cartelización

La renovación franquista

A Sebastián Franquis – en fin, a su propuesta de comité ejecutivo — le han votado el 85% de los delegados de un XIV Congreso del PSOE de Gran Canaria que pareció más una digestión común que una reflexión colectiva. Para conseguir ese resultado, ciertamente inhabitual en la organización grancanaria en los últimos lustros, han bastado dos circunstancias: celebrar la reunión de los socialistas grancanarios después del congreso regional y que el PSOE disponga en el presente de un amplio poder político e institucional: el mayor que ha acumulado nunca en el Archipiélago. El poder, obviamente, es el inmejorable cemento para preservar ya no la unidad, sino la práctica unanimidad del partido. Aun así Franquis no cedió en algo lo que entendía como innegociable. Servidor está convencido de que Augusto Hidalgo jamás hubiera podido derrotar a Franquis, y sospecho que Franquis así lo creyó hasta el último momento. El PSOE grancanario sigue gobernado firmemente por el consejero de Obras Públicas y Gustavo Santana – un hidalguista incrustrado en el Gobierno y la UGT – está ahí como vicesecretario general más para mirar que para mandar.

¿Discurso político, programático, ideológico? Prácticamente ninguno. En ese sentido Franquis siempre fue un posmoderno avant la lettre  para quien el poder era un proyecto en sí mismo porque de él derivaban todos los demás. Tiene grabada a fuego la lógica del superviviente y por eso tal vez deteste a Hidalgo, que es capaz de sonreír ante un apocalipsis zombi porque sería una gran oportunidad para abrir más zanjas y hacer más agujeros en Las Palmas de Gran Canaria. Lo relevante – eso sí lo dijo Franquis en su discurso – era fortalecer la unidad para ganar las próximas elecciones. Y las siguientes. Y las siguientes de las siguientes. Cuando se elaboraba la Ley Orgánica del Estado de 1966 Franco le cuchicheó a uno de sus amanuenses, que le preguntó por la filosofía del Movimiento: “Déjelo estar. Usted ponga en la ley el Movimiento aquí y allá, como un paisaje o una melodía de fondo y ya está”. Más o menos ese es el papel de la ideología progresista en la concepción del psocialismo de Franquis y sus adláteres. Por eso mismo choca de vez en cuando con la fraseología del PSOE más actual relativa al feminismo o a la sostenibilidad ambiental. Por ejemplo, en el núcleo del poder de la nueva comisión ejecutiva insular no hay ninguna mujer. Por supuesto, ninguna compañera se quejó al respecto, faltaría más.

Respecto a las ambiciones personales del secretario general reelegido, los más discretos apuntan a que Franquis, simplemente, quiere seguir en el Gobierno autonómico, es decir, en el Gobierno, en el escaño parlamentario y en la secretaría general, y nada más. Otros han insistido en estos días en que tiene un ojo puesto en las encuestas, como siempre, y que no ha abandonado su querencia por el ayuntamiento de Las Palmas, donde fue concejal en el poder y en la oposición durante muchos años. Pero ese ensueño probablemente lo frustró Hidalgo para los restos.  Y Franquis, endurecido en 35 años de ejercicio político, astuto, hábil y fajador, no reúne, en cambio, las mejores condiciones para compartir el poder, fabricar consensos y repartirse áreas e influencias.

El PSOE canario habrá culminado su renovación congresual en el cónclave de los tinerfeños en este mismo mes. Es una renovación ciertamente curiosa, porque queda finiquitada con una ampliación de los equipos de dirección para acomodar a todos y a todas y con la continuidad de la insoportable levedad de dirigentes que acumulan décadas de cargos públicos. Una cartelización del partido, que ya es un mero instrumento del Gobierno y de sus propias élites. Todo atado y bien atado. 

 

Publicado el por Alfonso González Jerez en Me pagan por esto ¿Qué opinas?

