Retiro lo escrito

De cabeza

Los próximos presupuestos generales dela Comunidadautonómica no estarán inspirados en Keynes ni el Schumpeter, sino en Lovercraft. Supondrán un duro golpe para los servicios sociales y asistenciales, pero sacrificarían departamentos y partidas enteras para evitar el hundimiento insalvable de los sistemas públicos de educación y sanidad. Se sospecha que la inversión productiva descenderá hasta las alcantarillas. Eso no es lo peor, sin embargo. Lo peor llegará, a buen seguro, en la próxima primavera. En los ingresos el Gobierno regional está basándose, entre otros escenarios, en los actuales presupuestos generales del Estado, que en virtud del adelanto de las elecciones generales, se prorrogarán automáticamente. Pero una vez que el nuevo gobierno tome posesión (un nuevo gobierno que, sin duda, presidirá Mariano Rajoy) el Partido Popular diseñará los verdaderos presupuestos generales para 2012, que disminuirán o suprimirán transferencias financieras y fondos para los programas y planes concertados con el Ejecutivo canario. Todo apunta, por lo tanto, a que el presupuesto que apruebe el Parlamento de Canarias deberá sufrir todavía más agónicos reajustes antes de mediados del próximo año. En una excepcional situación de emergencia social, con un 28% de la población activa en paro, miles de isleños desprovistos de cualquier subsidio y la actividad económica con un encefalograma plano, nos dirigimos inexorablemente a unos presupuestos públicos propios de una coyuntura bélica. Con un detalle característico, sin embargo: el enemigo no es exterior. El enemigo es la mayoría social, la integridad de la estructura económica de Canarias y el propio autogobierno de las islas.

Los más agoreros afirman que este es el prognosis más favorable. La peor es que todo el maldito sistema bancario se vaya al infierno, por méritos propios, desde luego, pero también, y muy particularmente, por la oligofrénica incapacidad de las élites políticas europeas en llegar a una solución consensuada sobre la crisis de la deuda soberana que tiene uno de sus epicentros, pero no el único, en Grecia. La banca española se verá obligada a pedir más pasta para cumplir con los estándares de solvencia establecidos por Bruselas en una cuantía que superará, probablemente, los 150.000 millones de euros.  O acude al mercado interbancario, o acude al FROB o aligera sustancialmente sus balances. Y eso, como es obvio, es un nuevo y magnífico estímulo para mantener en el frigorífico la congelación de los créditos a familias y pequeñas y medianas empresas. Ustedes disculpen. Elegí malos tiempos para leer diariamente la prensa económica.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Siniestro

En la primera (y quién sabe si única) imagen fotográfica después de su muerte Gadafi aparece con la boca ligeramente entreabierta, y la expresión final dibuja una sorpresa: estoy muriendo, he muerto así, ya estoy muerto. En el Berlín de abril de 194 los jerarcas nazis preferían, o afirmaban preferir, que los pillaran los norteamericanos o los ingleses antes que los soviéticos. Los primeros los encerrarían; los segundos, les volarían los sesos. De forma parecida, desde hace varias semanas algunos advertían que Gadafi, antaño todopoderoso dictador y ahora reducido a una rata encastillada en Sirte, sobreviviría si le cabía la suerte de ser capturado por militares o asesores dela OTAN, pero no tendría ninguna posibilidad si lo encontraban antes las milicias del llamado Consejo de Liberación Nacional. Una tontería propagandística, claro. A los que han patrocinado desde el exterior la caída de la tiranía de Gadafi les convenía que desapareciera de la escena política, abandonando este valle de lágrimas y petróleo, cuanto antes. Un Gadaffi parlanchín, histriónico, testarudamente redundante, sería un incómodo acusado enla CorteInternacionaldeLa Haya, recordando sus entrevistas, sus abrazos, sus acuerdos con los principales dirigentes de Estados Unidos yla UniónEuropea, después de su reconversión de financiero del terrorismo internacional a terrorista de su propio pueblo. A Gadafi no le costó demasiado cara su camaleónica transformación; a los libios, en cambio, les costó soportar a Gadafi, precisamente, otros veinte años más.

