Retiro lo escrito

Interinidad

Es tan insoportable. José Miguel Pérez liándose con sus menesterosas metáforas desde el atril de los oradores. José Miguel Pérez quiere a la vez un partido cohesionado y abierto a la sociedad. José Miguel Pérez quiere renovación y responsabilidad. José Miguel Pérez quiere un ejército que luche por difundir fieramente los valores socialistas más vigentes que nunca. Este cúmulo de vaguedades, que hubiera podido suscribir cualquiera de los compromisarios al Congreso del PSC-PSOE del pasado fin de semana, incluso cualquier crucigramista aventajado, tiene su contrapunto en las naderías que, en sus respectivos cónclaves partidistas, regurgitaron José Miguel Barragán o José Manuel Soria. En realidad no significan absolutamente nada. Es el guión de un espectáculo que produce, política e intelectualmente, una irrefrenable vergüenza ajena. Es el miserabilismo político, ideólogico, programático convertido en chafalmejada estilística. La siesta presentada como actividad deportiva. La charlatanería intentado mimetizar al discurso político que ya ni siquiera vive de silogismos marcados, como los naipes de un tahúr, porque ha quedado reducida a una cháchara autorreferencial. Las palabras de José Miguel Pérez – todo el dialecto socialdemócrata español – solo evocan fantasmagorías. El titular – el titular prefabricado, no la idea debatida– es que la presencia del PSC-PSOE en el Ejecutivo regional garantiza que no serán traspasadas las rayas rojas del Estado de Bienestar. Lo que ocurre es que el profesor Pérez sale de su despacho al atardecer, regresa a casa, se guarnece de pijama y bacinilla y se duerme apaciblemente y mientras tanto – pasa desde siempre: consulten a Gonzalo de Berceo —  el mago, bajo la luz de la luna, traslada los mojones y las líneas. Al día siguiente, en el desayuno, Pérez ha notado ciertos cambios en el terreno, en la finca indivisa,  en la común heredad, pero como es un hombre realista, se termina el cafeileche y corre a ponerse los manguitos por pura responsabilidad institucional.

Al final los compromisarios de Tenerife no perdonaron a Pérez, y todo un vicepresidente del Gobierno apenas obtuvo un 53% de los votos. Es asombroso que, en ningún momento, la proliferación de gestoras nuclease ningún debate real en el Congreso Regional del PSC-PSOE. Para recaudar votos el secretario general se optó por el viejo método: ampliar la comisión ejecutiva con un ligero apaño y designar dos vicesecretarios generales, y a tirar tres añitos más. Pero los conflictos del socialismo tinerfeño siguen latiendo. Y barones y villanos comentaban convencidos una certidumbre: hay que saltar del Gobierno el año que viene. Si por entonces el profesor Pérez insiste en dimitir – una estratagema que ya ha carbonizado en Adeje –su renuncia será gratamente aceptada. Los socialistas parecen haber elegido sin elegir del todo a un secretario general interino. Lo será, incluso, aunque acabe su mandato.

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Un momentito, por favor

No, si me parecen muy bien los aplausos y jolgorios alrededor de la Cumbre del Consejo Europeo en Bruselas y ese consuelo hermeútico de imaginar a la señora Merkel con el brazo enyesado y su teutónica voluntad por fin rota, llora, llora como un hombre lo que no supiste defender como una mujer. Muy lejos de mí negar, en mi condición de plumilla de provincia ultraperiférica, que la Unión Europea ha dado un gran paso esta semana. Lo que ocurre es que, me parece a mí, todavía no le hemos cogido el tranquillo a los ritmos y ritos comunitarios. Y lo que han expresado las autoridades comunitarias es que están dispuestas a estudiar la inyección directa del capital desde los mecanismos de rescate al sistema bancario español directamente. Como advirtieran demasiada jarana y felicidad, ayer gruñeron un poco, a ver si nos esterábamos. Van Rompuy ha recordado a España que nada es gratis, el director del Banco Central Europeo, Mario Draghi, ha apuntado que tendrán que examinarse meticulosamente los préstamos a los bancos españoles y establecer mecanismos de garantía sobre los mismos y así una letanía de advertencias y reservas singularmente tupida. La reforma financiera y fiscal de la UE apenas ha empezado a andar y necesita tiempo, una eternidad colmatada de informes, pactos y trámites burocráticos, y tiempo es, precisamente, lo que no le sobra a la crisis europea de la deuda pública y privada. A España no le quedan ni diez minutos.