Torres, sin novedad

Ángel Víctor Torres - Wikipedia, la enciclopedia libre

Los que esperaban a que después del XIV Congreso del PSOE el presidente y secretario general Ángel Víctor Torres procediera a cambios en el Gobierno pueden tomar una silla,  sentarse e incluso echar una siesta. El Hombre que Detiene a los Volcanes está decidido a no mover ficha, salvo en muy contadas y puntuales  circunstancias, como la sustitución del director general de Dependencias, un individuo tan inútil en la gestión como penosamente desvergonzado, por una militante socialista técnicamente solvente. Un cambio, por lo demás, diseñado de tal manera que parece un proceso interno de Podemos o un avatar cosmológico sin conexión alguna con Presidencia del Gobierno. Torres es un dirigente político muy conservador y sabe que un cambio conduce a otro y éste tiene su repercusión en otro ámbito y por ese camino puedes construirte un cadalso o, al menos, una colección de fricciones y neuralgias. Necesita a Nueva Canarias como socio multinivel que además apoya con su único diputado al Gobierno de Pedro Sánchez. Necesita a Unidas Podemos para que se siga desgastando en la Consejería de Derechos Sociales pero sin privarles de su cuota de poder: que dos de sus diputados vayan a parar al PSOE pero que Noemí Santana saque tres para aportarlos –si es factible- a una nueva mayoría en 2023. Necesita – obviamente — a Casimiro Curbelo. A todo el mundo le urge un trasero donde sentarse y los de la ASG están dispuestos a ejercer como leales glúteos de cualquier Ejecutivo, aunque cobrando, por supuesto. Estén atentos – por si se le pasa desapercibido a alguien – por la situación de toda la feliz gente que ha entrado a trabajar durante los últimos dos años en las empresas y entidades públicas que controlan los casimiristas, porque muchos juran y vuelven a jurar que les han prometido dejarlos de funcionarios para siempre jamás.

Sobre su propia organización ya todo quedó claro el pasado noviembre. El PSOE –también en Canarias –ha culminado ya plenamente su proceso de cartelización, que había arrancado en los años ochenta, y socialdemócratas isleños lo han podido hacer, precisamente, gracias a alcanzar amplísimas cuotas de poder político-institucional desde julio de 2019. La forma-partido es básicamente una maquinaria propagandística y una herramienta electoral que tiene como principal función ganar elecciones, no examinar y debatir ideas en el espacio público ni reformar profundamente la realidad social. La teoría es un eslogan y la praxis válida vencer en las urnas.  Todo lo demás es un decorado retórico de pompa y circunstancia alrededor de algunos ritos – congresos, discursos, mítines – y abandonada cualquier reflexión dialógica, la elaboración de un discurso narrativo esencialmente sentimental y polarizante hacia el exterior y legitimador a través de la nostalgia hacia el interior. La jerarquía del partido cartelizado se articula alrededor de la lealtad perruna, el oportunismo adaptativo y los acuerdos y desacuerdos intestinos.  En Canarias, y para demostrar lo canarios que son (el doble objetivo es edulcorar su dependencia estratégica de Ferraz y levantar la quijada ante el nacionalismo) el PSOE se puesto en el sobaco unas gotitas de cultura identitaria.                                                           

Los equilibrios que debieron hacer Torres y sus acólitos para la nueva comisión ejecutiva regional tienen más importancia estética que práctica, como demuestra el caso de la organización insular tinerfeña, contentada con migajas de poder partidista, migajas con nombres y apellidos a cambio de un voto hondo y oscuro como un profundo pozo. Mandan los secretarios insulares que, desde el control de las corporaciones de sus respectivos territorios, han sabido construir un sistema sólido de caudillaje más o menos clientelizado en el que participan alcaldes y concejales y del que dependen laboralmente muchos cientos de personas. Con ellos negoció Torres el congreso para apuntalar una comisión ejecutiva elefantiásica e inoperante que desde entonces solo se ha reunido dos veces. ¿Y para qué más? Ni cambios en el Ejecutivo ni reconfiguraciones partidistas: queda año y medio del eslogan como teoría y ganar las elecciones como praxis y ya no hay tiempo que perder. Ni siquiera se exige hacerlo especialmente bien. Basta con que la gente sienta que la pesadilla ha terminado y venderles esa vaga, ahíta y atemorizada percepción como la mismísima realidad. 

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito ¿Qué opinas?