfectamente interpretar a su conveniencia – es decir, a la de su gabinete –las cifras del paro en Canarias. Por eso es capaz de informar con una sonrisa que en octubre se produjo una disminución del desempleo del 0,4% respecto a septiembre. Un 0,4% de desempleo significa concretamente 757 personas. Para ponerle contexto a la cifra debe recordarse que octubre ya es temporada alta turística: el invierno de los placeres low cost de cientos de miles de británicos, alemanes y nórdicos que llegan a las ínsulas. No, no es un guarismo muy esperanzador, por lo que Santana se aferra a la comparativa interanual. Si se hace así, con buena letra sindicalista, te sale que tanto en paro como en afiliaciones de la Seguridad Social Canarias duplicó la media del crecimiento español entre octubre de 2021 y octubre de 2022. Prodigioso.

Me imagino que formo parte de una minoría, pero a mí esas métricas y comparativas se me antojan indecentes, cuando no directamente vomitivas. Es una técnica que utiliza habitualmente el Ejecutivo casi desde que se levantó el estado de alarma por la pandemia en 2020. Si el empleo ha crecido a un ritmo más intenso en Canarias que en la Península o incluso en Baleares en los últimos dos años (esto hay que repetirlo por agotador que resulte) es porque en nuestras islas se perdieron más puestos de trabajo y el tejido empresarial se vio más quebrantado. El agujero del que estamos saliendo era más profundo. La media de la población activa sin trabajo en el terrorífico 2020 fue en Madrid del 13,5% y en Baleares del 17,3%. En Canarias prácticamente llegamos entonces al 25,3%. Ahora mismo nuestro desempleo está muy próximo al 17,8%, es decir, superior al de Madrid o Baleares en sus peores momentos pandémicos. Que el Gobierno autónomo nos trate sistemáticamente como oligofrénicos, haciendo pasar por un salutífero crecimiento económico lo que es una esforzada recuperación –aun no plenamente conseguida — ya ni siquiera indigna, solo agota. Se refiera al descenso del desempleo o al incremento del Producto Interior Bruto.

En el espacio laboral canario, por lo demás, se entrecruzan nuevos y viejos problemas. El turismo y su efecto tractor en el comercio y los servicios era antes la solución a los problemas de crecimiento y la demanda del empleo; ahora comienza a ser simultáneamente la solución y el problema. Aunque todo es por el momento una hipótesis, puede que  se estén ofreciendo puestos de trabajo que, a pesar de ese escandaloso 17,8%, no se estén cubriendo. Un viejo chiste explicaba que ser rico era cada vez más caro; hoy puede decirse que trabajar en la industria turística o en las actividades que orbitan a su alrededor cuesta mucho dinero: sueldos muy limitados y alquileres, transporte y cesta de la compra al alza, y no solo por la inflación, sino por el mismo efecto encarecedor de una actividad turística desaforada sostenida durante décadas. Seguramente el viceconsejero Santana conoce un rumor al que se da pábulo, pero que nadie termina de creerse: empresarios hoteleros fletando aviones para traer de la Península a cientos de migrantes dispuestos a trabajar por lo que les pagarán y a abonar los alquileres y la comida enlatada por lo que les pedirán. Algo perfectamente legal y que ya se ha practicado antes para la plena operatividad de algunos hoteles del sur de Tenerife, de Gran Canaria o de Fuerteventura.  Al Gobierno no le intranquiliza muchos estos y otros fenómenos laborales. Que vengan más millones de turistas y habrá más empleo. Y si no que lo cuente Gustavo Santana en unos comunicados de prensa que están resucitando hermosamente el realismo fantástico como método narrativo.

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Unámonos todos en la dieta final

