elecciones 2023

Chachi chungo

Escucho una entrevista a Alberto Rodríguez, que ahora encabeza la enésima plataforma política de la enésima izquierda alternativa después de la enésima ruptura (y las que vendrán) del espacio dizque progresista, y por supuesto es lo mismo, exactamente lo mismo que hace treinta años, la misma puñetera salmodia pero chachi y soy un pibe de barrio y tal. Ha cambiado todo excepto, precisamente, las inercias y chatarras mentales y argumentales de los que todo quieren cambiar.  Si me piden que les sea sincero, la verdad, me cuesta escuchar todo esto sin que se me disloque la mandíbula a golpe de bostezos. Está todo ahí: las fantasías gratificantes sustituyendo a la puñetera complejidad de lo real, el hedonismo de la indignación, una supuesta radicalidad que consiste básicamente en eludir cualquier consecuencia de los actos propios y escandalizarse por las de los ajenos, cuatro tópicos como la añoranza de la UPC o la africanidad de Canarias y, por supuesto, un fisco de complejo maquillado como orgullo, salvo que sea simplemente una pose, en afirmaciones como que su procesamiento judicial estuvo motivado, entre otras razones, por su pertenencia a una clase social modesta y trabajadora. Rodríguez no conduce un taxi,  no es un albañil ni repara zapatos: es un técnico bien pagado en la Refinería de Petróleos de Cepsa en Santa Cruz de Tenerife. Antonio Gramsci, que se pegó lustros en las cárceles de Mussolini hasta morir enfermo y hambriento, nunca se presentó como hijo del proletariado, pero seguramente tenía el pelo chungo. A Rodríguez le han retirado el escaño que ocupaba en el Congreso de los Diputados por sentencia judicial. Pocos día después abandonó Podemos, donde llegó a ejercer como secretario de Organización entre 2019 y 2021. Y sin embargo lucha por recuperar el escaño. ¿En calidad de qué lo ocuparía si ya no pertenece a UP? ¿Se marcharía al grupo de los no adscritos? ¿No sería un tránsfuga aunque chachi y buen pibe y yo amo la barriada y tal? A ver si un día se enrolla ahí y contesta. Lo más chocante de Rodríguez –aunque uno lo ha visto otras muchas veces – es cómo ha descubierto que de los partidos estatales los canarios no pueden esperar nada, que el objetivo debe ser construir organizaciones de obediencia canaria, autocentradas (sic) y que se articulen insularmente, con el máximo respeto hacia la autonomía de cada organización, es decir, de cada isla. Una organización nacional que, en definitiva, se diseñe y opere federalmente o incluso confederalmente entre todas las organizaciones insulares. Igual se ha despistado, pero lo que describió así en la antedicha entrevista ya existe y se llama Coalición Canaria, aunque Nueva Canarias tiene una estructura muy similar. Rodríguez militó el Izquierda Unida – que no es un lugar muy autocentrado, pibe – hasta que perdió unas primarias y entonces se incorporó a Podemos, donde durante años no notó para nada como se enroscaba alrededor de su cuello la cadena de la obediencia goda. Incluso perteneció, como ya hemos dicho, a la dirección federal, y cabe imaginar, según su propio razonamiento, que contribuyó como secretario de Organización a aherrojar a organizaciones territoriales y a líderes locales para mantener la disciplina del Amado Líder.    

Alberto Rodríguez ha tenido la habilidad de inventarse un personaje, un personaje perfectamente prescindible e inverosímil para el que no esté dispuesto a cerrar los ojos y prescindir de su propia memoria. No sé si bastará con eso para levantar una opción política. Lo que sospecho, en cambio, es que esta izquierda que repite una y otra vez la ceremonia de su propia confusión, va a terminar de hartar a la gente, y me refiero sobre todo a sus potenciales votantes, en muy poco tiempo, hastiados de enfrentamientos cainitas, de retórica resobada, de pobrezas y mezquindades en los diagnósticos y las propuestas, de una impotencia convertida simultáneamente en prueba de virtud y excusa para el cinismo.  

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito ¿Qué opinas?

No la moverán

María José Belda, portavoz (todavía) de Podemos Canarias en el Cabildo de Tenerife, lo ha bordado. Ha conseguido sintetizar todas las opciones y alternativas que en medio de la crisis – más o menos bien silenciada – que vive Podemos puede tomar un cargo público moradísimo. La señora Belda ha decidido, a saber:

a) Abandonar la militancia en Podemos.

b) No abandonar la militancia en Podemos hasta que termine el actual mandato en mayo de 2023.

c) Asegurar que jamás le interesó ocupar cargo público alguno.

d) Ofrecerse para ocupar un cargo público (por ejemplo, consejera del Cabildo de Tenerife) participando en las listas electorales de 2023.

e) Valorar el gran trabajo realizado por Podemos en los últimos años con responsabilidades en numerosos ámbitos políticos.

f) Abandonar Podemos y referirse a la “burocratización” como clave de algo aparentemente innombrable, cuando no incognoscible (bis).

g) Propiciar una gran confluencia de fuerzas de la izquierda transformadora en las próximas elecciones autonómicas y locales que unifiquen y clarifiquen una oferta progresista para las mayorías.

h) No clarificar cuáles serán esas fuerzas que coincidirán en esa confluencia clarificadora.

