Parlamento de Canarias

Animalario

Anteayer un grupo de guiris con aspecto hiperbóreo sacaban fotos del jardincillo del Parlamento de Canarias, por donde deambulaban varios diputados y alguna exconsejera del Gobierno autonómico, todos con el móvil incrustado en la oreja y gesticulando con histrionismo democrático, es decir, sin grandes aspavientos. Los turistas se marcharían luego al Loro Parque, pero actuaban en ese momento exactamente igual que ante la acristalada jaula de los gorilas. Si no le tiraron cacahuetes para comer es porque en la excursión no figuraba ningún niño o porque sus señorías lucían una nutrición más que aceptable. La exconsejera fue la favorita de las cámaras. Siempre fue fotogénica, sobre todo cuando no sonreía y nos libraba de su dentadura caballuna. Y en ese momento no lo estaba haciendo.
Muchos apuestan ya porque el pacto regional entre CC y el PSOE no llegará a las elecciones europeas. Ahora mismo toca apretar los glúteos marcialmente y aprobar el proyecto de presupuestos generales de la Comunidad autonómica. Después amanecerán las vacaciones navideñas que se utilizarán como una trinchera repleta de turrones y mazapanes y luego enero dirá, o quizás febrero, el mes que se han regalado nuestros diputados de vacaciones parlamentarias. Hace tiempo – reinaba sin gobernar, como a él le gustaba, Juan Carlos Alemán – que el PSC-PSOE ya no era un partido sólido y cohesionado. Bastaba con un poco más de degradación y, sobre todo, con desembarcar en el poder autonómico, para activar las contradicciones y tribalismos y ese taifismo se convirtiera en material explosivo. Desde siempre CC ha demostrado su incapacidad para construirse como una fuerza única que superara los menceyatos insulares. CC como una fuerza unitaria es una contradicción en sí misma. A un partido que ha dejado de serlo y a otro que nunca lo ha sido llegaron, en el peor momento, dos dirigentes alérgicos a los equipos, al debate interno, a lucidez programática, a todo lo que no sea cálculo electoral alicorto y avestrucista. Lo que quiere ahora mismo la mayoría del PSC es pactar con el PP en todas las corporaciones donde pueda arrebatarle el poder a Coalición y dejar en una minoría diariamente lapidada al último Gobierno de Paulino Rivero. El PP está encantado.
Creemos estar ahí fuera. Viendo a través de la verja a este grotesco y repugnante animalario y a sus luchas por la comida y el apareamiento, pero es al revés, turistas de nosotros mismos: son ellos los que nos tiran cacahuetes y nos observan con extrañeza. ¿Electores dices? ¿Y son ciudadanos? Qué bichos más raros.

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Necesidad y límites de la reforma electoral