El discurso oficial sobre la guerra de Libia expone el épico relato de un pueblo sediento de libertad que se levanta contra el tirano que controla sus vidas y haciendas y recibe el generoso apoyo de las democracias del planeta, Lo malo, una asunto menor sin duda, es que hay más de 100.000 muertos. Y la mayoría de estos miles de civiles aniquilados no brotaron, obviamente, de la lucha cuerpo a cuerpo ni florecieron putrefactamente en  las trincheras. La mayoría, sin excluir a mujeres y niños, fueron víctimas de los bombardeos aéreos dela OTAN. Lasbombas democratizadoras carecen de discernimiento, siquiera electrónico, y quemaron y arrasaron a muchísimos demócratas en acto o en potencia. Enseguida aparecieron por la ciudad de Trípoli, una vez liberada, Sarkozy y Cameron, ajustando sus agendas para coincidir con los telediarios del mediodía. Después de arrasar el país contribuirán a reconstruirlo, cobrando las debidas plusvalías y firmando los contratos de rigor porque, como dijo un mafioso al pedirle ayuda judicial a Vito Corleone, “entiendo que usted cobre por esto, después de todo, no somos comunistas”.  Lugar siniestro este mundo, caballeros.

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Melindrosos

Las últimas jeremiadas del escritor Nicolás Melini apenas merecen ya comentario. Pero no quiero parecer grosero y dejarle sin una postrera respuesta a propósito de la sarta de torpezas y estupideces que me dedica en su último articulito donde, por supuesto, no entra en razones, sino que persiste en sus indignaciones postizas, sus desvergonzados lloriqueos, su impotencia analítica y su ignorancia palmaria sobre el Salón Internacional del Libro Africano.

1 Cualquier lector que se haya molestado en leer mis artículos sobre la actitud de los escritores isleños respecto al SILA es perfectamente capaz de entender el núcleo argumental de los mismos: la crítica a la ergonómica indiferencia que la inmensa mayoría de los escritores isleños muestra hacia la sociedad de la que forma parte y, más específicamente todavía, hacia las dinámicas culturales de la misma. En ningún caso entraba yo en sentenciar el valor de la obra literaria de este o aquel novelista, poeta o dramaturgo. No es la primera vez y (mal que le pese a los melindrosos de turno) no será la última en el que, a propósito de un proyecto cultural importante, encuentro denunciable este estólido avestrucismo solo ocupado de sus propias plumas. Resulta singularmente grotesco que Melini, entre sus estreñidas gemebundeces, clame porque no encuentra a los escritores canarios de verdad escribiendo en los periódicos. Le diré un secreto: no existe ninguna conspiración judeomasónica que lo impida. No lo hacen, simplemente, porque no tienen puñeteras ganas ni les alcanza el resuello para hacerlo. Cuando toman la palabra es para protestar por un olvido, un ingrato paréntesis o un maltrato siempre injusto, snfff. Como el propio Melini, por señalar a alguien.

2. Los intelectuales canarios han dimitido de su función crítica y de su participación deliberativa en el espacio público. Exceptuando escasísimas y a menudo infelices excepciones, hace más de veinte años es imposible leer artículos, escuchar conferencias o encontrar entrevistas en las que los escritores canarios se pronuncien críticamente sobre la situación política, social y cultural del Archipiélago, más allá de abstractas consideraciones sobre la mezquina idiotez del Poder. Nada de nada. Este mutismo pancista es particularmente intenso en lo que refiere a la crítica a las políticas culturales en Canarias y se explica, en parte, por el silencio de los perceptores de subvenciones y/o invitados a programas institucionales, como el propio Melini, por no irnos más lejos.

3. No pertenezco a la dirección del SILA ni hablo en su nombre. El SILA no es un seminario literario ni necesita de los escritores canarios: son los escritores (y editores) isleños los que podrían beneficiarse del SILA. Menos aun necesita a aquellos que ni saben ni les interesa en lo que consiste, como el propio Melini, por poner un ejemplo.

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Microrrelatos

Cuando se despertó en la mayoría absoluta, la investigación judicial por cohecho, tráfico de influencias y prevaricación no solo seguía ahí, sino que estaba a punto de convertirse en una acusación con inminente  apertura de juicio oral. Pero los dinosaurios continuaban durmiendo en el Sir Anthony, hip. 

“Maestro”, preguntó el discípulo en medio de los altos de Chayofa, “¿existe Dios? ¿está Él ahora aquí?” El chamán inspiró largamente de su pipa y explicó al discípulo: “Escucha el sagrado principio del bertismo: Dios está en todas partes, pero atiende en el ayuntamiento”.

Érase una vez un alcalde al que pidieron que no siguiera contando cuentos. “Lleva usted contando el mismo cuento sin parar desde hace años sobre el Plan General de Ordenación. Termine ya y explíquese”. El alcalde se mostró generosamente de acuerdo con la oposición y en medio del pleno municipal proclamó: “Había una vez un PGO colorín colorado”. El acto fue recogido por todos los medios de comunicación, que señalaron positivamente el buen pulso narrativo del mandatario municipal y su ejemplar laconismo.