Hace apenas tres meses los secretarios generales de los dos sindicatos mayores de Canarias,  Juan Jesús Arteaga (Comisiones Obreras) y Gustavo Santana (UGT) declararon solemnemente que entendían como roto el diálogo social en el Archipiélago. Ambos se mostraban defraudados con el Gobierno autónomo, que pretendía limitar a dos reuniones el debate sobre la malhadada reforma del REF,  aprovechando taimadamente que no existían mesas ni calendario ni programa para los acuerdos de Concertación Social. Ciertamente desde hace cerca de tres años el Ejecutivo regional no había convocado a los interlocutores y comisiones que articulan la Concertación Social, pero los sindicatos mayoritarios se habían limitado, al respecto, a periódicas protestas rituales. No tomaron jamás ni una medida concreta, ni realizaron un análisis político de la pachorra de la Consejería de Empleo, ni se mostraron, en fin, particularmente interesados o airados. Así que, encerrados en su ya avanzado proceso de zombificación, la UGT y Comisiones Obreras se limitaron a lo suyo, a la defensa burocrática de los insiders del mercado laboral y a la convocatoria de huelgas generales cada vez más débiles y menos exitosas. Ayer todo cambio de repente.
Los zombies se empezaron a mover espasmódicamente. Dirigentes sindicales y representantes empresariales corrieron presurosos a reunirse con el presidente del Gobierno, Paulino Rivero, y con la consejera de Empleo, Industria y Comercio, Francisca Luengo, para sentar las bases de la VI Concertación Social, que se desarollará en diez mesas y se impone como fecha límite para llegar a un acuerdo el penúltimo día de diciembre del presente año. La continuidad de dichos acuerdos, cuando apenas seis meses más tarde se celebrarán elecciones autonómicas de las que saldrá un nuevo Gobierno con su propio programa, es tan probable como conseguir en el mismo plazo el pleno empleo en las islas. La causa de esta misteriosa resurrección de voluntades, lealtades y querencias es muy sencilla. El pasado viernes CC y PSOE registraron en la Cámara el proyecto de la Ley de Participación Institucional de las organizaciones sindicales y empresariales más representativas de Canarias.  La proposición, en su título III,  establece y regula las compensaciones económicas que sindicatos y patronales recibirán por su participación en los órganos colegiados y organismos autónomos de la Administración autonómica. Pastuqui. Agrupémonos todos en la dieta final, Arteaga y Santana, Santana y Artega y los liberados que saben que triste es cobrar, pero más triste todavía es trabajar por sus representados sin un piquito que complemente el sueldo.

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El caso de la huelga general

Santa Cruz de Tenerife bajo la lluvia. Cada vez que llueve Santa Cruz me parece que la ciudad se diluye. Se diluye un poco más, quiero decir. Santa Cruz, bajo la lluvia, se vuelve fantasmagórica, falsamente fantasmagórica, porque aquí la población de fantasmas no puede aumentar más. Ya lo sé, son reflexiones impropias de un detective privado, pero antes de pasar por mi despacho en El Monturrio me he comprado un cucurucho de castañas en la Rambla, me he tomado una y he empezado a sudar copiosamente y he tirado las malditas castañas a la papelera, y en ese momento, precisamente, cuando se intensificaba la lluvia, sonó el timbre de la puerta. Me sentí culpable, como si estuviera tocando la castañera, pero al abrir la puerta me encontré a una pareja dispar que me devolvió a la realidad amoral propia del oficio. Un hombre alto en la cincuentena y un pibe más bien bajito que parecía recién fugado de una clase de Pretecnología:

–Buenas tardes. ¿Es usted el detective privado, no? –me dijo el más alto, que llevaba al otro de la mano.

Apenas enarqué las cejas. Les aseguro que no tengo prejuicios, pero nunca había tocado a la puerta de mi despacho una pareja de hombres unidos de la mano y empezaba a sospechar los meandros de un caso tortuoso, mal pagado y culturalmente complejo. Tosí mientras asentía con cierta desconfianza.

–Ah, qué suerte encontrarlo. Soy Juan Jesús Arteaga, secretario general de Comisiones Obreras de Canarias, y este es Gustavo Santana, secretario general de la Unión General de Trabajadores de Canarias.

–Tanto gusto –dijo el jovencito con una sonrisa de hurón encantador.

–Buenas tardes…¿Y la manita?

–¿Cómo? ¿Qué manita? Ah, sí, perdone…Suéltame la mano, Gustavo…

–No, no, no…La unidad sindical es lo prioritario, Juan Jesús…

–Pero hombre, por cinco minutos…

–Todos los trabajadores canarios nos están mirando…

–Venga, hombre, es apenas un ratito para hablar con este señor…

–No me parece correcto. Tengo que llamar antes a todas las secciones y consultarlo…

— ¿Vas a reunir a la ejecutiva ahora?

— No, se los pregunto por el móvil y si se me autoriza…

–Caballeros –interrumpí –. Seguro que están ustedes muy ocupados…

–Que me sueltes, joder…Ya está…¿Lo ves? No ocurre nada.