Desde hace un par de años en España es un hervor de propuestas de reforma electoral. Frente a lo que el Gobierno del PP llama cómicamente reformas estructurales (básicamente recortes presupuestarios, liliputización de derechos sociales y abaratamiento del despido) se agita desde la sociedad civil y las fuerzas de izquierda minoritarias una agenda de reformas políticas entre las cuales los cambios en la normativa electoral parecen gozar de singular predicamento. En Canarias este interés ha reforzado una ya vieja y muy razonable reivindicación sobre el sistema parlamentario autonómico. Desde que la reforma electoral de 1996 –perpetrada al socaire de la reforma del Estatuto de Autonomía — elevó los topes porcentuales a nivel regional e insular (del 3% al 6% en el primer caso y del 20% al 30% en el segundo) las quejas y denuncias han sido constantes. La reforma de 1996 fue pactada entre Coalición Canaria y el Partido Popular, mientras el PSOE se abstuvo. El objetivo pretextado fue entonces conferir más estabilidad al sistema y evitar un parlamento excesivamente fragmentado (la primera cámara regional, elegida en 1983, llegó a tener siete fuerzas políticas representadas en sesenta escaños); la meta real, privilegiar a los tres principales partidos del archipiélago. Cabe recordar que en 2007, por ejemplo, el PIL obtuvo en Lanzarote el 22,3% de los sufragios y no consiguió representación alguna y Nueva Canarias cosechó en Gran Canaria el 11,83% y quedó fuera del Parlamento, mientras que CC, con la mitad de los votos, obtenía, gracias a superar el 6% insular, un escaño en dicha circunscripción. En 2011 la coalición electoral nucleada alrededor de NC y Socialistas X Tenerife, con el concurso del PIL, consiguió tres diputados.
El sistema electoral canario es complejo: se asienta en la denominada triple paridad, discutible y discutida cuadratura del círculo que los responsables del Estatuto de Autonomía encontraron para evitar las tensiones entre Gran Canaria y Tenerife, por un lado, y las islas capitalinas y las que no lo son, por otro. Coyunturalmente resulta difícil juzgarla como una norma pésima si uno se resigna a operar con criterios de realismo políticos y recuerda las circunstancias de principios de los ochenta, la principal de las cuales era, simplemente, que Canarias no era un proyecto político regional: tanto el patrón organizativo de los partidos y coaliciones como los liderazgos políticos respondían a una realidad irreductiblemente insular. La triple paridad reclamaba inevitablemente una doble barrera electoral, regional e insular. No se trata de un engranaje disparatado en absoluto ni una explosión de irracionalidad corsaria de los responsables del Estatuto autonómico. Se repite desde entonces que el 17% de la población – los ciudadanos que viven en las islas menores – eligen al 50% de los diputados. Pero es que se trataba precisamente de eso: de conceder a las islas menores una sobrerrepresentación que tenía por objeto potenciar su papel político – y no su tradicional vasallaje  a Tenerife y Gran Canaria—en un proyecto institucional aceptado, compartido y defendido por todos. Imaginar en los primeros años ochenta a socialistas, insularistas y conservadores dibujando un sistema electoral en su exclusivo beneficio en el siglo XXI  – cuando los primeros estaban seguros de su eternidad en el poder, los segundos ni soñaban con articular una fuerza nacionalista y los terceros eran todavía Alianza Popular: un parque de recreo semifranquista – es disponer de una fantasía política demasiado viva.
La triple paridad – con más fuerza aun que los topes porcentuales – ha devenido realmente el status quo inviolable en el sistema electoral canario. La sobrerrepresentación de las islas menores (ya se sabe: un escaño cuesta en El Hierro unas 1.500 papeletas frente a las 20.000 aproximadamente en Gran Canaria y Tenerife) no será finiquitada fácilmente. Concebir una lista regional complementaria de diez diputados, por ejemplo, sería una opción alternativa razonable, relativizaría la sobrerrepresentación de las islas periféricas y estimularía una cultura político-electoral regional. Regresar a los topes electorales anteriores a 1996 – o incluso, como propuso en su día el exdiputado y profesor de Derecho Constitucional Santiago Pérez, reducir el tope insular todavía más, hasta al 5%, como ocurre con las elecciones a cabildos insulares – aumentaría la eficacia representativa del Parlamento canario y el pluralismo de la Cámara. Pero convendría hacer algunas matizaciones a propósito de asombrosas fantasías, comentarios disparatados y excomuniones normativas que se han escuchado en los próximos meses.
a) Ningún sistema electoral es perfecto y consigue el milagro de trasladar todas las sensibilidades y opciones políticas al espacio representativo. Ninguno. Dicho de otra forma: siempre existe un porcentaje de votos que van directamente a la papelera, es decir, que no obtienen representación. En los comicios autonómicos de 2011 esos votos, en Canarias, sumaron poco más de un 8%, y ese porcentaje es perfectamente asimilable al de otros sistemas electorales en democracias representativas. La democracia representativa es un procedimiento de participación polítca insustituible pero, al mismo tiempo, y si uno de toma la suficiente distancia, votar es un método de selección de preferencias bastante imperfecto.
b) Existen simulaciones electorales. Regresando a los topes anteriores a 1996, y sobre los resultados de los tres grandes partidos de la Cámara regional en 2011, siguen teniendo una amplia mayoría: entorno a los cincuenta escaños. Ciertamente NC duplica sus diputados (en solitario) o Izquierda Unida podría obtener representación (uno o dos escaños) al igual que el CCN (un escaño). No se produce ningún vuelco espectacular, incluso si el tope electoral insular se reduce al 5%. ¿Por qué NC podría crecer más si es una fuerza de ámbito reducido, en la práctica, a la isla de Gran Canaria? ¿Cómo podría sobrepasar IU los dos escaños si apenas tiene incardinación municipal?
c) Llegar a afirmar, como ha hecho el dirigente de IU en Canarias, Ramón Trujillo, que en el Archipiélago “no existe democracia representativa” es una aseveración ligeramente demencial que no resiste someterla a la realidad política de Canarias y, por enésima vez  — y sin negar la imperiosa necesidad de una reforma electoral en esta Comunidad autonómica –funciona como una excusa magnífica para explicar unos resultados electorales penosos que, en la última década, no permitirían a IU obtener representación ni con un 5% de tope en las circunscripciones insulares y eliminando cualquier barrera regional.
d) Es decepcionante la indiferencia que, frente a la reforma electoral, tan apetitosa, se muestra sobre el control y la exigencia de los ciudadanos sobre sus representados. Votar, se vota cuatro años, hacer política, se hace a diario. Es más cómodo lo primero que exigir (a través de entrevistas, cartas, militancia partidista, sindical o cívica, manifestaciones e impulso a nuevas formas de participación) que los políticos elegidos consideren los interese de sus electores y no actúen como marionetas de las oligarquías de sus respectivos partidos. La reforma electoral resulta imprescindible en Canarias, pero en Canarias, como en el resto de las democracias parlamentarias, es igual de urgente conseguir que los representantes se sientan concernidos durante su mandato por los representados.

