Unidos se Puede

Una proposición de izquierdas

Eran aproximadamente las cinco de la mañana cuando sonó el teléfono móvil de Javier Abreu, justo en el momento en el que intentaba terminar la primera página de Los tigres de Mompracen, del gran Emilio Salgari, libro que había empezado a leer a los seis años pero que nunca había podido concluir por las obligaciones impuestas por su inmarchitable compromiso político:
–Así no hay manera de hacerse una cultura general. ¿Sí? ¿Dígame?
–Javier…¿Javier? Soy Rubens…
–¿Quién?
–Soy Rubens…Rubens Ascanio…
–No me suena…
–Así no se empieza bien una negociación política… Soy Rubens Ascanio y te hablo como portavoz de Unidos se Puede…
–Chico, es que siempre me confunde eso de Rubens… ¿Por qué no Ruben?
–Es simbólico. Pluralizo mi nombre porque quiero que no represente egoístamente a un solo individuo, sino a un pueblo en marcha…
–Ya, ya. ¿Sabes que hora es?
–Es que acaba de terminar la asamblea y hemos decidido ofrecerte la Alcaldía de La Laguna si firmas un pacto de progreso con Unidos por La Laguna y Santiago Pérez.
–Ya estaban tardando.
–La culpa es de Santiago. Bueno, no, la culpa es de la farmacia de guardia, que no tenía los suficientes tranquimazines para dopar a Santiago y que nos diera su aprobación.
–Huuum. Interesante.
–Creemos que es necesario un sacrificio porque nos parece preferible que ostente la Alcaldía un socioliberal cómplice de los intereses más espurios e inconfensables de los criminales caciques laguneros que la ocupe un nacionalista cómplice de los intereses más inconfesables y espúreos de los criminales caciques laguneros. Creo que el planteamiento político-ideológico  está claro.
–Bueno, para empezar…Dime que soy de izquierdas…
–¿Cómo?
–O me dices que soy de izquierdas o te cuelgo el teléfono joder ya.
–Claro que eres de izquierda. Siempre has sido de izquierdas. Todas tus políticas, tus sentimientos, tus tics y tus mascotas son de izquierdas.
–¿Tú has visto Pretty Woman o no? Te estás quedando corto.
–Pues…pues… La historia de la izquierda política y social no solo en La Laguna, sino en toda Canarias, no es comprensible sin el liderazgo firme y sereno y hondamente progresista del compañero Javier Abreu…
–Eso está mejor.
–¿Puedo llamarte compañero?
–Compañero excelentísimo señor…
–¿Entonces, firmamos mañana el pacto?
— Uy, si son las cinco y cuarto y me he desvelado. Venga, cuéntame otra vez eso de que soy de izquierdas y ya veremos…
–Érase una vez un hombre de izquierdas que mereció ser alcalde de La Laguna y al que todos llamaban, sencillamente, Javier Abreu…

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito ¿Qué opinas?

Terrorismo y obsolescencia

La recuperación editorial de un artículo de Rubens Ascanio, líder de la plataforma Unidos se Puede, que consiguió seis concejales en el ayuntamiento de La Laguna en las elecciones municipales del pasado mayo, se me antoja tan espontánea y casual como la ley de la gravedad, pero sospecho que Ascanio y sus compañeros, en lugar de mirar hacia la derecha, deberían hacerlo hacia la izquierda. La verdad es que el artículo, publicado hace algunos años, no tenía nada de particular. Me explicaré: nada de particular desde la sensibilidad ideológica de Ascanio, quien comenzó a comprometerse políticamente en organizaciones como el Tagoror Ecologista Alternativo o Azarug. Afirmar  –como he escuchado a algunos malévolos chismosos – que Rubens Ascanio defiende, justifica o apoya el terrorismo político es una estupidez repugnante. Pero en ese artículo – como en otros  suyos– lo que sí se puede rastrearse es una determinada visión de Canarias y su evolución política y social.  No se trata de huronear en viejos papeles o flamantes tuits lo que afirmó o negó un político o un candidato hace tres meses o tres años para encontrar una huella dactilar de zafiedad, intolerancia, ignorancia o cretinismo, sino de conocer sus puntos de vista, sus simpatía y diferencias, sus análisis y sus eventuales propuestas.
Si Ascanio se lió en el artículo de marras y consideró que estaba obligado a dar explicaciones es porque, precisamente, su texto está empapado en unas convicciones ideológicas que eran (y en su caso sorprendentemente siguen siendo) las de un izquierdista canario más o menos independentista durante los años setenta. Obviamente la policía era uno de los cuerpos represivos de los que se servía la brutal dictadura franquista, pero el homenaje sobre el que el dirigente político lagunero exponía severas dudas no era un reconocimiento a los grises, sino al funcionario policial que murió al intentar desactivar una bomba colocada por el MPAIAC. Más lamentable todavía es que Ascanio justifique haber calificado al asesinato de Rafael Valdenegros como un “trágico accidente”, porque el artefacto explosivo “estaba destinado a una sucursal bancaria y no iba dirigido a esa persona”. Ningún terrorista coloca bombas para que no afecten a otras personas. En realidad, tal y como señala Rafael Sánchez-Ferlosio, la intención prioritaria del terrorismo no es matar: lo principal es el anuncio. Desde el punto de vista del terrorista la muerte es siempre un daño colateral. En realidad todos son daños colaterales para el asesino ideológico y Ascanio, a su edad, debería saberlo. Como ciudadano lo que más me asombra de Ascanio y sus compañeros es que, desde una insatisfacción entendible y compartible,  todos sus análisis, toda su descripción crítica del entorno político y social,  todas sus hipotéticos modelos de gestión, toda su fraseología incluso están trufadas de una ideología que hace lustros demostró su obsolescencia para entender y transformar la realidad.

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