Afortunadamente la consejera no entró a analizar la gestión de estos casi tres años y medio del Cabildo de Tenerife. Tal vez no lo hizo porque es corresponsable de la misma: sin los tres votos de  Podemos  Pedro Martín no hubiera podido ser presidente de la corporación ni Enrique Arriaga – ese Leonardo da Vinci de la política local – vicepresidente e impresionante como un oficial austrohúngaro.  Se comprende que para Belda escrutar la gestión de Martín y Arriaga, seguros y reaseguros mutuos, sea muy decepcionante. Calificar como “progresista” el cúmulo de desaguisados, torpezas, retrasos, chismorreos, dilaciones, venganzas, cefaleas, gritos y tonterías que han caracterizado a esta pareja de baile – y al gobierno insular peor valorado por los propios funcionarios del Cabildo en los últimos cuarenta años – es francamente difícil. No se diga explicar las razones de Podemos para no exigir jamás el cumplimiento de alguna de sus demandas después de renunciar a ocupar ninguna responsabilidad de gestión. Belda y sus compañeros eligieron la puerilidad de jugar a ser simultáneamente – un hobby muy extendido en su organización – gobierno y oposición. En 2019 Podemos sacó 18.000 votos menos que en 2015.  Todas las encuestas disponibles avanzan que Podemos se quedará en el Cabildo por debajo de los 20.000 votos y, con mucha suerte, puede aspirar a conseguir un solitario consejero.

Por supuesto ese y no otro es el motivo de la anhelada confluencia a la que se refiere Belda y que en Podemos y Sí se Puede se considera inexcusable para no quedar reducidos a una fuerza testimonial o incluso a quedarse fuera de algunas instituciones. Para los promotores del intento – que van intensificando contactos en los últimos meses  — Podemos, Si se Puede, Izquierda Unida, Equo, Más País y el grupo que pretende acaudillar Alberto Rodríguez Mi Niño deben sacrificarse de una vez para presentar en todos sitios listas electorales unitarias. Si es con la chulísima bendición de la compañera Yolanda Díaz mejor. Por eso la gentil Belda tiene un pie dentro y otro fuera. Y paradójicamente de ahí, de estar en dos sitios como mínimo a la vez, no, no la moverán.

 

 

 

 

 

 

 

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito ¿Qué opinas?

Verborrea epistolar

El presidente del Gobierno de Canarias, Ángel Víctor Torres, lleva semanas en campaña electoral, aunque implícitamente la ha declarado al comunicar a su partido, amablemente, que quiere ser de nuevo candidato presidencial para mayo del 2023.  Primero lo hizo al comité regional, donde estuvo a punto de escucharse la expresión ¡santo súbito!  Y luego dirigió una carta a los militantes que sintetiza perfectamente no solo el argumentario de su Gobierno, sino el de su campaña electoral. Tengo dudas sobre si tratar a los militantes como si fueran electores sea lo más inteligente y pertinente en una organización política democrática. Pero si los militantes no dicen ni pio, ¿para qué aventurar nada?

En su verborrea epistolar Torres insiste en las tres claves de su retórica humildemente triunfal o triunfalmente humilde. En realidad suponen una secuencia temporal. Primero, conseguimos ganar y gobernar, por si queda algún despistado que no se haya dado cuenta. Y si lo conseguimos lo podemos volver a hacer. En realidad forma parte de las leyes de la física que volvamos — ineluctablemente — a conseguirlo. Segundo, nos hemos enfrentados a las peores circunstancias experimentadas en Canarias. Esta pulsión heroica resulta particularmente querida por Torres que, como todos los presidentes, es un ardiente adanista, y cree que los problemas se inventaron como una enaltecedora corona de gloria para sus sienes En su caso forma parte esencial de su personaje y su dramaturgia.  Ni el hambre, ni la emigración clandestina a América, ni la pelagra, ni el analfabetismo abrumador, ni las dictaduras, ni la tuberculosis o la fiebre amarilla, ni la esclavitud ni los ataques piráticos. Ni, por supuesto, la crisis abierta en 2008, cuyas consecuencias económicas, fiscales, sociales y asistenciales  fueron aterradoras para Canarias, arrasando empresas, extendiendo la pobreza y la marginalidad y ocasionando heridas que en algunos casos no se han restañado. Una crisis en las que la UE – y el Gobierno español – impuso reglas fiscales, políticas de austeridad y feroces recortes presupuestarios. Y es la UE – no el Gobierno de Pedro Sánchez, no el de Ángel Víctor Torres, ni siquiera Elena Máñez – quien ha impuesto desde 2020 una estrategia radicalmente opuesta: expansión del gasto público, dinero aún más barato, suspensión de las reglas fiscales sine die,  gigantescos programas de financiación para estimular, dinamizar y modernizar una economía “verde y sostenible”.  Torres cita con glotonería su terrible martirologio, pero siempre olvida – y pretende que se olvide – que ha sido el presidente canario con mayores recursos económico-financieros de toda la historia de la autonomía. Y con diferencia.

La tercera parte, el tercer retruécano de la carta a los militantes es, obviamente, el fenomenal éxito. Pese a esas terribles dificultades, y como si solo hubiera contado con sus propias manos, Torres cuenta que en tres años, tres, han hecho una Canarias mejor “y ahí están las cifras para demostrarlo”. Torres no aporta ninguna cifra, por cierto, para no abrumar a sus compañeros. Lo cierto es que ahora, todavía verano del 2022, trabaja más gente que nunca en las islas, ciertamente, pero porcentualmente la cifra es muy parecida al del verano de 2019. Casi un 19% de los isleños están desempleados y el paro entre los menores de 25 años llega al 45%. Se han contratado a más profesores y más sanitarios, pero aun se está lejos de poder evaluar el impacto del aumento de plantilla en la calidad de los servicios. ¿La economía canaria es más resilente, más limpia, más sostenible en 36 meses? ¿Cómo puede sostenerse tal majadería impropia de personas adultas? Pues siendo el presidente del Gobierno de Canarias y el secretario general del PSOE. Pues llamándose Ángel Víctor Torres, Bueno y Mártir que quiere seguir otro año al frente del infierno.  

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito ¿Qué opinas?