 

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Canarias SML

Yo creo que falta voluntad comprensiva en el Parlamento de Canarias. Como faltar, en realidad, faltan muchas cosas, empezando por diputados a la hora de seguir plenos y comisiones, pero el déficit de buena voluntad intelectiva es muy acusado. El escandalete por el lema en la campaña institucional del Día de Canarias, por ejemplo. Es un asunto que apasiona a los ciudadanos e, incluso, a los que viven en el campo. Ayer mismo, en un barrio santacrucero, dos tipos ceñudos se repartían hostias defendiendo y atacando el lema propuesto, aunque solo con el objeto de comérselo y cenar algo. En fin, que las protestas de los grupos parlamentarios – incluido el PSOE, que se muestra terriblemente debelador en la Cámara para mantener vivo el progresismo de la acción gubernamental – hubieran acabado si alguien, por ejemplo, José Miguel Barragán, hubiera explicado la verdad:
–Verán ustedes, es que llevamos veinte años gobernando y otros tantos como plataforma, federación o guateque de partidos, y comprenderán ustedes que después de tanto tiempo, uno termine haciéndose un lío, imagínense los pobres publicitarios…
Es la auténtica, humilde, contundente verdad. No se trata de un error político, sino casi de un despiste administrativo. Al final uno termina confundiendo las cosas: el Gobierno con la comunidad autonómica, la comunidad autonómica con el país, el país con sus habitantes, sus habitantes con nacionalistas entusiastas aunque desmemoriados y así sucesivamente. Como la reforma de la ley electoral no se considera un asunto urgente y prioritario – por las mismas razones por las que los zorros no considerarían prioritaria la instalación de puertas en los gallineros – este será un problema que, a buen seguro, se reproducirá en los años venideros. Para evitar más enojosas confusiones las mejores soluciones serían  elegir un lema permanente y consensuado (Canarias, Sociedad Muy Limitada no se me antoja el peor)  o bien encargarlo a una empresa publicitaria de algún sitio remoto cuya elección, según las bases de la convocatoria, nada tenga que ver con el archipiélago, de manera que esquive cualquier desconfianza o reserva por parte de la oposición o de los socios de gobierno o del gobierno mismo, cada vez más introspectivo. “Groenlandia, la tierra de tus amores”,“Si vienes a Micronesia te daremos anestesia” o  “El Kilimanjaro, por encima de todo”.  Y después a disfrazarse de magos, a cantar isas y folías y a beber vino azufrado, que eso no lo discute nadie

