Willy García, en clave de ja

La diputada Ángela Montelongo preguntó al director general de la Radiotelevisión Canaria, en sede parlamentaria, por algunas producciones televisivas que había adquirido hace años el ente público a un precio entre sabrosón y escandaloso y que jamás había emitido. Las facturas ascendían a varios cientos de miles de euros y el beneficiario era una empresa de Francisco Padrón, ex-jefe de García en Radio Club Tenerife, quien solo comparte con Cernuda una fascinación efébica que ha pasado por los juzgados. El director general de la tele canaria, Willy García, se negó a contestarle porque su exquisita pituitaria le advirtió que lo que pretendía Montelongo era armar “morbo político”. Es una respuesta curiosa. Ya no porque, por enésima vez, el señor García se niega a responder a las preguntas de los diputados como si fuera una opción a su alcance y no una bofetada de laja encorbatado a la diputada, al Parlamento y a los ciudadanos por él representados, sino porque uno de los objetos más morbosos de la política regional, desde hace años, es precisamente el señor García.
Incluso en la selva selvaggia de las televisiones autonómicas resulta difícil encontrarse con una patología política como la que representa Guillermo García, que se considera exonerado de rendir cuentas al consejo de administración de la entidad pública que dirige (un consejo de administración que los partidos políticos mayoritarios, ciertamente, han convertido en inoperante primero y han destruido después) y ni responde a las preguntas de los diputados ni, si se tercia, se reprime a la hora de descalificar a sus señorías. Pero lo más sorprendente de este escándalo cotidiano – que debió ser interrumpido fulminantemente hace años por una dimisión o una destitución – es cómo se diluye en el debate político, en los medios de comunicación y en la propia sociedad civil canaria, si admitimos hipotéticamente que existe tal cosa como la sociedad civil canaria.  La nueva ley de la Radiotelevisión Canaria, uno de los compromisos programáticos del pacto entre CC y el PSC-PSOE, sigue durmiendo plácidamente en alguna gaveta entre fotos de La Revoltosa. Los socialistas han mudado su antigua crítica acerada hacia la gestión de la tele autonómica en un silencio cómplice, acomodaticio y profundamente estúpido. La prensa bosteza y ni las productoras que no comparten amistades ni los trabajadores del ente público mueven ya una ceja. Entre todos nos hemos resignado a la gestión opaca, salpicada de sospechas inquietantes y ayuna de explicaciones solventes de Willy García. Una anomalía que se conlleva estoicamente como si se tratara de una afección oncológica o unos golondrinos inextirpables. Un morbazo permitido de vez en cuando en las tribunas parlamentarias. Un espectáculo espasmódico en el que el señor García, cuando se le antoja hablar, lo hace siempre en clave de ja,ja,ja.

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito ¿Qué opinas?

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