El príncipe odiaba el color blanco. Lo odiaba a todas horas, de día y de noche, y en su obsesión todo – las paredes de su despacho, su corbata, los concejales de la oposición, el interventor, la arena de las playas – se había tornado de un blanco insoportable. El príncipe llamó a su gran chambelán. “Manolo”, le dijo, “¿qué podemos hacer con el color blanco?” El chambelán se mostró sorprendido. “A mí lo que me preocupa, Alteza, es lo negro que se está poniendo todo”. El príncipe lamentó la estupidez de su súbdito. “Si no hay blanco no hay negro, animalito. Mete más publicidad”. Y así se hizo para alegría del gris.

Los trece apóstoles se quedaron dormidos por culpa del calor que azotaba al desierto y al Mesías mismo, que no los llamó a la oración. “Maestro”, le dijeron, “tenemos hambre y sed, pues no nos has designado delegaciones para seguir cobrando y ahora padecemos tu descuido”. “No os preocupeis”, contestó el Mesías, “que yo proveeré”. Los discípulos, maravillados, preguntaron: “¿Harás brotar leche y miel de estas secas piedras? ¿Creareis de la nada pan, carne y vino?”. “¿Pan, carne y vino? Nada de eso. Crearé una Jefa de Recursos Humanos y Nónimas”. Y así lo hizo, ensalzado sea.

El bertismo es una experiencia mística que no está al alcance de cualquiera. Por eso el 52% de la población de Arona, intuitiva conocedora de sus severas limitaciones espirituales, ha optado por no acudir a las urnas.

 

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Señores perros

Igual los que se han manifestado – yo no pude, pero no por falta de ganas – el pasado domingo en Europa y América no tienen toda la razón ni se apoyan rectamente en razones siempre intachablemente razonables. Pero básicamente no están equivocados. Qué extraña, nauseabunda y peligrosa regresión política y ética estamos viviendo. Decenas de miles de personas se manifiestan en este país – en Santa Cruz de Tenerife fueron más de 10.000 –, lo hacen una y otra vez, lo hacen con denuedo y progresivo éxito, lo hacen en plena articulación de un movimiento de crítica y protesta de carácter internacional, y lo que reciben, los mensajes que merecen desde las gramáticas del poder, es, en el mejor de los casos, un cariacontecido paternalismo (“perdónanos, Señor, porque no saben lo que hacen”) y en el peor, y más extendido, una descalificación burlesca, despectiva, marginadora, que pretenden reducirlos a una realidad fantasmal. Unos y otros comparten un montón de estupideces encaramadas en una superioridad moral e intelectual puramente ficticia. Contra toda realidad suscriben que los bancos y fondos de inversión no han robado a nadie, que los ciudadanos han vivido como niños mimados por encima de sus posibilidades, que todos somos responsables de esta catástrofe, que los manifestantes solo se representan a sí mismos, mientras que ellos, desde sus escaños, sus columnas de opinión o sus cátedras, al parecer, nos representan a todos. En última instancia los propagandistas del status quo vienen a afirmar que el sistema financiero y económico no ha fallado, porque es aproximadamente infalible: quien lo ha hecho, faltaría más, son los seres humanos. Lo mercados no atacan: los pobres mercados se limitan a defenderse. El capitalismo financiero globalizado, la financiarización de la economía global, representa la única promesa de prosperidad, y es una lástima que la gentecilla esta no lo entienda y se dedique a dar la lata por las calles y plazas, desdichadas reliquias de un concepto participativo de democracia que, por el bien de todos, debe desaparecer para siempre. No es operativo, no es pragmático, no es aceptable en un mundo en el que el dinero y sus mangoneadores saben mejor que nosotros lo que nos conviene.

Las manifestaciones seguirán aumentando y extendiéndose, porque la crisis, es decir, la reconfiguración de un sistema político para su feliz ajuste a las necesidades del capitalismo financiero, apenas está en sus inicios. Los ciudadanos (muchos ciudadanos) no van a renunciar graciosamente a su ciudadanía ni los plutócratas y sus servicios auxiliares a su afán de control. Esto no va a ser ni divertido, ni tranquilo, ni invariablemente simpático. Igual no se mantendrá siempre el respeto. Un viejo proverbio árabe dice: “A los perros muy ricos se les llama señores perros”.

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