La inyección directa de capital en bancos y cajas españolas –como en el resto de Europa – no podrá ser efectiva, según el Consejo, hasta que no se cree un supervisor bancario único, cuya puesta en marcha no se producirá hasta el primer trimestre de 2013. Mientras tanto el Estado español podrá pedir prestado, pero será el avalista de los créditos, que computarán, con sus respectivos intereses, en su deuda pública. El Consejo ha dejado muy claro, asimismo, que el rescate bancario está ligado férreamente al compromiso de cumplir con los ajustes fiscales por parte española. El Gobierno de Rajoy ya consiguió un año más para limitarse a un 3% del déficit fiscal y este año el objetivo es el 5,4%: algo que los principales analistas consideran, a finales de este mes de junio, absolutamente inalcanzable, si el Ejecutivo no despliega de inmediato un conjunto de medidas presupuestarias salvajes, sin excluir un nuevo recorte de entre 4.000 y 8.000 millones de euros.

De manera que el rescate al sistema bancario español no está resuelto política ni técnicamente, y los nuevos planteamientos al respeto no aliviarán, sino que estimularán aún más la toma de medidas draconianas que fortalecerán la recesión económica y empeorarán las condiciones empresariales y socioeconómicas del país. Dicho sea para que le sigan llamando a uno, por supuesto, un cenizo irreparable.

 

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Nadería sin alternativa

José Miguel Pérez será el único candidato a la Secretaría General del PSC- PSOE en el congreso regional que los socialistas celebrarán este fin de semana. Lo curioso es que su personalidad política y su gestión del partido no levantan entusiasmo en ninguna de las organizaciones insulares ni en el seno del grupo parlamentario. Cabe sospechar, incluso, que su candidatura no despierta interés ni en el propio José Miguel Pérez, que parece resignado a su aburrimiento esencial, como otros se resignan a la úlcera o a los golondrinos. José Miguel Pérez ha vencido a sus críticos matándolos de aburrimiento, pero no se trata exclusivamente de su grisura personal, de su apacible y tesonera mediocridad, de su radical incapacidad para ejercer un liderazgo político. Es el PSC el que está muerto de aburrimiento. Está aburrido de sí mismo hasta la catalepsia, y su rigor mortis, como organización política, no cabe achacársele al profesor Pérez, sino que hunde sus raíces en los últimos (y extenuantes) veinte años.

El problema del PSC-PSOE no es compartir el Gobierno con Coalición Canaria. El problema del PSC es doble. Primero, haber llegado al Ejecutivo regional en la coyuntura de la peor crisis económica y social parecida en las islas desde la posguerra civil, con una brutal caída de las disponibilidades presupuestarias que transforma en humo cualquier veleidad socialdemócrata. Y segundo, la osificación insalvable de su dirigencia. Pasan Juan Carlos Alemán, Juan Fernando López Aguilar o José Miguel Pérez, pero la oligarquía del PSC continúa ahí ahora y siempre, bunkerizada en el control más o menos pasteloso de las organizaciones insulares. Sobre estas élites oligarquizadas, particularmente resistentes en Tenerife, La Palma, La Gomera y Fuerteventura, construyó su liderazgo Alemán; con ellas pacto buhoneramente López Aguilar, sin cuestionarlas jamás desembarcó José Miguel Pérez en la Secretaría General y en la candidatura presidencial en las elecciones de 2011. La renovación organizativa, programática y estratégica del PSC, su recuperación de espacios entre las clases medias y medias bajas urbanas, resulta imposible desde el inmovilismo de élites que se jugarían su supervivencia política personal. José Miguel Pérez no ha intentado ni intentará en el futuro remover mínimamente este panal de rica miel.

Hace unos meses se habló de un sector crítico que podría impulsar a un candidatura alternativa. Pero la opción se ha deshinchado. Demasiada división, demasiados particularismos, demasiadas desconfianzas y reservas mutuas. Todos los esfuerzos de los tibios y demediados disidentes se concentrarán en obtener mayores cuotas de poder en la comisión ejecutiva regional a través del establecimiento de incompatibilidades. Y que José Miguel Pérez siga adelante hasta achicharrarse en un Gobierno asediado por una recesión despiadada. No pasa nada. Pérez no padece ni frío ni calor. Arderá sin lágrimas

 