El secretario general de UGT en Canarias lanzó un bufido de reprimida indignación. Arteaga se acarició las sienes como un gesto de cansancio civilizado. Luego volvió a sonreír. Tenía la sonrisa de un panadero que nunca te engañará con el peso de la barra del pan.

–Nos hemos dirigido a usted porque necesitamos sus servicios y sabemos que es de izquierdas…

–¿Y de dónde han sacado ustedes esa conclusión?

–Todos los detectives privados son de izquierdas. O abiertamente o implícitamente a través de un discurso y/o una praxis que pone en solfa la propia legitimidad del sistema político y denuncia la carcoma del orden social…

— ¿Cómo? ¿Qué es esa paparruchada?

— No lo sé. Se lo leí en un artículo a Alexis Ravelo y me lo aprendí de memoria. Me parece una reflexión muy progresista.

— Joder. En fin…Disculpe…¿A qué han venido?

–Tenemos una pregunta, una pregunta terrible, una pregunta decisiva, una pregunta que no sabemos responder. Allá va: ¿por qué la gente nos hace cada vez menos caso?

Me los quedé mirando.

–No me parece una pregunta muy práctica para un detective privado.

–Bueno, esa es la reflexión previa. Queremos contratarle para saber si el Gobierno prepara algo contra la próxima huelga general. Algo especial. Algo sobre lo que nos han llegado rumores, pero solo rumores vagos, insustanciales, nada concluyentes. Pero preparan algo, desde luego, y nuestras fuentes y vías de información están cegadas. No hay manera de averiguarlo. Y ahí entra usted. Espero que, tratándose de una cuestión que afecta al interés general de la clase trabajadora, nos haga usted una rebajita en sus emolumentos, por supuesto…

–Así llevan ustedes treinta años, con la cantinela de la moderación salarial, y mire cómo les ha ido…

–Lo sabía –interrumpió con fiereza Gustavo Santana –. Reconozco a un tipo de USO en cuanto lo veo…

–Son 300 euros diarios, gastos aparte…

–¿Usted gasta mucho? –imploró Arteaga.

–Lo suficiente para contribuir a que el capitalismo no se derrumbe pasado mañana…

–El capitalismo es un sistema de dominación criminal. De acuerdo. Pero modérese, por favor.

–Moderado estoy. Ya pueden darse la manita otra vez.

Al día siguiente comencé las indagaciones más elementales. Por supuesto, me disfracé de estudiante socialdemócrata que preparaba una tesis doctoral sobre  Las relaciones entre Jerónimo Saavedra y Eduard Bernstein en el África Subsahariana: interacción y propuesta y accedí así a una entrevista con Francisco Hernández Spínola, consejero de Presidencia del Gobierno de Canarias.

–¿Una estratagema del Gobierno de Rajoy contra la huelga general? Ni idea. Pero yo no lo descartaría. Quieren destruir la democracia social en este país. Pero nosotros aguantaremos a pie firme. Somos un gobierno de inspiración socialdemócrata que no dejará que se destruya el Estado de Bienestar en las islas…

–¿Paulino Rivero es socialdemócrata?

— Los días en los que hace footing sí… Le baja el azúcar y hasta habla de su admiración por Felipe González…

Por supuesto, hablé con Soria, pretextando ser un sobrino de la secretaria de Esperanza Aguirre que trabajaba como becario en Libertad Digital y le llevaba el café y las obras completas de Ramiro de Maeztu a Víctor Rodríguez Gago.

–Nozotros no vamoz a hacer nada contra esa malhadada huelga, que tanto daño hará a la imagen de España en el ezterior… Esas fantazías sindicales… Estamos intentando que la lluvia se prolongue hazta el día 14, eso sí, y en La Moncloa, todas las mañanas, se reúnen medio centenar de chamanes, dirigidos por Paco Marhuenda, para que las borrascas no se alejen del país…Pero aparte de eso y del Código Penal…Vivimos en una democracia, mal que le pese a anacronismos vivientes como el socialismo, el comunismo, la socialdemocracia, los sindicatos, los keynesianos, los separatistas, los culés, Javier Bardem…

De veras que me esforcé durante un par de semanas, pero fue inútil. Ateaga y Santana me recibieron desolados en una sidrería frente a la sede sindical de Santa Cruz.

–No hay nada –resumí –. El Gobierno tiene plena confianza en que se hostiarán ustedes solos. Y en el miedo y la resignación.

— ¿Y a quien le vamos a echar la culpa? – dijo Arteaga, asustado.

Santana, lentamente, metió las dos manos en el bolsillo.

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