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El sarcófago

Me lo preguntó un joven compañero grancanario, que por primera vez debía cubrir la información parlamentaria, al que encontré mientras me dirigía cojeando al médico.
–Pues sí, me han mandado a cubrir la constitución de la Cámara, colega. ¿Por dónde queda el Parlamento?
Se me encogió el corazón en un ataque de ternura.
–Sigue los furgones de la Policía Nacional. No tiene pérdida.
En las puertas de la asamblea se había concentrado una veintena de indignados. A este paso los indignados se convertirán en una atracción turística más. A ver si la Sociedad de Desarrollo impone que sus encantadoras guaguas de dos pisos, esas caricaturas londinenses que avanzan por las calles santacruceras como encendidos supositorios torturantes, puedan ofrecer a nuestros visitantes imágenes en vivo y en directo de los indignados indignándose entre bocata deliberativo y pincho de tortilla insurreccional y gritando a los guiris encantados: “¡Ustedes no nos representan!”. Los extranjeros podrían fotografiar la Chicharro Revolution y mostrar en Liverpool que Santa Cruz guarda atractivos insólitos además de las tiendas de hindúes, la plaza de Los Patos y un auditorio de Calatrava erigido en un descampado que linda con un parque marítimo y un Mc Donald. Tocaban a dos diputados por indignado o, si se prefiere, a cuatro policías por indignado. Cuando se aproximó el coche oficial del presidente del Gobierno comenzaron a corear eslóganes. Para empezar, un clásico de la era predigital: “¡Paulino (….) trabaja de peón!”.
Insistieron en la cantaleta durante un buen rato. Lo realmente extraordinario reside en que el único que ha trabajado como peón en sus años mozos es, precisamente, el presidente del Gobierno, porque del aspecto de los indignados ahí presentes podía deducirse, con un margen de error minúsculo, que para todos ellos la pala y la carretilla eran entidades tan mitológicas como la democracia parlamentaria. En el interior, mientras tanto, comenzaba a celebrarse una misa corpore insepulto. Todos, salvo lógicamente él mismo, votaban para introducir en un catafalco de púrpura y oro a Antonio Castro Cordobez, que había luchado denodadamente por evitar presidir el Parlamento de Canarias. Don Antonio quería regresar al Gobierno, pero sus herederos, desde que salieron de La Palma, ya no son los respetuosos pibes de antaño, sino ambiciones hechas y derechas. Desde La Palma Guadalupe González Taño proclamó: “Lo hará muy bien”. Fue el último clavo para cerrar el sarcófago.

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Ultima imagen

Última imagen del antepenúltimo pleno de la legislatura. El presidente Paulino Rivero departe brevemente, en el salón de plenos, con Manuel Marcos y Francisco Hernández Spínola. Rivero muestra una actitud relajada y toca brevemente el brazo de Manuel Marcos, y los dos socialistas le sonríen al presidente. Ah, el síndrome de los maltratados. En cuanto les haces un cariñito se derriten. El PSC pudo aprobar un número no desdeñable de propuestas de resolución y otras bisuterías parlamentarias gracias a la abstención o el apoyo de Coalición Canaria, cuyo grupo parlamentario, asombrosamente, renunció a presentar ninguna, bajo el argumento de que quedan tres meses para la convocatoria de las elecciones autonómicas. De admitirse este razonamiento, deberían marcharse a su casa y no regresar más, pero quedan comisiones y un par de plenos y algunas dietas que pillar y algunas fotos en las que sonreír.
Me pregunto si a esto se le puede seguir llamando parlamentarismo. Tengo mis dudas, y si no me expreso más enérgicamente, no es por miedo a los adjetivos, sino al código penal. Si en este momento, en esta coyuntura crítica para el presente de Canarias y su desarrollo futuro, el sistema política canario y los tres grandes partidos del Archipiélago no dan la talla, ¿cuándo la darán? ¿Cuántos desempleados son necesarios, cuando empresas hundidas y autónomos hambreando, cuantos centros escolares bajo mínimos operativos, cuantos servicios médicos desbordados, cuantos juzgados amazacotados de peticionarios y legajos polvorientos, cuántos miles pibes tirados en la calle sin horizonte ni futuro, cuantos drogodependientes sin tratamiento, tutela médica ni metadona, cuantos ancianos inválidos, física o mentalmente, orinándose encima, preguntando por su nombre, encadenados a una cama? ¿Cuánta destrucción de futuro por no enfrentarse al presente? ¿Qué es necesario para renunciar al triunfalismo, para evitar los trucos de prestidigitación estadística, para no arrugar olímpicamente el entrecejo ante las quejas o denuncias ciudadanas, sean biólogos, sindicalistas, ecologistas, profesores universitarios o escritores, cuánto tiempo más para renunciar a la más vomitiva y estúpida politiquería, para plantear una alternativa política e intelectualmente solvente y no un discursete ratonil que cualquier adolescente desarma en quince líneas en el Facebook?
En Grecia, con un nivel de desempleo muy similar al de Canarias, ya no se estilan las manifestaciones. Ahora lo que están haciendo los ciudadanos es no pagar. Y esta negativa a apoquinar está cruzando las redes sociales y se ha convertido en un movimiento que empieza a aterrorizar al Gobierno de Atenas. Los griegos no están pagando los transportes públicos, no están pagando los impuestos urbanos, no están pagando las multas de tráfico. Es una forma de desobediencia civil que se extiende por todo el país bajo un lema elemental: “I Won’t Pay”. No causa disturbios, no destruye mobiliario público, no puede ser disuelto por la policía. No digo que sea un ejemplo. Pero tampoco digo lo contrario.

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