libertad de expresión

Guiñolescas

Me encuentro entre los que opinan que la prisión incondicional impuesta a los dos profesionales integrantes de la compañía  es absolutamente desproporcionada. La prisión incondicional es una medida judicial de carácter casi excepcional y el propio auto del juez instructor no la argumenta debidamente. Los titiriteros deberían salir de inmediato de una cárcel donde no han debido entrar. Todo es bastante guiñolesco: Títeres desde abajo es una compañía profesional que ya había sido contratada por el ayuntamiento de Madrid presidido por Ana Botella; es falso que la obra representada estuviera programada para su representación ante los niños; se trataba de una comedia de títeres de cachiporra, subgénero caracterizado por la crueldad, el disparate y el sarcasmo desarrollados a un ritmo vertiginoso. Cualquiera puede ver el trabajo de Títeres desde Abajo en youtube, al parecer nadie había detectado tan criminógeno material al alcance de cualquiera. Yo lo he hecho y me parecen un poquito aburridos. Por supuesto, críticamente muy bien intencionados, pero, con sinceridad, bastante aburridos. Sin embargo el aburrimiento doctrinal no está sancionado en el Código Penal. Ni siquiera lo está el mal gusto, por no hablar de los prejuicios ideológicos de los magistrados españoles.
No sé si les ocurre ustedes, pero, junto a la preocupación porque ocurran estas cosas, uno siente una profunda sensación de vergüenza aliñada con un empute creciente. Porque acciones judiciales como estas no consisten en tratar a los niños con ejemplar espíritu protector, sino en tratarnos a los adultos como niños hasta llegar al cementerio. Nosotros, aunque existan caballeros togados y drigentes políticos que no terminan de entenderlo, decidimos los libros que leemos, las películas que vemos y hasta (pásmense) las obras de títeres con las que disfrutamos o nos reímos. Me pregunto de dónde carajo saldrá esta gente que no solo se escandaliza por la presencia de la violencia y la sátira en las obras artísticas desde la antigüedad grecorromana, sino que pretende perseguirla judicialmente. Gente a la que la muerte de la madrastra de Blancanieves – muy suavizada en la versión Disney, por cierto – debe poner los pelos como escarpias. Espero que los dirigentes del PP y de Ciudadanos estén muy atentos en las próximas fiestas de mayo en Santa Cruz y levanten un informe sobre las sañudas palizas de Gorgorito (“voy e reventarte la cabeza”, suele advertir alegremente) contra la bruja Ciriaca mientras la novia del héroe se desmaya de la emoción. Cada hora que pasan en la cárcel Alfonso Lázaro de la Torre y Raúl García Pérez supone alargar un escarnio bochornoso. Pero eso sí: no son Federico García Lorca ni esto es un episodio semejante a la matanza de Charlie Hebdo. Lo digo por los recalcitrantes de la otra orilla cada vez más entusiasmados en proclamar un clima de preguerra civil.

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito ¿Qué opinas?

Aisha Hernández

Pasado mañana, jueves, deberá ingresar en prisión una joven militante de Intersindical Canaria, Aisha Hernández Rodríguez, cuyo atroz delito ha consistido en ondear una pancarta y grafitear una pintada en una calle grancanaria que rezaba pornográficamente: “75% de paro juvenil”. Comprenderán ustedes que una brutalidad de este calibre no se puede pasar por alto. Por suerte, en el mismo momento en el que dibujaba en la pared semejante obscenidad apareció una pareja de policías de paisano (sic) que le exigieron que les entregara el bote de spray y que se identificara de inmediato. La joven pidió que se identificaran los agentes. La discusión subió de tono y los policías llamaron a un coche patrulla, donde fue introducida a viva fuerza. Después de pasar una noche en el calabozo, Aisha Hernández se enteró de que la policía la había denunciado por atentado contra la autoridad. En el juicio que se celebró poco después, el fiscal rebajó los cargos: cuatro meses de cárcel por “resistencia a la autoridad” para la joven y el pago de una indemnización a cargo de los agentes de policía. Hernández, al carecer de antecedentes penales, no fue a la cárcel.
Un año más tarde, no obstante, una sanción de tráfico le ha impuesto una pena de prisión menor. La inmensa mayoría de los condenados no la cumple. Pero Aisha Hernández, al contar ya con antecedentes penales, debe enfrentarse a la misma. Peor aun. En el año 2012 Hernández, junto a varios compañeros, desplegó una pancarta de protesta en una ventana del inmueble de la Confederación Canaria de Empresarios de Las Palmas y, finalmente, la Audiencia Provincial la ha condenado a seis meses de cárcel y  a una multa de mil euros. Si este fallo le es comunicado mientras está en prisión Hernández puede  pasar cerca de un año entalegada en la prisión de Salto del Negro.
Tal vez Aisha Hernández se resistió a la autoridad. Quizás podría haber agitado la pancarta en la calle y frente a la puerta de la CEE. Pero que una joven vaya a parar a la cárcel y se vea privada de su libertad por eso es un desafuero tan repugnante como inadmisible. Dudo mucho que, pese a la justificada indignación que este atropello haya causado estemos frente a un caso de criminalización de la disidencia, pero la oscura y cierta amenaza  que pende sobre la libertad de Aisha Hernández no puede ser entendida (y obviada) como un trámite judicial ordinario en una sociedad democráticamente presentable y así lo han entendido una treintena de organizaciones sindicales y plataformas ciudadanas. Si finalmente entra en prisión, y aunque la mayoría no lo note, aquí fuera, en plena primavera, todo será aun más oscuro y ominoso.

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