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Putrefacción

En el caso de que numerosos miembros de un gobierno municipal, incluido su alcalde, se encuentren procesados judicialmente por varios supuestos delitos, la prudencia más elemental debería llevarlos a intentar defenderse en los tribunales y responder serenamente a las críticas y denuncias con argumentos y datos. Desde un punto de vista político y ético, es sumamente discutible (por decirlo con suavidad) que los políticos procesados financien su defensa con los fondos del erario público municipal. Pero lo que ya resulta intolerable y repulsivo es que los políticos encausados utilicen los fondos públicos para financiar querellas contra adversarios políticos (incluyendo cargos públicos con los que comparten en salón de plenos) y periodistas. Esta pringosa obscenidad solo podría darse en un ayuntamiento en el que el alcalde y sus concejales han tomado como una desvastada finca de su propiedad: el ayuntamiento de Arona.
El señor José Alberto González Reverón no es el ayuntamiento de Arona y alguien debería decírselo para evitar el agravamiento de una psicopatología incontrolada que funde y confunde personas e instituciones, política y amiguismo, clientelismo y prácticas democráticas. Y el gobierno municipal de Arona, qué lástima, tampoco es el ayuntamiento de Arona. Desde un punto de vista técnico, el ayuntamiento es un órgano administrativo; desde un punto de vista democrático, es el representante de todos y cada uno de los avecinados en su municipio. El dinero de todos los ciudadanos no puede ser utilizado por los gobernantes para presentar querellas a los concejales o dirigentes de la oposición en el municipio o para atemorizar a periodistas incómodos. El hecho de que se deban escribir estas estruendosas obviedades ilumina la putrefacción acelerada de la política aronera y, más particularmente, de un gobierno municipal desbordado por acusaciones e imputaciones judiciales muy graves, y que ante la crítica solo sabe reaccionar en una grotesca huida hacia delante sufragada por los impuestos de todos los ciudadanos.
José Antonio Reverón González, Blanca Salazar, Sergio Cabrera, Bentor Trujillo Flores y Julio Concepción son los ciudadanos contra los que se ha presentado una querella interpuesta por el ayuntamiento de Arona por instrucciones del alcalde. Esta caterva demoníaca se ha dedicado en los últimos años a denunciar casos de corrupción política, a criticar duramente las acciones y omisiones del gobierno local, a convocar o apoyar manifestaciones de protesta o a practicar un periodismo de investigación generalmente sustentado en soportes documentales y pruebas indubitables. Y lo más grotesco de toda la situación es que sus querellantes pueden ser condenados judicialmente antes que ellos. Esto es Arona actualmente: uno de los paréntesis más oscuros y mefíticos de la democracia municipal en Canarias.

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El resucitado

Últimamente no se pierde un sarao empresarial con asistencia política y, por supuesto, viceversa. Llega sonriendo, repartiendo cálidos abrazos y observaciones ingeniosas, con el aspecto de un híbrido entre Javier Sardá y senador romano de vuelta de un injusto exilio. Los conoce a todos y todos le conocen, e inmediatamente, entre los canapés y los discursos, comienza a contar sus nuevos y apasionantes afanes. Le han pedido que eche una mano y, por supuesto, en las circunstancias actuales, no se podía negar. Yo, lo que me pida el presidente, explica con la ironía de un capitán de coraceros. Cuenta que ha hablado con Montoro. “Y le dije, bien clarito, que la situación de Canarias es distinta a la de la Península”. Tampoco ha olvidado las llamadas telefónicas a varios excompañeros del PP en el Congreso de Diputados advirtiéndoles que la ceguera del Gobierno de Mariano Rajoy puede terminar originando  una desafección de Canarias, por no hablar de un estallido social inmanejable. Siempre con mesura. Siempre con cuidado: las huellas no deben dejarse en las alfombras, sino en la memoria del interlocutor. Como deben hacerse las cosas en los pasillos del poder madrileño. Toma una copa de agua mineral, palmea el hombro de un constructor, echa un vistazo al corrillo más próximo y tiende de nuevo su irresistible red verbal. Claro que sí, Bruselas es fundamental, ahora y siempre…Me reuní con Almunia en su despacho y le dije “Joaquín, mira las cifras del desempleo en Canarias…Míralas y dime si esto lo has visto en ningún lugar de Europa…”. La concurrencia asiente, asiente largamente, fascinada tanto por el sentido común diamantino de las afirmaciones como por la cantidad y calidad de los tuteos. Hoy en Madrid, mañana en Las Palmas, la próxima semana, quizás, de vuelta a Bruselas. No para. Es un soldado de la fiel infantería y su destino, curado ya todos los pecados del orgullo y enterradas las frías cenizas de la ambición, es seguir avanzando y cumplir órdenes al apso alegre de la paz.

Algunos insinúan, maliciosamente, que su regreso guarda alguna relación con el inminente Congreso Nacional de CC: sus muy escasas huestes se activarían de nuevo para que el voto sea inequívoco a la hora de elegir al nuevo presidente de la federación coalicionera. Pero quizás no sea exactamente así. Quizás lo hayan llamado a la derecha o a la izquierda del Padre porque aun su leyenda sigue viva o coleando. El autoproclamado delfín de Carrillo. El líder que comprendió que el nacionalismo cabía todo si conseguía todo. El urdidor de fabulosos tejemanejes. El conseguidor que descifraba las mentes como un gitano que hubiera leído a Marx y Engels.  El orador capaz de improvisar un discurso, sin leer un solo papel, en la tribuna de la Cámara Baja, entre los aplausos respetuosos de todas las bancadas. José Carlos Mauricio ha resucitado. Y como todos los resucitados se empeña en aparecer en todas partes y dar público y emocionante testimonio del prodigio y de su autor.

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