PIB canario

Lo que hacemos y deshacemos

La celebración del Día de Canarias, por supuesto, se ha alimentado de exaltaciones identitarias. Canarias es salitre, volcán y lava. Canarias es gofio o papas con mojo, mijo, un cielo azul que brilla con siete estrellas verdes, un pueblo noble y humillado durante siglos, el agua por el barranco y mi amor en el telar, una nación a punto de levantarse, un combate cultural que se ganará algún día, nuestro verdadero hogar, la madre amantísima cuyo código ancestral nos descifrará como pueblo, una juventud dorada por el sol y la virtud, un hermoso aunque marchito solar víctima de sórdidas ambiciones ajenas, una fonética sacrosanta para un dialecto impar, una historia secuestrada, una aspiración moral. Es muy difícil sustraerse a los encantos de la identidad. La identidad es la explicación para todo y todas las cosas – en la economía, en la enseñanza, en la historiografía, en nuestros hábitos defecatorios –encuentra invariablemente una explicación en nuestro (real o imaginario) acervo identitario.

Es mucho más cómodo definirnos que explicarnos. Los debates saben más y mejor si nos centramos en discutir lo que somos (o cómo somos, en la mejor tradición taxonómica, determinista, curita y autocomplaciente de Manuel Alemán). En cambio debatir sobre lo que hacemos (nuestras acciones e inacciones) es un fisco más desagradable. Y controversial. Y no ofrece satisfacciones inmediatas ni imágenes confortadoras ni ese coquetón y pequeñito narcicismo colectivo al que se reducen casi siempre los debates sobre la atormentada o tormentosa identidad canaria. Tal vez necesitemos otro día para que después de la exaltación o de la indigestión yoística. Porque esto –Canarias – no va bien. Ni por asomo.

No, no se preocupen los que suelen hacerlo. No es una catalinaria contra el Gobierno presidido por el señor Torres. El Gobierno actual, simplemente, no ha tomado una sola decisión estratégica sobre la base de un modelo de desarrollo coherente y un conjunto ambicioso de reformas que urgen al país y que permanecen en barbecho. Todas. Los problemas estructurales de Canarias hunden sus raíces en un pasado de décadas y son el resultado de la pachorra, el oportunismo y la ceguera de nuestras élites políticas, económicas y académicas. Y de un perverso y degradante proceso de selección de élites, precisamente, en cada uno de esos ámbitos. Si quieren indicios de esta degradación recuerden, simplemente, que nuestro primer consejero de Economía fue Rafael Molina Petit, licenciado en Economía, master en dirección de empresas y técnico comercial del Estado, y la actual es una licenciada en Historia que apenas maneja las cuatro reglas y tiene como mérito principal –como es habitual desde hace mucho tiempo – el apoyo de sus padrinos en la selecta oligarquía de su partido.

Canarias está mal porque su PIB per cápita en 2018  fue de 20.4093 euros mientras que en 2007 fue de 21.050. Saliendo apenas de la crisis covid todavía no hemos recuperado los niveles de hace nada menos quince años. Quince años. En el último cuarto de siglo el PIB más alto se registró en 2019, con 47.483 millones de euros, pero eso apenas supone un 10% más que los 41. 425 euros de 2008. Más aún: la productividad de la economía no ha dejado de descender desde principios de siglo – no conseguimos producir más rápidamente y mejor, tanto desde el punto de vista global como por hora trabajada — y a partir de la crisis de 2008 está cayendo casi en picado. La desigualdad social ha crecido, incluyendo los últimos tres años, y es prodigioso que en más de treinta años la tasa de desempleo más baja haya sido del 10% (2007). No se ha corregido la divergencia con la media española y europea: la brecha sigue aumentando. Un país con esos datos debería hacérselo mirar y atreverse a desarrollar un diagnóstico realista y unas reformas pragmáticas y decididas. Si seguimos así viviremos bastante peor en el futuro inmediato, no podrá articularse un modelo de país democrático, cohesionado y próspero y nuestra irrelevancia será creciente frente a Madrid y Bruselas. El amor huirá del telar a toda prisa. No vamos a tener ni agua por el barranco. Ni barranco probablemente. 

Publicado el por Alfonso González Jerez en Me pagan por esto ¿Qué opinas?

El incansable zahorí

Paulino Rivero continúa, inasequible al desaliento, practicando sus cabañuelas econométricas, que tantos hilarantes titulares nos han ofrecido durante sus ya casi siete años de mandato presidencial. Todas las hagiografías paulinistas – se prevén muchas y muy miniadas en los próximos meses, todas con imprimatur presupuestario – insisten en señalar la infinita prudencia del presidente, pero está visto que cuando toca hablar del futuro Rivero se desmelena y olvida cualquier circunspección. Ya que el presente es atroz y le persigue cual sanguinario muflón, intenta seducir al futuro contándole (y contándonos) lo bonito que es. En fin, Paulino Rivero, en ese recipiente electrónico donde lee las borlas de café y que otros llaman blog asegura que el PIB canario crecerá por encima del 2% el próximo año. Incluso, supuestamente, si Rivero es reelegido como jefe del Ejecutivo.
Es una reflexión curiosa la del presidente del Gobierno autonómico. Para este 2014 la Consejería de Economía y Hacienda ha previsto un crecimiento del 1,5%, “superior a la media española” según el acostumbrado latiguillo presidencial, que jamás utiliza, por ciento, para hablar del porcentaje de desempleados en el archipiélago. Pero la correlación entre incremento del PIB y crecimiento del empleo no significa causalidad. Se puede crecer en términos de Producto Interior Bruto y no generar empleo, y estas jobless recoveries, en Canarias, están estrechamente vinculadas a la explotación intensiva de la construcción y el turismo.  Curiosamente el año 2011 se cerró con un crecimiento del PIB del 2,1%, más o menos lo que vaticina nuestro entrañable guró sauzalero para 2015, y sin embargo se destruyeron unos 12.000 puestos de trabajo, superando así los 300.000 parados en las islas. No se trata de un prodigioso misterio. En primer lugar, el PIB no está creciendo: apenas está recuperándose de una evolución casi plana en los últimos ejercicios. En segundo lugar, el incremento del empleo es una función del crecimiento de la producción y de los costos laborales reales y el primero factor sigue deshinchándose en Canarias. Y, por último, los presupuestos autonómicos para 2011, sorprendentemente expansivos, aportaron capital suficiente – obra pública y fondos sociales — para mantener una tasa de crecimiento molona, pero sin contrapartidas sociales. Para aunar un crecimiento económico moderado y sostenido, creación de puestos de trabajo y recursos fiscales el Gobierno regional debería haber desarrollado un conjunto de reformas (institucionales, administrativas, tributarias, educativas) que son, precisamente, la que se ha abstenido de diseñar y ejecutar Paulino Rivero y su equipo. Esta crisis interminable ha sido estúpidamente desaprovechada por los responsables políticos y las élites empresariales del país. Puede que se crezca en los dos próximos años. Pero sin disminuir sustancialmente el paro. Será como andar de puntillas por un terreno sembrado de cristales y tachuelas.

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito ¿Qué opinas?